La izquierda venezolana siempre ha sido impulsiva en la búsqueda de las formas de lucha e interpretaciones de ejercicio de gobierno que en muy pocas ocasiones con excepción de los últimos diez años, se les ha presentado. Y muchas fueron las divisiones de partidos izquierdistas al extremo de que en casos, fracciones desideologizadas hacían comarca hasta con sectores de recalcitrantes posturas derechistas. Y el PSUV no quedó al margen de esa realidad, desde que su embrión cuartorerepublicano representado en el sancocho reformista del MVR, lo echó al mundo socialista. Porque desde allí, precisamente se encienden el año 2000, las fuertes contradicciones y Yoel Acosta Chirinos irrumpe en una especie de cofradía ultra reformista junto a Urdaneta y Arias, que no habiendo logrado después éxitos electorales desbarataron todo aquello, para volver, Yoel y Arias, a los rediles originales años mas tarde, mientras Urdaneta quedaba macerado en el gamelotal derechista. La segura victoria electoral de Yoel Acosta en aquellos años, fue aventajadamente capitalizada por Jesús Montilla, cuando ya gobernador, abrió infranqueable compas a una fracción interna de extensas proporciones. Hábilmente cerrada en el tiempo preciso para dejar dentro tan solo los integrantes acérrimos a los modos y formas de ejercer el poder, Montilla con mano firme timoneaba su fracción interna. Así durante la conformación interna del PSUV hace ya cinco años, se pusieron de manifiesto serias irregularidades muy cuestionadas en lo interno, pero sin mayores respuestas, que el carácter acomodaticio de los entes autorizados a los intereses y conveniencias de tipo grupal. Por eso, el PSUV-Falcón ha sido una frágil membrana donde la tendencia al totalitarismo y control, más por parte de los gobiernos que de la organización, han perturbado contumazmente su vida democrática. Ya después vino la incursión del General Melvin López Hidalgo. La seria amenaza que representó su figura produjo la radicalización de la tendencia del gobierno regional que nunca se escatimó ni en el verbo ni en la acción, para desarticular aquella insurgencia interna. La derrota del General en las internas, produjo algunos cambios, cuando equivocadamente, lejos de replegarse para la reorganización y capitalizar su huerto político, pisó falsete para caer posteriormente a merced de quienes le asomaron desde lejos un apoyo que nunca se evidenció en la practica. Por eso otra vez Melvin López cayó en las urnas bajo una derrota en yunta con la tendencia que lidera Rodríguez León y que solo unas próximas elecciones podrán presentar en su patético retrovisor histórico. A pesar de que hay amplia manifestación de lealtad a Chávez, ya hoy El PSUV luce muy fraccionado con una tendencia melvinista-leonista que no da cuartel y jura no apoyar ningún candidato de la corriente que se le opone. Sólo las próximas elecciones anunciarán si realmente las tendencias en lidia podrían encontrarse. Y la tendencia que siempre ha ostentado el poder tendrá la oportunidad de demostrar su capacidad para abandonar los harapos ideológicos que esta vez, le hostigan sin clemencia.
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