En este orden de ideas esta historia irreal anti venezolana, anti merideña, nos presenta un Juan Rodríguez Suarez como una especie de héroe imperialista, tipo Superman, Batman, Capitán América, que llega y funda la ciudad de Mérida en 1558 en los alrededores de la laguna de Urao, para luego ser trasladada por otro héroe colonialista llamado Juan de Maldonado, a la altiplanicie de tatuy la cual está rodeada por cuatro ríos: chama, albarregas, milla y mucujun. Así mismo algunos autores de reconocida extirpe merideña en algunos escritos sobre la historia de Mérida, se refieren a nuestros compatriotas timotocuicas en términos tan despectivos como el siguiente “los timotocuicas cuando llegaron los españoles, se encontraban en el periodo inicial de la barbarie, fase más evolucionada que el salvajismo, puesto que eran hábiles ceramistas”.
En este sentido me pregunto ¿Quién carajo no va a ser bárbaro o salvaje cuando te quitan lo que es tuyo, tu tierra y tu familia?
Este mismo autor reseña lo siguiente, que estaban en la fase más evolucionada del salvajismo porque eran hábiles ceramistas, cultivaban la tierra por el sistema de terrazas o andenes, conocían el oro, y se aplicaban a la orfebrería tejían vestidos y mantos de algodón, construían casas de piedras, trazaban caminos, existían en ellos un intento de confederación de tribus, poseían santuarios para adorar a sus dioses y enterraban a sus muertos, hablaban muchos dialectos, y tenían una organización simple y colectiva, en la cual no existía la propiedad privada en las clases sociales, cuando más un jefe o cacique y un sacerdote- medico o piache.
Cultivaban la yuca dulce, el maíz, con el cual hacían la espirituosa chicha y la nutritiva arepa, la papa y otras plantas alimenticias autóctonas como los frijoles, quinchonchos, tisurie, arradas, malanga, auyama, zapallo, ajíes, piñas, chirimoya y guanábana, conocían el tabaco con el cual hacían el chimo, el cacao para preparar una bebida llamada chocolate, empleaban el riego, cultivaban en andenes y laderas de la montaña con notable sentido económico y almacenaban sus alimentos en silo de tierras.
Entonces ante esta notable organización socio productiva, elevada en un alto grado cómo es posible hablar de una sociedad barbara y salvaje, por el contrario la barbarie salvaje de la conquista española, depredadora y genocida, acabo con toda una cultura armoniosa y contextuada con su entorno físico-natural y espiritual en los pocos años que duro ese proceso de empoderamiento de tierras cultura, y genocidio contra nuestros autóctonos, la cual causa la más grande indignación contra este proceso revolucionario, socialista que comprende el sufrimiento y la pérdida de la identidad por lo que han pasado los verdaderos autores y héroes de nuestra historia merideña que no son más que nuestros primeros pobladores.
En este orden de ideas la historia reseña que Juan Rodríguez Suarez incumple los términos de la comisión que le fue otorgada por el cabildo de Pamplona, solo por descubrir minas de oro y plata y no a título de conquista.
Entonces, derivado de la misma historia la interpretación revolucionaria es que este conquistador imperialista, le cambio el rumbo a la historia armoniosa, socialista, sana, ecológica, humanitaria entre otras virtudes de la sociedad autóctona de tierras merideñas; cuando el mismo personaje dantesco funda la ciudad, cumpliendo con algunas formalidades, procedió entonces, a establecer el primer organismo del gobierno español creado para la administración de la ciudad de Mérida y su jurisdicción, el Cabildo Justicia y Regimiento, designando con vara de justicia a los alcaldes ordinarios que no vale la pena mencionar, pero lo que si vale la pena mencionar es que fue un golpe de estado, a la forma de gobierno que hasta ese entonces vivieron nuestros compatriotas autóctonos, en este sentido se estableció la siguiente estructura de poder: alcaldes ordinarios, regidores, alguacil mayor, escribano público y del cabildo, mayordomo, procurador, factor, tesorero y contador.
Así mismo como muestra del poder imperial se procedió a la ubicación de los sitios de las futuras estructuras, que denotaban el poder opulento que obstentaban los nuevos amos del poder merideño, los conquistadores imperialistas representados por Juan Rodríguez Suarez, y para ratificar su opulencia salvaje, necrofilica y genocida establecieron unas obras que durante tanto tiempo han justificado su necia obstinada y absurda forma de poder como son: señalar los sitios para la construcción de la plaza mayor y casa del cabildo (de tierras, palos, caña y paja) y a distribuir entre los vecinos (soldados que le acompañaban) los soldados para la construcción de casas con sus huertas y demás tierras entre los primeros pobladores según la calidad de las personas ( escuderos, caballeros, soldados a pie) peones y otros de rango inferior, luego las tierras de ejido, las del pastoreo de ganado y los propios del lugar.
Es importante destacar que en artículo escrito magistralmente por la profesora Milagros Contreras Dávila del cual se deriva gran parte de este indica “tal como sucedió en la erección de otras ciudades del nuevo reino, los conquistadores podían prever un posible traslado si se descubría un sitio más adecuado y con agua abundante; así doce días después de esa primera fundación, la comitiva de Juan Rodríguez Suarez caminó hacia el norte descubrieron una amplia meseta entre dos ríos (Chama y Albarregas) allí trasladó la recién fundada ciudad el primero de noviembre de 1558 sitio que más tarde recibió el nombre de la punta, allí realizo de nuevo actos de fundación, que consistían en realizar otros repartos de tierras y encomiendas, tanto en este sitio como en los llanos de la laguna de Maracaibo y más tarde en Mucuchies, Mucubaji, Acequias y Timotes, la autora indica que según los documentos de la época informan un segundo traslado de la ciudad de Mérida al sitio que hoy ocupa realizado por Juan de Maldonado, lo que significa que estos dos señores, ladrones, asesinos, terrofagos y genocidas se encargaron de confiscar, robar y matar a nuestros pobladores autóctonos en nombre de la Real Audiencia y de la Corona Española.
La misma autora del artículo destaca que en un informe del 25 de noviembre de 1559, de los oficiales reales del nuevo Reino de Granada al rey se afirmaba que: el capitán Juan Rodríguez Suárez, pobló otro pueblo hacia Laguna de Venezuela que es entrada de este Reino para muchas cosas de ganado y bastimento que se llama Mérida, dícese que es muy buen pueblo porque tiene abundancia de muchos naturales… y de muchas minas y abundancia de comida.
Así mismo se indica que Juan Rodríguez Suarez junto a sus seguidores se adjudicaron tierras e indios en encomiendas, alrededor de 130 para este depredador y 69 para tres de sus seguidores, lo cual demuestra que el interés real de este fascista era apoderarse de las tierras y acabar con sus pobladores.
Todo este andamiaje de confiscación, genocidio y cambios socio políticos, generó la élite merideña de la época que consistió en seguidores de Suarez y Maldonado, que obtuvieron muchos privilegios como propietarios de tierras y encomenderos que obstentaron incluso sus herederos. Buscaron a toda costa, conformar el poder económico y el poder político, producto de los aberrantes métodos colonialistas de la época, análogo a los métodos y estrategias imperialistas y capitalistas de esta época.
Así mismo la historia de este criminal de guerra al cual la Real Audiencia le abre juicio por desacato para confiscarle las tierras y ocupantes a través de encomiendas simplemente y no para haer justicia como pretenden hacer creer algunos historiadores, la autora del artículo indica “el proceso en la Real Audiencia se inició en mayo de 1559, con fundamento en los cargos que se le imputaban, crímenes y atrocidades de extrema crueldad”, maltrato y ultraje a los soldados, asesinato y quema de indios vivos en sus propios bohíos, robo y destrucción de sus pocas pertenencias “tomando por las fuerzas muchas indias, muchachas vírgenes”, atropello que originaron el abandono de muchos pueblos indígenas y su huida a sitios remotos.
Posteriormente en febrero de 1560 la Real Audiencia de Santa Fe envía a otro depredador, el capitán Pedro Bravo de Molina con el título de Justicia Mayor de la población de Mérida y Sierra Nevada, la misión de este exterminador era concluir el proceso de conquista y población iniciado por Juan Rodríguez Suarez, y continuar ejecutando los repartimientos de tierras y de los pocos indios que quedaban. En este sentido la autora de este articulo indica “tal como ocurrió en otras ciudades y villas recién fundadas en la América colonial, durante el mandato del Justicia Mayor Pedro Bravo de Molina, Mérida fue escenario de eternas disputas entre los colonizadores por el exiguo reparto de indígenas y tierras y por la apetecida posesión de aquellas que prometían múltiples beneficios, porque desde ese momento comenzaban a formarse los grupos de poder a través del dominio de la tierra y de la fuerza de trabajo, en las regiones altas, con el cultivo de trigo y hortalizas y en las llanas con el cacao y tabaco junto a la cría de ganado en otras palabras la posesión de la propiedad comunal y del modo, medio y factores de producción; el capitalismo en su fase voraz de nacimiento.
A manera de conclusión la fundación de Mérida, estuvo signada por la rapaz apetencia del imperio español amparado bajo la figura de la encomienda, que no era nada más y nada menos que arrebatar la tierra a los indios para ser oprimidos bajo el yugo español.
PERO LA HISTORIA ES SABIA Y JUSTA, DEBIDO A QUE LAS TRIBUS COMANDADAS POR EL GRAN CACIQUE REVOLUCIONARIO GUAICAIPURO LOGRO EMBOSCAR Y EN TRES DÍAS DE LUCHA EN BORBURATA ACABO CON LA VIDA DE ESTE GENOCIDA DEL PUEBLO AUTÓCTONO MERIDEÑO.
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(*) Geógrafo