Al parecer hay la intención premeditada de cierta gente de seguir calificando a nuestra Virgen del Valle con el término de “Vallita”, ignorando que tal diminutivo no comulga en nuestras tradiciones religiosas con respecto a nuestras creencias marianas.
Este año tanto en la prensa nacional, como en la regional y en las redes sociales, hubo ciertas informaciones, comunicados y artículos de opinión que le endilgaron a la Reina de los mares, semejante vocablo que en vez de enaltecer a la Patrona de Oriente, la irrespeta, como dijera el cronista Luis Marcano Boadas.
A estas personas causantes del susodicho calificativo a nuestra Virgen del Valle, se le recuerda (y hasta fue público y notorio) que el año pasado, por esta misma fecha, se abrió en Margarita un debate con respecto al uso del término de “Vallita” y en donde opinaron cronistas, escritores, periodistas y educadores, y se llegó a la conclusión que dicha palabra jamás ha sido usada por los habitantes y adoradores de la Virgen, en ninguna época desde su aparición en Margarita, ni mucho menos cuando fue traída a Cubagua para ser adorada entre los habitantes de Nueva Cádiz.
En estos juicios con relación al tema fueron contundentes los que intervinieron, que hasta algunos columnistas y periódicos colocaron en sus manchetas el rechazo al término de “Vallita”, porque les pareció fuera de lugar.
¿Por qué entonces hay periodistas y otras personas que escriben en la prensa o redactan comunicados oficiales, que utilizan esa inaceptable expresión para referirse a nuestra excelsa patrona la Virgen del Valle?
En verdad no debieran y por eso, desde aquí y en nombre de los que están en contra, les pido que por lo que más quieran, que si creen en la Virgen del Valle, por favor, no sigan llamando “Vallita” a la Reina de los mares y patrona de todos los orientales.
P.S. “Otra cosa, por favor, no sigan haciendo política en la misa solemne de la Virgen del Valle, más que un pecado es una cosa contraproducente que se le revierte tanto a quien lo propone como al religioso que ofrece la homilía”, dice Pedro Cachamay.
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