Además de negro, los escuálidos, entre los cuales están los adecos, aquéllos de lo que fue el partido de negros, desdentados y cholùos, manejan como argumento contra Aristóbulo que no es de aquí.
Es decir, para ellos la patria no existe. Se encargan de demostrar lo que nosotros decimos de ellos. La dirigencia, cúpula o cogollo opositor, no cree en patria. En territorio venezolano, sino en eso que Sarmiento llamó compartimientos estancos. Espacios divididos y separados. Haciendas o conucos. Por eso menos creen en la patria grande y en esas elevadas ideas que envuelven ALBA, UNASUR, CELAC, etc.
Ellos se la juegan por pequeños espacios con reyecitos que manejen un presupuesto a repartir más o menos equitativamente entre los miembros de la cúpula. Anzoátegui debe estar separado como el resto de los Estados de la noción de país; unido sólo por una sola línea, la que deposite en sus cuentas bancarias.
Vayamos pues sobre ese argumento que es un fuereño. Hace unos cuantos años atrás, un colega y el suscrito, hicimos un estudio de la matrícula de varios liceos de Barcelona y Puerto La Cruz. Allí encontramos que el 80 por ciento o más de los alumnos, eran de Sucre y Nueva Esparta o hijos de oriundos de ambos estados. No pudimos, por carecer de información, establecer cuántos eran nietos de ellos.
El Tigre, ciudad formada alrededor de la explotación del petróleo, una de las ciudades más habitadas del Estado Anzoátegui, nació con miles de personas que allí acudieron en breve tiempo. Sería bueno leer “Oficina Nº 1” y hasta “Casas Muertas” de Miguel Otero Silva, para recrearse en cuanto a ese fenómeno. El Tigre y Anaco, resultaron en gran medida, formados por pobladores de varios sitios, tanto del Guárico, Sucre y Margarita. La explosión petrolera atrajo hacia la cercanía de los pozos gente de todos lados y el proceso continúa. En “Mene”, novela de Ramón Díaz Sánchez, se cuenta incluso como crecieron poblaciones zulianas, con la explotación petrolera y la llegada de falconianos y orientales.
Cuando llegué a residenciarme en esta ciudad de Barcelona, además de aquel fenómeno de la matrícula ya mencionada, el norte de Anzoátegui era poco poblado. Recién construida la Av. Intercomunal, se podía llegar de Barcelona a Puerto La Cruz en cinco minutos y hasta menos. En tiempo breve, la población elevó tanto que uno todavía se asombra. Además de sucrenses y margariteños que seguimos llegando, se vino una oleada que no para desde Caracas. Hasta colombianos, que antes no había, encuentra usted en abundancia en estas calles.
Es decir, ahora mismo, una muy grande cantidad de habitantes, que luchan en todos los frentes por la vida y hacen fecundos aportes, no somos de aquí. Pero si nuestros hijos y nietos. Quizás, después de Caracas, esta sea una de las áreas donde ese fenómeno es más que importante, trascendente.
Por eso, uno exagerando un poco, rasgo propio de los orientales, podemos decir que de aquí, estrictamente hablando, son unos pocos y somos todos los que estamos y hasta nosotros lleguen.
Anzoátegui es una importante región de Venezuela; Aristóbulo es venezolano cabal y partidario de un proyecto de país, en el cual fortalecer la soberanía y construir el socialismo, son metas de vital importancia. Ellas están por encima de cualquier valoración pequeña y regional.
El día que inscribió su candidatura y al siguiente, en el Club Sirio, el excelente candidato del Psuv, estableció en su discurso la importancia de tenerle como gobernador de Anzoátegui. No se trata de tener gobernaciones, alcaldías y concejos comunales o comunas, que no se inserten en una política de empoderar al pueblo, alcanzar eso que pedagógicamente y coloquialmente el candidato llama “el queso rallado dispersado por un ventilador”. Nada hacemos con funcionarios que no entiendan el qué hacer o no quieran hacer la tarea de crear las bases para la nueva sociedad y por supuesto, elevar la conciencia solidaria y socialista del movimiento popular. Ser buen gobernador en esta coyuntura, no es sólo cosa de hacer obras de concreto suntuosas, es algo mucho más que eso. Como elevar la calidad humana e impulsar mejores y más cordiales relaciones ente los hombres. Haber nacido aquí o vivido por mucho tiempo, por sí sola, no es una credencial insustituible.
¿Qué vale tener de candidato a un tipo que aquí vive -¡vaya usted a saber!-, pero tan gris, no de piel sino de ideas, que solo balbucea lugares comunes y puro pragmatismo? ¿Tiene el opositor ideas de cómo cambiar las cosas para que esto avance? ¿Por qué no las aplicaron antes? ¿Por qué, en Frietes, cuya capital es Cantaura, área que se le tenía como fuerte opositor, perdieron las elecciones el 7-0?
Por supuesto, hubiese sido ideal encontrar entre la gente de aquí un candidato que reúna muchos de los atributos de Aristóbulo. ¿Pero tendríamos tiempo para ello y sembrarle en la conciencia popular? ¿No parece como impertinente plantear esa solución en este momento?
Aristóbulo, parodiando a Facundo Cabral, “es de aquí, y es de allá”, de donde el movimiento revolucionario reclame su presencia. Aquí bastante falta hace para unir, triunfar y hacer que el proceso avance. No podemos pedir improvisar a última hora sólo por discrepar. Aquí no está en juego la soberanía y digo esto por circunstancias en las cuales hay gente que se contradice.
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