Reelegimos al Presidente Chávez y legitimamos el apoyo de la mayoría al socialismo como alternativa al capitalismo, pero deseos no empreñan… Ahora nos toca trabajar durísimo para derrotar regional y localmente al enemigo y para avanzar aceleradamente en la transformación profunda e integral del país..
Tenemos que reconocer al enemigo capitalista y tenemos que entender está dispuesto a todo para recuperar el poder político y el control del ingreso petrolero. Tenemos que entender no pueden conciliarse intereses y modelos opuestos, pero también tenemos que lograr comunicarnos con trabajadores engañados y alienados para que comprendan las diferencias entre los dos modelos y actúen con conocimiento de causa.
Tenemos que entender en nuestra revolución pacífica, los únicos que hacemos un esfuerzo por mantenerla pacífica somos nosotros. El enemigo está permanentemente en guerra. Ha penetrado la administración pública para obtener prebendas e impedir que le restrinjan la posibilidad de seguir acumulando capital, ha reforzado el anticomunismo, el clasismo, el racismo y los temores de los mayorcitos y ha cultivado la superficialidad y la inconsciencia entre los jóvenes. Con máscara democrática pretende esconder las matanzas de campesinos, el tráfico ilícito de dinero y mercancías, el saboteo de instalaciones públicas, el apoyo al paramilitarismo, la organización de bandas, uso y abuso de su policía, etc.
Ante eso, hoy más que nunca tenemos que tener claro que en una transición hacia el socialismo se deben ir reduciendo sistemáticamente los elementos de todo tipo que tienden a la perpetuación del capitalismo y se debe abrir paso a los que favorecen el socialismo. Se debe ir a la nacionalización de sectores claves aún en manos del gran capital, se debe ir transfiriendo el poder y la propiedad de medios de producción a los trabajadores y se deben tomar medidas drásticas para parir una nueva cultura. Insisto: ahora o nunca.
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