Desde hace tiempo, Sucre no ha contado con un gobernador que lo saque de la postración. La casa de gobierno regional, ha sido ocupada por mandatarios que no ejecutaron un verdadero plan de desarrollo. Por ejemplo, durante la jefatura del adeco Gastón Navarro Dona, se puso énfasis en el ornato de las plazas públicas. En cuanto a Ramón Martínez, hay que reconocer su empeño por crear una red ambulatoria, en la primera etapa de su gestión. Del resto, no se recuerda más nada. Mejor dicho; recordamos la improvisación, el sectarismo, la desidia y la corrupción. Males que también enlodaron la credibilidad de quienes, en nuestro terruño, fueron elegidos con el voto chavista.
Muchos podrían pensar que la solución a nuestros males se halla en un gerente exitoso; un hombre de negocios, recién llegado a la política. Pero no es bueno dejarse arrullar por ilusiones; quienes piensan de esta manera, pueden ser víctimas de una oferta engañosa. Y se activan las alarmas cuando el empresario -que aspira contar con el apoyo de un sector oposicionista- debe responder por las incontables denuncias de estafas inmobiliarias. Además el pueblo sabe que, el señor de la construcción, está muy ligado con quienes en el pasado gobernaron este territorio. Son los mismos que anhelan regresar, para darle bocanadas de aire al puntofijismo. Son los mismos defensores de las recetas neoliberales, que causaron mucho sufrimiento en el pasado reciente. Por otro lado, hay un aspecto inocultable: los gobernadores de la oposición han saboteado planes y programas, emanados de nivel central. Y en el peor de los casos han utilizado cuantiosos recursos, provenientes de Miraflores, para engordar a las burguesías locales. Se han olvidado de resolver los problemas, que afligen a sus electores. Por lo tanto, uno podría hacerse las siguientes preguntas: ¿Dónde queda el discurso de la eficacia en los predios de la oposición? ¿Y la retórica de la transparencia en el manejo de los fondos públicos?
En resumidas cuentas, un hipotético gobierno del empresario de la construcción, sería nefasto. Ello significaría un obstáculo, para la consolidación del proceso bolivariano en la tierra del Mariscal. Entonces, ¿en quién confiar para llevar adelante los cambios necesarios, en esta franja del país? La respuesta la podemos conseguir en un hombre honesto: Luis Acuña Cedeño. Un académico que ocupó el decanato de la Universidad de Oriente (Núcleo de Sucre); donde dejó una huella por su sencillez, por su don de gente. Fue Ministro del Popular para la Educación Universitaria; cargo en cual trabajó por la inclusión de los sectores populares, en la formación de miles de venezolanos. Igualmente, dio impulso a la aprobación de dos instrumentos valiosos: La Ley Orgánica de Educación y la Ley de Educación Universitaria. Recordemos que el candidato de la Revolución, por el estado Sucre, resultó electo constituyente en 1999.
El profesor Luis Acuña puede dar un giro a la forma cómo se ha gobernado hasta ahora. Porque, aparte de las cualidades antes descritas, él es una persona que sabe escuchar. Y, una vez que el pueblo le dé su confianza, recogerá las mejores propuestas para superar nuestro letargo. Confiamos en que se dejará acompañar por un buen equipo de gobierno. Esperamos ahuyente a los oportunistas que pululan en las coyunturas pre-electorales, quienes usan la política con fines egoístas. Él deberá dirigir un conjunto de paisanos con solvencia moral, a toda prueba. Un colectivo que no entorpecerá los planes y programas, ordenados desde Caracas. Por el contrario ese colectivo cumplirá, cabalmente, las orientaciones que provengan de los organismos centrales. Camaradas convencidos de que Sucre debe transitar hacia el socialismo. La única opción que, frente al modelo depredador capitalista, puede salvar a la humanidad.
Docente / Colectivo CERROJO