Pildoritas 93 (año VII)

¡Que Dios se apiade de nosotros los tachirenses¡

“Por fin como que parió la gata”. Una expresión muy conocida y propia del lenguaje coloquial venezolano, que se usa cuando una situación esperada y que parecía difícil, se da.

Lo que me hace acudir a esta referencia es una noticia que días atrás trajeron los medios regionales mediante la cual informan que se han iniciado operaciones especiales en la frontera, en los puestos de alcabalas y aduanas así como en trochas, para, ahora sí de manera permanente, indefinida, dice la información, intentar eliminar la fuga de nuestro combustible, el llamado bachaqueo y menudeo, que mantiene nuestros abastos, supermercados, bodegas y tiendas, farmacias ferreterías etc. en general, con fallas tales, que en muchas oportunidades a los tachirenses nos toca comprar nuestros productos en Colombia con el consciente aumento desproporcionado de precios por la diferencia de cambio.

Es un fenómeno que bien sabemos, se resuelve, solo con voluntad política, para que dichas operaciones no sean espasmódicas, esporádicas ni temporales, sino permanentes y con lo que lamentablemente se ha convertido en una necesidad que es la rotación de funcionarios, pues para nadie es un secreto que las mafias dedican buena parte de sus enormes ganancias a comprar voluntades que hay que aceptar existen, como un elemento que conspira a favor del flagelo.

Bien sabemos que las actividades ilícitas de contrabando, así como las de narcotráfico, no descansan, actúan las 24 horas y por tanto requieren accionar, en la misma proporción o más, que las bandas delincuenciales y de quienes han hecho de esa ilegal práctica su modo de vida y que cada día crece, tanto, que se sabe de mucha gente que ha renunciado a su trabajo, para dedicarse a esta ilícita forma de hacer dinero fácil.

Si a ello se suma la llamada centrífuga de los billetes de alta denominación y la acción de los raspa cupos, con las guarimbas y acciones violentas todos los días, hay que aceptar que al Táchira como a los demás estados fronterizos, nos cayó la plaga, hasta el punto de que el otrora territorio apetecible por su clima, por el don de gentes y por sus atracciones turísticas, se ha convertido en un mercado persa, en donde, de un tiempo acá, han confluido todos los males y donde el narcotráfico, el paramilitarismo y el contrabando imponen su ley.

Hay quienes se atreven a salir en defensa de quienes llevan un artículo de primera necesidad y se lo quitan, pero resulta que no atinan a caer en cuenta que esa persona no va sola, sino que viaja con toda su familia, cada quien con su bolsa llena de productos, rumbo a centros de acopio en Cúcuta donde les pagan cinco veces o más que el costo de compra en Venezuela por cada articulo.

Un rubro que especialmente sensible porque tiene que ver directamente con la salud, es la fuga de medicamentos que desaparecen de las farmacias como por arte de magia, como si en ellas hubiese quienes le avisa a los traficantes que llegó tal o cual producto, para que lleguen a arrasar con toda la existencia y así en todo como artículos de tocador, de limpieza y lo utilizados en salones de belleza, que han encarecido enormemente esos servicios, y el argumento que dan sus prestadores es que los productos tienen que traerlos de Colombia y por ello cobran tan caro.

Es una circunstancia tan anómala y distorsionadora que mantiene a la mayoría del pueblo con actitudes que a veces rayan en desesperación, los zafarranchos que se arman en las colas, son como para coger palco, por lo general lo que sale de la boca de la gente son zapos y culebras contra el gobierno y quienes así se expresan no aceptan ningún argumento y ay de quien se atreva a salir en su defensa.

Vivimos en una permanente zozobra porque nadie sabe cual de los males que nos aquejan como sociedad, algún día va a afectarnos de manera directa y más ahora cuando a la delincuencia común, el sicariato y demás delitos se suma la quema de autobuses y camiones repartidores de gas, entre otras acciones vandálicas, que bien pudieran evitarse con labores de inteligencia y funcionarios dedicados a proteger esos servicios, sin argumento en contrario, pues personal hay, más que suficiente, se constata cuando uno se encuentra en muchos sitios de la ciudad con hasta 12 funcionarios en una esquina, en amena tertulia y viendo pasar las damas que circulan a pie por las calles de San Cristóbal, cuando bien, parte de ellos podrían estar protegiendo del ataque de los vándalos a esos servicios indispensables para el buen vivir de la gente.-

Terminaba este articulo cuando me visitó un amigo que viaja frecuentemente con su taxi a Cúcuta, le comenté sobre el tema y su respuesta fue que le parecía bien pero que las acciones contra el bachaqueo o menudeo, lucen ínfimas, debido a que no resuelve el verdadero mal, que son los camiones, que en altas horas de la madrugada trasponen la frontera, cargados con alimentos y demás productos y que para confirmarlo basta ir al sector La Parada para ver los bultos de harina pan, aceite, ( aquí no se consigue a ningún precio), jabón en polvo de 5 kilos, leche en polvo etc., etc. y que él piensa que para que ello se dé, tiene que haber un “chivo”, o varios, con mucho poder que maneje las mafias que operan para que esto suceda impunemente.

Al oírlo no se me ocurrió otra cosa que decir:

¡Que Dios se apiade de nosotros los tachirenses!


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Saúl Molina


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