Margarita violentada por agua

Los habitantes de Margarita están sedientos de tanto sol que los
cobija. Mueren de sed con el agua tan cara en botellas que por los
tubos no sale nada y, eso la ha convertido en el centro de atención
que purifica el aire de su diversión con tranca de calles y avenidas,
a ver si les llueve el confortante líquido y Maduro se ahoga con él
que es parte de sus deseos altaneros más que frustrados.

El fracaso de las guarimbas en Mariño y Maneiro como refugios de
dirigentes revoltosos como escuálidos, venidos de otros linderos
cercanos y lejanos, pegados al guabineo de la MUD, como un ágape
político de adecos y copeyanos y afines fascistas en su gran mayoría
que, se consuelan con la ternura del encanto de sus playas y,
revientan al visitante con la oferta del producto de un comercio por
el suelo de lo costoso de sus artículos que, ni sal se produce en sus
salinas quizás, contaminadas por malos vicios.

La consigna más arrogante de la señora Darvelis de Ávila como alcadesa
de Maneiro en su preocupación de antagonismo litigante es sembrar a
Pampatar de héroes fortuitos y, como un deber de consolación se puede
manifestar sin destruir nada que deplore el ambiente y, entonces fluye
la esperanza de escampar sin agua y, solicitar un baño de
esparcimiento de juntar inquietudes, privando a otros de transitar
libremente y, la vocería se esparce a lo largo del pedazo de espacio
de las pocas vías que hay y, si el acto se consume un día domingo en
la tarde, su festejo impacta con nitidez lo grandioso de la maniobra y
lo peor es que no gotea nada después.

Si alguien por estos caminos entre cruzados y miriñaques silenciosos
se tropieza con el gobernador es un feliz descubridor de la política
silenciosa que, éste lleva adelante que ni con lupa se le ve por el
conformismo del trabajo solitario y, se comenta con inquietudes
apacibles que despiertan malos anhelos y, en su posibilidad es que,
Roberto Malaver y Carola Chávez, lo tienen en un secuestro curioso
como sus jefes de campaña con reposo comedido por lo caluroso del
clima insular y su color atemperante de su piel.

Pero lo cierto es que Margarita con agua o sin ella: se ahoga de ganas
que son las que sobran y de cualquier entierro sale un refugio de
anacronismo que el que no implora, llora de rabia cuando, encolado se
encuentra y si está apurado o, requiere del algún auxilio a su favor,
siempre se verá con el agua en sus garretes sin entender porqué lo
continuado de la exigencia de agua cuando rodeado de ella estamos y
tiene que ser Sucre nuestro vertiente principal que por tuberías
submarinas nos alimenta de paz corriente y, lo que más molesta es que
mientras muchos no tienen agua de las tuberías rotas que son por demás
mana y se derrama y corre por ríos el abundante sudor de todos que no
les llega a otros como despilfarro y descuido de malas políticas.

Lo escabroso de la escasez de agua en la isla en tal caso es que
mientras, Margarita palpita por falta de agua el turista no deja de
venir y, no hay fin de semana que las playas no estén llenas de
bañistas que no le importa que el paisano tenga o no tenga agua
mientras, él se regocija a placer de un buen momento que no le
inoportuna su paz de visitante.

La otra situación que le come la tranquilidad a una parte del pueblo
afectado por la falta del deseado y amado líquido es que, no pueden
perforar pozos dado que, muchos pueblos adolecen de cloacas y, por lo
general lo que tienen son pozos sépticos bien cercanos entre ellos
que, lo más seguro habría la posibilidad de contaminación que,
vergüenza da decirlo, pero el trabajo de penetración de cloacas está
paralizado por las alcaldías y por la gobernación y, por lo que se ve
el trabajo de calles no ha llegado a la isla.

Entonces, que llueva y que no escampe o, acá todos andaremos podridos
como dijo el caprichoso con los sobacos en efervescencia a la europea
y, margariteño que se quiera no llega a eso, aunque no sepa nadar.



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Esteban Rojas


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