Desiderátum Apureño

Atollados…

Siendo muy pequeños, cuando la familia solía retornar para pasar unos días en aquel hermoso lugar campesino de donde somos originarios, el paso Arauca, aprendimos a estar pendientes del camino para no correr el riesgo de un mal rato o no llegar a tiempo al lugar de destino, por culpa de una "atollada", es decir, quedar atascados entre el barro y maleza en los bordes de la rudimentaria vía rural de aquellos tiempos pretéritos. Incluso hoy día cuando decidimos hacer turismo de aventura por esas infinitas sabanas de nuestro Apure, siempre estamos pendientes de no perder el camino o quedarnos atollados entre barro o médano, según sea invierno o verano.

Pues bien, como la vida de todo terrícola transcurre arrancando desde el espacio vital del nacer y concluye en el fallecer, no hay duda que en el camino siempre nos encontraremos vías muy expeditas para avanzar, así como también dificultades que nos detienen e incluso algunas veces retrocedemos en lo transitado, lo cual configura la experiencia que sirve de conocimiento y nos alerta para dar los pasos futuros con mayor atención y acierto, además a su vez permite convertirnos en "baquianos" para contribuir a abrirle el camino más expedito a nuestros sucesores. Sin embargo, en ese viaje existencial hay mucha gente porfiada, quienes se empeñan en irse por otros atajos y terminan "atollados"… si atollados en el tiempo, la desidia y el atraso socio-cultural.

Si nosotros los apureños todos, sin excepción, nos detenemos un instante a valorar hasta que nivel hemos logrado incorporarnos al progreso general de la sociedad nacional, latinoamericana y mundial, no tengo dudas que determinaremos estar "atollados", cada cual a su modo y con sus personales actitudes lógicamente, pero en sentido general las causas son comunes y las encontraremos la mayor de las veces en los demás, por esa conducta humana que nos hace tan difícil admitir los errores o culpas propias y tan fácil asumir el rol de Pilatos en cuanto a la sentencia mortal a Jesús el de Nazareth.

Así pues que admitir que estamos "atollados" en el atraso no es exagerar que todavía somos como aquellos trogloditas o primitivos habitantes de las cavernas (donde existían éstas claro está), pero al comparar nuestras ciudades con otras latitudes, la Capital del Estado y las de los Municipios junto con el comportamiento socio-cultural, la duda se despeja y la verdad nos impacta con la fuerza de los hechos.

Sin alejarnos hacia la periferia de la ciudad y constatar lo dicho, podemos pasearnos por el centro de la ciudad de San Fernando, la otrora llamada ciudad de la esperanza, para observar el deprimente paisaje de basura a cada centímetro; ventorrillos de comidas cuyos dependientes son la viva imagen de un mal mecánico (por lo inmundo de la vestimenta) y los alimentos expuestos al ambiente como para aderezarlos con la tierra que pulula al aire; barberos de plaza o acera que dejan al viento la tarea de "barrer" el pelambre; autolavados viales que inundan calles y avenidas contribuyendo a su destrucción; fruterías itinerantes que ocupan lugares de mayor tránsito peatonal y consecuentemente las conchas de cambures que, lanzadas al suelo, son la asegurada caída de… nalgas para un desprevenido transeúnte; parques infantiles que son destruidos por adultos borrachos o irresponsables; chatarras automotores convertidas en transporte urbano, con la opción de fumigadoras por el volumen de humo que expelen; perros realengos y sarnosos que dejan sus deposiciones por doquier, con tan mala suerte que se van adheridas a nuestros zapatos y cuando llegamos al trabajo o la casa en vez del común saludo, nos reciben con un espantoso ¡FOOOOSS!; en fin, en nuestras ciudades la anarquía es lúgubre mientras que la actitud citadina sofoca y angustia.

Insisto, más fácil resulta echarle las culpas a los demás que admitir las propias falencias; la problemática es de larga data y cada vez se agudiza mucho más por aquello del aforismo popular: "quien se pone adelante es para que lo sigan". Las autoridades a quienes les compete actuar en cada aspecto se distraen entre la cháchara y sus particulares intereses, mientras que cada cual se antoja de materializar su "Derecho al trabajo" ocupando los espacios públicos y empeorando el caos urbano.

Si seguimos en este ritmo de comportamiento socio-cultural continuaremos atollados en medio de la anarquía, la desidia y el atraso general de nuestra región. Pues es muy difícil que una sociedad mejore sus condiciones materiales de vida colectiva si sus individualidades no mejoran la actitud y comportamiento social para con los similares.



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Oscar Adolfo Alvarado

Licenciado. Vicepresidente del Consejo Legislativo del Estado Apure. Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.

 desideratum_apure@yahoo.com      @oscaradolfopcv

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