Andaba por el camino angosto, el que elegí y me tocó, ese sendero que dicen que lleva a la vida eterna pero está cundido de amarguras y dolor; por allí transita uno poco a poco pisando con cuidadito, sorteando las espinas y peñascos; va apretando los dientes, suspirando un interminable sollozo reprimido... Va ensanchando el pecho y conteniendo el llanto, impotente y apretado llanto.
Por ese camino estrecho de privación y estrechez me encontré a Aura con su paso lento y pesado por sus pies hinchados y enfermos y al compañero de Aura que entre bocado y bocado de arroz con algún frijol va destrozando su entraña...
Por éste absurdo camino de carencias y despojos, de inequidad e injusticia van corriendo en desaforo carajitos barrigones con aquel brillo asesino en sus pupilitas tristes, ese brillo que antecede a la convulsión, la tara y la muerte. Sigo apretando mis puños mientras cruje el corazón y la razón maldice todo...
Es la vía dolorosa, la que recorremos los pobres de todo condenados por los pobres de caridad.
Allí encontré a Ruperto, ya había escuchado a Alí contar y cantar su historia... en Valle Verde te hallé Ruperto y confieso que no hubiese querido hallarte ni escucharte, ya Alí en su relato melódico y melancólico me hace estremecer de dolor e indignación por la impiedad de este maldito sistema, el corrupto e indolente sistema del capital.
Ay Ruperto tu dolor inmenso!
Quise apretar tus manos y llorar contigo, quise abrazarte Ruperto y arrancar de tu pecho un poco de tu dolor enfermo. Vaciaste tu alma allí y te marchaste rápido compañero, yo, me quedé con algo tuyo Ruperto, me quedé con tu rabia y la infinita tristeza que obliga a buscar justicia y exigir sentencia contra los que apuñalaron tu corazón ya herido y roto, tu corazón que alberga el sufrimiento de todos los que pierden un hijo y posponiendo el dolor mortal deben también mendigar para enterrar al hijo muerto.
Estabas iracundo Ruperto, tormento y rabia a la par, es tristeza lo que sientes, es nostalgia y desolación.
Otro Ruperto, otro más!
Cuántos más Dios mío... Cuántos más!
Otro que sufre y se rompe bajo la aplastante injusticia, bajo la cruenta indolencia.
No hay paz... No hay!
Nadie mira, ni siente, nadie escucha su sollozo; su sollozo es imprudencia, es insulto e impotencia.
Ruperto, tu hijo Ruperto!
Tu hijo muerto, tu hijo inerte. Y tu corazón roto Ruperto, tu corazón roto y muerto como tu hijo roto y muerto!
Pero no es la muerte la que envilece e indigna a Ruperto, la que retuerce y endurece su alma y sus sentimientos, no es la muerte que desolla su alma y enfurece su razón... Es la vida la que lo destroza, la vida amarga y mísera, la vida de agonía y privación.
Es la injusticia certera, la que también está ciega como su hermana mayor.
Ay! Por qué es certera la injusticia?
Por qué hiere siempre al noble?
Por qué asesta su golpe al que tiene corazón?
Tumba tu casa Ruperto, que tu hijo quieto y muerto necesita su cajón.
Tú para que quieres techo?
Te tocó meter el pecho y
hoy vas sin hijo y sin techo
llorando tu desazón.
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Maite Ortega: candidata del PCV - Circuito 4 Carabobo.