He retuitiado recientemente tu artículo, como suelo hacer, por cumanés y solidario con tus preocupaciones que también son mías, ese en el cual pides ayuda para el "cronista vitalicio" de Cumaná, Ramón Badaracco. Pese no le conocí, no obstante fui amigo de su hermano Marco Tulio, el médico; pues cuando éste regresó recién graduado, creo de España, a ejercer en Cumaná, él militaba en el PCV y yo en el MIR. Este Marco Tulio, cumanés, hijo de familia entonces tenida como de "las principales", como se decía en la vieja narrativa, se hizo comunista en la España franquista. En la Cumaná de entonces, los Badaracco eran "de la crema" y yo apenas un párvulo del barrio Río Viejo, en el camino hacia las Palomas, más bien una aldea de pescadores.
En una oportunidad, unos años atrás, siendo Ramón Martínez, el gobernador, intenté comunicarme con Ramón Badaracco por un asunto de mi importancia, pero relacionado, en cierta medida, con sus funciones y no obtuve respuesta.
Ahora, se me ha ocurrido planteártelo a ti, dadas tus aspiraciones a cronista. El caso es este:
Mi padre, quien murió teniendo yo apenas 10 años de edad, se llamó Paco Damas Blanco. Por su segundo apellido, siendo cumanés, habla que fue primo de Andrés Eloy. En efecto, mi abuela paterna Anita Blanco Prada, fue hermana del padre del poeta de Giraluna. Es decir, mi papá y Andrés Eloy, fueron primos hermanos. Para más señas te diré que, mi padre, fue presidente de la Corte Suprema de Justicia del Estado Sucre, de cuando la Constitución Federal, en los tiempos de Medina. Pudieras preguntarte ¿cómo es posible que este señor que me escribe siendo hijo de ese señor nació y se crió en el barrio Río Viejo, uno de los más pobres de entonces y en rancho de techo de palma, paredes de bahareque, caña brava y piso de tierra? Para más señas, el agua la tomábamos de una pila pública cercana.
Buena pregunta. Pero esa es una bella historia y podría contártela otro día. Aunque, la explicación que bien conozco, pues es lo más bello que me une a mi padre, aparte de los afectos que me dio siendo niño y me sentaba en sus piernas y me leía poesía y textos de los clásicos, está en el hecho que mi viejo fue un verdadero poeta, pues no sólo los escribió, sino que vivía inmerso en bellos sueños, sueños poéticos, por lo que vivió en coherencia con ellos. Valerse del cargo par atesorar riquezas materiales, obtenidas de una forma u otra, no entraba en los sueños de mi padre. Además, eso lo vi con mis ojos de niño, todas las quincenas alguna gente hacía cola a las puertas de la oficina suya, en el viejo palacio de gobierno de Cumaná, situado frente a la plaza Bolívar, a recibir de él su ayuda.
Lo sustancial, por lo que te escribo, es que mi padre fue un poeta muy productivo, pero un bohemio, de esos que escribía en papel de estraza, esos de envolver en las bodegas y sus poemas se perdían y se quedaban por allí regados, en las manos de los amigos y arrastrados por el viento aun en nuestro humilde rancho.
Recuerdo que siempre solía decir, en una casa puede faltar lo que sea, nunca una máquina de escribir y un diccionario y lo primero a entrar en la mañana es el pan y el diario. Yo logré rescatar de la biblioteca del viejo Víctor Manuel Ovalles, aquel viejo maestro de la escuela de Farmacia de la UCV, en Caracas, abuelo de los poetas Caupolicán Ovalles y Lautaro Ovalles, de quienes fui amigo, un pequeño libro, donde mi padre trataba un tema gramatical y de estilo poético, pero por los azares de la vida clandestina, en los tiempos de Betancourt, lo perdí.
Pero sé, recuerdos de niño, que mi padre publicó bastantes poemas en el periódico "El Renacimiento", del impresor y periodista Juan José Acuña, a quienes, periódico, editor y periodista, el cronista de Cumaná debe darle importancia y rescatar todo lo que a eso concierne.
Cuando le escribí a Badaracco acerca de la posibilidad de averiguar si existía en Cumaná un archivo sobre ese periódico, con la intención de buscar allí los trabajos de mi padre, no recibí respuesta. Yo supongo que ese archivo, el de "El Renacimiento", el periódico de Acuña, debe estar en algún lado.
Cómo sé aspiras ser cronista de Cumaná, yo te aporto esta idea; que intentes rescatar esa historia; pues ese periódico, publicado por Acuña en su imprenta, que en los últimos años estuvo al frente del Liceo Sucre, es de mucho valor para la cultura e historia cumanesa. Hasta podrías ayudarme a encontrar allí algo de los trabajos de mi padre. Alguien, quien pudo haberme ayudado, "el poeta" Arévalo Patiño, quien llegó a ser profesor en la Facultad de Humanidades de la ULA, en Mérida, hijo de Amalia Patiño, hermano del gran pelotero Aureliano Patiño o "Toña la Negra", recitaba los sábados en la radio Sucre*, la primera emisora cumanesa, pues antes sólo existía la "Publicidad Sol", una radio de circuito cerrado, poemas que mi padre escribía para ese fin, murió antes que yo tomase conciencia de la importancia para la cultura cumanesa y para mí de este asunto. Te voy a dar un dato, mi padre escribió un poema, este recuerdo es de mis 9 años de edad, sobre la batalla de "El Salado·", donde Piar enfrentó a Boves, tratando de detenerlo en 1814, en aquellos tiempos de lo que los historiadores caraqueños, como el romántico Eduardo Blanco, llamaron "La emigración a Oriente". Fue esa, la batalla de "El Salado", la única derrota que el héroe de San Félix y Angostura, sufrió en su exitosa carrera militar y en favor de nuestra independencia. Y fue víctima de ella, dada la inmensa multitud que Boves arrastraba tras de sí y pocas las fuerzas que Piar comandaba. Ese poema de lo poco que recuerdo, repito tenía 9 años de edad, dice "banderas y banderolas en la sabana de El Salado".
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