Ayer, los que vivimos en el infierno junto al mar en el que han convertido al estado Vargas tuvimos la reconfortante experiencia de ser testigos de un paro de transporte cometido por los conductores de las líneas que transportan el ganado humano, llamado pasajeros, en la ruta Caracas – Catia La Mar.
Así, sin más, estos mercenarios del volante, se han lanzado como hienas tras seiscientos bolívares, que durante meses habían tratado de arrancarle a mordiscos a los bolsillos de los usuarios. Ayer después de declararse en paro, para sumarse a la conspiración inflacionaria de los privados, con FEDECÁMARAS a la cabeza y trancar la autopista Caracas- La Guaira, bajo la cómplice mirada de las autoridades, decidieron imponer su voluntad a los coñazos.
Antecedentes
Desde el año 2000, después de que el cielo se desgajó y arrastró consigo un racimo de más de 20.000 seres humanos, los transportistas arrancaron con el despojo de la población, cada centavo, cada oportunidad. Que si llovía, que si llovió, que hay mucha agua en la carretera; cualquier pretexto era bueno para la mordida. Y los usuarios y las usuarias debíamos pagar porque sólo así preservábamos nuestros puestos de trabajo en Caracas, porque sigue siendo una tragedia la dependencia que los habitantes del Litoral tienen con Caracas. En Vargas no hay ni una sala de cine, no hay parques, los paseos que existen son un hervidero de botellas partidas y un predio de tufo a mortecina de perros podridos –vayan al bulevar frente a la playa La Zorra, para que le echen nariz a la verdad más aromática del país. Se sigue viviendo como en el siglo pasado, dentro de un régimen de colonialismo interno, con el agravante que en lugar de dos fuentes de empleo, como existían antes, ahora sólo contamos con una: el aeropuerto, porque el Puerto de La Guaira pasó a mejor vida, apopléjico y funcionando con el menor porcentaje de su capacidad de movilización.
El segundo episodio de ensañamiento fue con la caída del viaducto, allí los conductores afilaron los colmillos, cuando no andaban revolcándonos con los carros de la línea, lo hacían desde sus carros piratas –los mismos choferes o sus avances. Vimos como las mujeres con sus críos al hombro, en plena madrugada pagaban 15.000 y 20.000 bolívares para poder subir al médico y no perder su consulta. Las hienas esperaban tras los volantes con los bolsillos llenos de mierda. Han sido 10 años de vicisitudes, de humillaciones. Vimos como “los peluches” esos matonzuelos que suelen contratar para “atender” a los usuarios y usuarias como convictos en las galeras, le caían a botellazos a un autobús que cargó con los pasajeros que tenían arrinconados en la parada de Capitolio, mientras azuzaban a los carros piratas a cobrarles 10.000 bolívares para bajar, mientras los carros de la línea; práctica consuetudinaria, permanecían ocultos – tal como ocurre todos los días a la hora pico.
Un poco de política
Ahora, cuando la oposición intenta arrollarnos con su dinámica de hambre, de especulación, acaparamiento, inflación, inducida por la complicidad de los lambucios que se encuentran tras los mostradores de los comercios y de los escritorios de los infiltrados de la administración pública, ahora que es perentorio el control vigilante de los gobiernos locales y estadales, aquí en Vargas las instituciones hacen mutis, se retiran como celestinas, alcahuetas de la rapiña. Quizá en un último arresto de vergüenza, en diciembre, las autoridades de tránsito y la Guardia Nacional lograron cierto control, pero sin embargo era vergonzoso ver a los conductores pedirle a los usuarios que mintiéramos y que le dijéramos a las autoridades que nos estaban cobrando lo justo: 2000 bolívares, mientras nos cobraban 3.000.
Durante los últimos 20 días ha sido una lucha a gritos y de resistencia de los usuarios por no entregarles sus dineros a los paracos del volante. Ni un policía, ni un fiscal, nadie para evitar una situación que se escapara de las manos, sencillamente decidíamos no entregar nuestro dinero. En ningún sitio está escrito que debemos pagar 2.600 bolívares por el pasaje, ni en la gaceta municipal, ni en la prensa, ni en ninguna declaración de los ausentes responsables de todo esto – nada, simplemente nada les justifica, sin embargo los paracos del volante subieron sus precios, hicieron un paro y trancaron la autopista, con eso pusieron en jaque al gobierno y se lavaron las patas con la legalidad – así a lo Juan Charrasqueado…
La reflexión
Cuando hubo el revolcón del 2 de diciembre muchos se preguntaron “qué pasó, qué ocurrió” como si hubiesen estado ciegos ante la desidia de los gobiernos locales y estadales, una gestión catastrófica que ha obligado al Presidente Chávez a echar a andar la Misión Especial para catalizar los procesos de formación de los Consejos Comunales, atender los servicios públicos, contener los cerros de basura, el deterioro de la vialidad, darle fluidez a los recursos, revisar los proyectos de las comunidades, en fin todo lo que dejaron de hacer nuestros flamantes burócratas.
Este impasse de los transportistas es una anécdota más, una “tontería” a los ojos de los camaradas “de arriba”, pero para las comunidades significa bajar la cabeza ante la arbirtrariedad de los paracos del volante y la ley de sus ganas.
Así pretendemos ganar una nueva elección, dándole más monedas del pueblo a la inflación y sin la voluntad de una medida alternativa, como podría ser una línea municipal o cooperativa que preste sus servicios eficientemente y que baje la beligerancia de estos mercenarios que ponen de cúbito dorsal a alcaldes, gobernadores, concejales, policías, guardias nacionales, fiscales de tránsito. Díganle a los miles de usuarios y usuarias de Vargas que el gobierno revolucionario defiende los intereses de las comunidades, díganles que los choferes mueren de hambre y por eso necesitan más de nuestro dinero, háganlo. Esta es la fórmula para perder las elecciones venideras; ya los fascistas afilan sus cuchillos, vienen por nosotros - los camaradas “de arriba” comprarán sus pasajes, se irán y quedaremos solos en la degollina.
Patria o Muerte ¿Venceremos?
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