El día 22 de Junio de 2.007, un día antes de celebrarse del día del abogado, la presidenta y otros miembros del Colegio de Abogados del Estado Carabobo dan unas declaraciones a un diario regional; el diario pone entre comillas las palabras de la presidenta: “El ejercicio de la profesión se ha convertido prácticamente en una odisea, pues los abogados cada día tenemos que enfrentarnos, no solo a la competencia desleal y al ejercicio ilegal a través de los gestores, sino también a la tremenda ineficiencia que existe en el Poder Judicial” Más adelante dice, de nuevo las comillas: “Tenemos que reconocer que muchos jueces no están preparados ni están aptos para administrar justicia. Por eso es que digo que el ejercicio de la profesión se ha convertido en una odisea, por lo que pienso que hoy más que nunca debemos emprender luchas para atacar este flagelo que nos está atacando”
Fíjense que concluyentes son las opiniones que en contra de sus colegas hace la presidenta del gremio: competencia desleal entre abogados, ineficiencia del abogado cuando labora en el Poder Judicial, ineptitud del abogado en el ejercicio de la administración de justicia, y para colmo, los califica de plaga que hay que combatir. Observe el lector que de la boca de la presidenta del gremio no brota una sola palabra amable o de estímulo para sus colegas, ni siquiera por estar los abogados en la fecha de celebración de su día. Después interviene la tesorera del gremio regional y añade, en el diario siguen las comillas: “Unos de los principios que más se enarbola es el de la celeridad procesal, sin embargo en Venezuela se presentan casos de juicios que duran hasta 10 años” Más leña para atizar el fuego, ya que son los abogados los deben dar a los juicios celeridad procesal. Claro está que son los abogados que se desempeñan en el Poder Judicial los que retardan los juicios, por eso ha debido la tesorera ser más delicada al tratar a sus colegas y en este especial día pedirles hacer un esfuerzo por enaltecer la dignidad del gremio deponiendo esa manera de presionar a los procesados y sus familiares.
Y para rematar viene el insigne decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de Carabobo y pone el punto final, el diario sigue con sus comillas: “Hoy más que nunca se necesita de abogados con temple de acero para defender los ideales democráticos, luchar por la conquista de un verdadero estado de derecho y que además sientan un profundo amor por Venezuela” Total, que en el año 2.007, en el día del abogado, éstos reciben un inesperado chaparrón de insultos por parte de colegas que tenían el deber de cobijarlos y prodigarles toda clase de bendiciones, ello, con la finalidad de alentar a quienes conforman el gremio a que cada día obtengan una mayor preparación académica y que sus actuaciones profesionales, como personales, deben estar revestido de una alta moralidad; y así tratar de proteger y exaltar la labor del abogado.
En general, no es mentira que la población venezolana guarda un inmenso recelo de los abogados y que cuando tiene que recurrir a ellos lo piensa más de una vez, por saber que esa relación no será nada fácil y que probablemente se le tornará perniciosa. La información que tiene la gente, es de que en cualquier sede del Colegio de Abogados estos profesionales se reúnen y, encontrándose en ese lugar los defensores, acusadores y jueces, negocian los casos que llevan. Sin embargo, tengamos fe en que la nueva directiva impedirá que la sede del Colegio, en el Estado Carabobo, siga utilizándose como el lugar perfecto para urdir componendas entre litigantes y magistrados, y como antes, sea un sitio de sano esparcimiento visitado por el abogado, sus familiares y amigos invitados.
Esperemos, pues, que en adelante, los directivos del Colegio de Abogados de Carabobo llamen a sus afiliados de manera permanente para que realicen cursos de ética profesional, que no defiendan y protejan de forma automática a un agremiado que pública y notoriamente tuvo un mal comportamiento personal o profesional, que eviten por todos los medios posibles que el abogado caiga en delito al desarrollar su profesión, y que erradiquen la práctica infame de que sean utilizadas las instalaciones del Colegio de Abogados para realizar toda clase de sucias transacciones.
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