De algún modo
u otro a todos nos atañe e involucra el compromiso y la necesidad por
remediar nuestro sufrido y recrudecido problema de la inseguridad. Sabido
es que el primer y más urgente paso para curarse de cualquier enfermedad,
es aceptar concienzudamente que se haya enfermo.
Por diversos
factores incidentales se debe estar consciente que nuestra sociedad
sintomáticamente se haya enferma. Por los muchos esfuerzos que significativamente
se llevan a cabo en nuestro país, imperativo es reconocer que compartimos
la misma desgracia que alarmantemente mantienen en zozobra a las grandes
ciudades del mundo occidental.
Precisamente
en esta paupérrima actualidad capitalista de nuestra occidentalidad,
donde todo y todos tienen su precio y su valor de cambio, hoy de modo
aberrante se demuestra y evidencia el estado putrefacto de su realidad,
cuando con hegemónicas intenciones de dominación, estratégicamente
pretende minar las salud y la entereza moral de las sociedades y los
gobiernos de los países que les son convenientemente atractivos. Ideológicamente
inoculando una anticultura que sacraliza y prevee con el “no me den,
pónganme donde hay” y con el “cuánto hay pa’eso” la desesperanza
(sobre todo en nuestra juventud) y la carrera hedonista y contrarreloj
de procurarse un suicida “bienestar” de modo “fácil”, inmediato
y desenfrenado.
Tan sólo a
modo de un breve ejemplo para reflexivamente “espulgarnos”, qué
interés o estrategia verdaderamente puede haber para pretender bajo
una cuantiosa y desmedida inversión técnica y publicitaria, promocionar
el oscuro, viciado y delincuencial mundo desde donde, transformados
en “artistas” o estereotipos de consumo, sus principales monigotes
y exponentes, los reggetoneros, con su anticultura estimulan y cotizan
ese modo de vivir con la muerte y la drogadicción de modo idealizado.
El tema de
la inseguridad en el estado Zulia es hora de verdadera e ideológicamente politizarlo. Cosa diferente sería electorizarlo como lo pretende hacer
quien, con casi diez años frente a la gobernación de nuestro Estado,
y con una de las más grandes policías del país, desde el principio
de sus dos mandatos, porfiadamente insiste en convencernos que no tiene
responsabilidad ni incidencia en la procuración de soluciones.
La reciente
y desmedida campaña que se ha originado y motorizado desde la gobernación
en contra del candidato Gian Carlo Di Martino nos parece el síntoma
más acostumbrado de quien, viéndose atrapado y en aprieto, pretenden
huir como dicen que hace el avestruz cuando tiene miedo. Los recientes
escándalos que comprometen a funcionarios de la Policía Regional (del
estado Zulia) en la desaparición y venta de TONELADA Y MEDIA DE DROGA,
la que habiéndose almacenado y custodiada por ella tras una serie de
incautaciones, “misteriosamente” se desapareció del Depósito de
Evidencias del Comando de Los Patrulleros.
Pero esto no ha sido todo en lo que ha estado incurso este cuerpo policial últimamente. Sólo a escasas semanas se produjo el secuestro express de la hija del Secretario de Seguridad Ciudadana de Alcaldía de Maracaibo, y existen serias razones para responsabilizar a miembros de este cuerpo policial, quienes a fin de intimidar habrían dejado una nota para que su padre desistiese de la investigación de varios casos en los que también se presume la participación de estos “señores”.