Las salientes autoridades del Municipio Libertador del Estado Mérida, de la mano del propietario de la constructora Sambil, Salomón Cohen, anunciaron su intención de desarrollar un proyecto que contempla la construcción de un centro comercial de esta cadena, un hotel Lido, y extensos estacionamientos. Todo esto se realizaría en la zona conocida como la meseta de Zumba, al sur de la meseta de Mérida.
El proyecto lleva el sello de la gestión unilateral del desarrollo urbano, pese a toda la propaganda acerca de la democracia participativa que caracterizó a los gobiernos del alcalde Carlos León y el gobernador Florencio Porras, ambos adscritos al partido del presidente Chávez. La voluntad política de ir "con todo" en pos del cambio del uso de la zona para adaptarlo a las exigencias del gran capital, es una muestra inequívoca de la orientación de la política real de esos gobiernos, más allá de la retórica.
Las ciudades continúan sus dinámicas de crecimiento a pesar de que la legislación relativa al ordenamiento del territorio en todos los niveles (nacional, estadal, regional, municipal) se encuentra derogada desde hace ya casi dos años, a fin de abrirle las puertas a una nueva Ley de Ordenación del Territorio, cuya primera discusión está aprobada actualmente.
Esto no supone que los numerosos instrumentos normativos que establecen parámetros para la planificación, entre los que están los planes especiales, concebidos para una zona o unidad relativamente pequeña, por ejemplo una parroquia, hayan sido dejados a un lado por completo. Pero nos encontramos con que esas normas se relativizan en función de los intereses inmediatos del capital y la burocracia estatal.
En el caso de Zumba, existe un plan especial redactado por el MINDUR (antiguo ministerio cuyas competencias están incluidas en las del MINFRA actual), realizado en la década de los 80. La ULA por medio de la UCEP (Unidad de Consultoría Externa y Proyectos de la Facultad de Arquitectura y Diseño) hizo una versión nueva del Plan, para responder a una de las infames tretas del ex rector Léster Rodríguez, quien promovió la adquisición de los peores terrenos de Zumba, ubicados al extremo de la meseta, para promover el desarrollo de las parcelas intermedias, en el marco de un proyecto inmobiliario del Fondo de Previsión de la ULA (FONPRULA). La elección del copeyano Léster Rodríguez a la alcaldía de Mérida probablemente significa la continuidad del apoyo de la municipalidad al proyecto de los Cohen.
Con la elección de Carlos León y la adjudicación a Mérida de una subsede de los Juegos Nacionales "Andes 2005", se aprobó apresuradamente una versión modificada del plan para incluir el elevado y el estadio, además de incorporar funciones que no estaban contempladas para la zona. Por lo jugoso de los negocios en esa meseta, se le conocía entre los constructores como "Lomito 1".
Las principales dificultades que enfrentaba este desarrollo eran la vialidad y el servicio de agua potable. Es por ello que la construcción de un elevado no sólo va de la mano de la construcción del Estadio, sino que permitía darle acceso a las parcelas sin tener que proceder a la costosa expropiación de las casas de la clase media alta en La Mara, y el consecuente deterioro de la calidad de vida de esos privilegiados con el aumento del tráfico.
Adicionalmente se estimaba necesaria la construcción de dos tanques de agua potable de 200.000 litros de capacidad cada uno. Sin embargo sólo se ha construido uno hasta la fecha, y como parte de otro negocio inmobiliario peculiar.
Luego de haber logrado por medio de la presión política de una coyuntura nacional (Andes 2005) que se abriera la brecha a la explotación de esos terrenos, ahora van por la inclusión de una serie de usos, en la perspectiva del máximo provecho para los capitalistas. El área tiene una importancia estratégica, por lo que el modelo de desarrollo que se adopte y los intereses a los que responda este modelo son indicativos del carácter político del gobierno local y regional.
La expansión del Área Metropolitana de Mérida apunta hacia el sur, pues el norte está seriamente restringido por las medidas de protección de los parques nacionales y la cuenca del Río Mucujún, principal fuente de agua para la ciudad. En cambio, hacia el sur aún existen grandes cantidades de tierra edificable a bajo costo, es por ello que Lagunillas o Chiguará vendrían siendo a Mérida lo que Baruta, Los Naranjos o el Hatillo a Caracas, en el sentido de que son áreas de expansión y dormitorio.
En este escenario, la meseta de Zumba vendría a ubicarse en el centro de esa área metropolitana (eso es lo que ven los dueños de Sambil) y de ahí será posible acceder a la mayor parte de ese espacio con relativa facilidad. Adicionalmente, habría que contar con la futura perimetral del Chama, que le daría a estos terrenos una comunicación rápida con el norte de la ciudad y el páramo. En suma, se trata de la mejor ubicación posible en el contexto del desarrollo de la ciudad de Mérida en los próximos años.
Una gestión comprometida con los intereses de las mayorías populares, y no sólo con el lucro derivado del negociado con empresas capitalistas, vería en este lugar la oportunidad de desarrollar un verdadero centro cívico de escala metropolitana, con servicios culturales y recreativos para todos. Mientras tanto, el proyecto de la constructora Sambil supone la destrucción de uno los últimos pulmones de la ciudad, que se vería destruido para saciar la voracidad del capital y dar entrada a Mérida de lleno al “modelo civilizatorio” que postula la globalización neoliberal. Por ello, la población puede y debe manifestarse acerca del destino de esta zona, y al hacerlo asomar la perspectiva de atender a las necesidades sociales antes que a la ganancia privada. Desde los consejos comunales, los colectivos ambientalistas y las organizaciones populares autónomas, debe emprenderse la movilización por la defensa de los espacios verdes que aún le quedan a la ciudad, y por la definición colectiva del mejor destino que pueda dársele a esos espacios.
Un jardín botánico metropolitano, o un parque de grandes dimensiones con infraestructura dedicada a la promoción cultural, análogo al Centro Cultural La Estancia de Caracas, vendría a llenar un requerimiento urgente de la ciudadanía merideña, al tiempo que representaría una atractivo para el turismo, que se pretende explotar como rubro económico en la región. Actualmente Mérida no cuenta con un teatro o una sala de conciertos de calidad y con capacidad para un público numeroso.
Existe un precedente reciente que demuestra que la movilización y la denuncia pueden neutralizar proyectos lesivos del ambiente, aún cuando estos sean impulsados por entidades con mucho poder. Se trata del proyecto de construcción de instalaciones de PDVSA en el Valle del Río Mucujún, zona protegida por un régimen especial ambiental. Pese a las presiones ejercidas por las autoridades de la empresa estatal en la zona, el proyecto contó con una tenaz resistencia, que impidió la vulneración de la normativa ambiental. Hoy en día, los terrenos en los que se proyectaba construir las edificaciones están destinados a un proyecto de reforestación de la Misión Árbol.
En una sociedad capitalista, sometida a las arbitrariedades del poder económico y sus aliados estatales, queda en el grado de organización de las mayorías populares la posibilidad de resistir y defender un desarrollo urbano que responda a los requerimientos colectivos, y que eleve el nivel de vida de todos. Desde las luchas articuladas con este fin, se puede rescatar la visión del patrimonio común que constituyen los espacios públicos.