Creo necesario generar un debate acerca de la Descentralización, sobre todo dadas las circunstancias que produce la modificación de la Ley de Descentralización y la decisión de revertir la competencia exclusiva en puertos, aeropuertos y carreteras que le había sido asignada a los Estados y Municipios inicialmente. En un primer momento – sobre todo para el que desconoce el proceso histórico – la reversión es un “zarpazo” a la democracia. No obstante se hace necesario explicar ciertas cosas.
Históricamente, con la finalización del siglo XIX y principio del siglo XX, se inició un proceso de fortalecimiento y centralización de las funciones del Estado, explicado por el excesivo atomismo que caracterizó a la Venezuela de esos años. El sistema federal implementado por Antonio Guzmán Blanco, que fue el resultado y consecuencia de la Guerra Federal produjo la reproducción de micro-centros de poder en las regiones, que establecieron un precario equilibrio de poderes con el Ejecutivo Nacional y en muchos casos, suscito una intervención armada en determinadas regiones – entre ellas el Zulia- para doblegar los intentos de una autonomía que amenazaba la unidad nacional.
La Centralización del poder fue clave para lograr la modernización de la sociedad venezolana. El establecimiento de unas fuerzas armadas al servicio del Estado y protectoras de la seguridad y defensa de la Nación, el sistema de unidad monetaria formulada desde la creación del Banco Central de Venezuela en 1940, son sólo algunas muestras de los efectos de la centralización. Por último, no debe desconocerse el papel de los partidos políticos como facilitadores de la centralización del poder. Todo ello favorecido por el uso de la renta petrolera como base del financiamiento de ese proceso de modernización que permitió entre otras cosas la elevación de las condiciones de vida del venezolano, la reducción de las tasas de mortalidad y el incremento de la esperanza de vida. No significa esto que el centralismo no haya tenido problemas, lo que queremos decir es que no todo en el centralismo fue malo.
La descentralización es el proceso donde se transfirió poder político desde el gobierno central, a instancias del Estado cercanas a la población, dotadas de independencia administrativa. La explicación de este proceso debe encontrarse dentro de la órbita de reformas de 1era generación propuestas por el modelo liberal, que sugirió la obligatoria reducción del Estado Central y la progresiva transferencia de sus responsabilidades a las autoridades regionales y locales. El planteamiento era sencillo: el Estado Central bajo los señalamientos del Consenso de Washington debió asumir sólo la administración del régimen de propiedad, la seguridad de las fronteras y la protección de los intercambios comerciales. Todo lo demás quedaba bajo la acción del mercado, que debió establecer sus propias dinámicas.
La descentralización se tradujo en un proceso de flexibilización laboral, a través de la privatización de los servicios de la gobernación, mediante la conformación de organizaciones de empleados y obreros que se encargaban de la ejecución de las obras de mantenimiento y limitaban la responsabilidad del Estado Regional en el pago de las prestaciones sociales. Por otra parte los excesos de la descentralización y la dinámica que generó en algunas localidades al producir el surgimiento de caudillismos locales –al más puro sentido decimonónico- como los sucedidos en Carabobo (Salas Romer), Barinas, Sucre (Ramón Martínez), Aragua (Tablante) llegaron al colmo de permitirse el establecimiento de convenios internacionales entre los estados regionales y organismos o países extranjeros. No obstante, sin duda hubo bondades en el proceso, pues permitió el surgimiento de un debate político que en el Zulia fue encarnado por figuras como Luís Homez, que surgió como un paladín de la democracia ante los abusos generados por el regionalismo descentralizado.
La situación hoy en día es distinta. La formula de desmontaje del Estado demostró su perjuicio y ante ello vivimos un proceso de refortalecimiento del Estado Nacional que ha tenido sus bondades: una política social de nuevo centro y motor de la acción estatal, recuperación del precio internacional del petróleo y con ello aumento del financiamiento. En ese proceso, se ha producido un choque entre el Proyecto Nacional formulado y el accionar de los gobernantes locales y regionales, que sí bien tienen una base democrática están en la obligación de cumplir el mandato del contrato social vertido en la Constitución. En el caso del Zulia y Manuel Rosales, hemos asistido a una dinámica de manipulación de la zulianidad y a un acelerado despilfarro de recursos provenientes del aeropuerto y el puerto que no aparecen nunca reflejados en los ingresos y egresos del Estado, no ponemos en duda que con esos recursos se hayan construido obras pero con parte de ellos se han generado desviaciones que son necesarias subsanar. Finalmente, la decisión de modificar la Ley es producto de las contradicciones surgidas entre los Artículos 156 y 164, que establecen las competencias del poder público nacional y estatal. Sin duda es necesario un debate, pero no en los términos de manipulación propuestos por Manuel Rosales y Un Nuevo Tiempo.
(*) Dr.
Historiador
Juane1208@gmail.com
30/03/2009