Ciencia: la gran huérfana de la Revolución

Tan importante es reconocer los grandes logros de la Revolución Bolivariana como reconocer críticamente sus errores. La crítica, aceptada con humildad, es indispensable para corregir los errores, redirigir los esfuerzos y enderezar el rumbo a tiempo. No hacerlo puede conducirnos a perderlo todo. Quienes dirigen nuestros destinos en el área de la ciencia deben hacerlo desde ella y no exclusiva y ciegamente, como se ha venido haciendo, desde la improvisación y la politiquería. Deben aguzar sus sentidos y asesorarse mucho mejor. Están distraídos y, por tanto, errando. Busquen y oigan a los sabios. Recuerden al Maestro Jacinto Convit: "La ciencia es el motor del desarrollo de un país". Contar con individuos intelectualmente sólidos hace poderoso a un país. El conocimiento es poder. Es una necesidad nacional urgente.

  • Para hacer ciencia se necesitan científicos: hay que formarlos. Pero para formarlos debemos dejar la pichirrez. Basta de becas miserables en un país que literalmente flota sobre petróleo. Sembremos realmente este recurso. Comparen las becas de postgrado otorgadas por países que cuentan con elevado nivel científico con las becas que aquí se otorgan y verán que las nuestras no satisfacen ni las necesidades más básicas del estudiante. Entonces ¿cómo esperamos así una adecuada formación de capital humano para nutrir la ciencia?
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  • El científico debe tener libertad para escoger lo que investiga. Está bien dirigir la mayor parte del financiamiento hacia áreas prioritarias, pero sin negar o descuidar otras cuya trascendencia futura desconocemos. ¿Quiénes deciden qué es prioritario y qué no? ¿Cuáles criterios utilizan? El librepensamiento es parte esencial de la ciencia (cf. Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell). A Semmelweis nadie le hizo caso y murió, humillado y septicémico, a los 47 años, porque en su época no entendieron el alcance de sus descubrimientos. Si no lo hubiesen subestimado se habrían ahorrado cientos de miles de muertes horrendas.
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  • La ciencia requiere una inversión enorme pero altamente justificada. Para hacer ciencia se requiere no sólo excelente capital humano (que lo hemos perdido en cantidad insólita), sino numerosos insumos, reactivos y equipos especializados que no producimos. Por ello, hay que garantizar que la adquisición de los mismos sea expedita, sin tanto burocratismo, que lo más valioso para el investigador es su tiempo. El organismo administrador de divisas no debe seguir imponiendo trabas que se traducen en meses o años de retraso. Por ejemplo, en cualquier país que le da importancia a su actividad científica, el tiempo para obtener insumos en un laboratorio usualmente no pasa de uno a tres días, de tal manera que la investigación no se detiene. En nuestro país, ¡debemos esperar a veces más de un año!
  • El científico utiliza mucho tiempo de su vida para formarse. Sólo un pequeño porcentaje de los profesionales de un país se dedican a ello. Por eso, perder un sólo científico tiene enorme impacto sobre el progreso de la Nación. Tomando en cuenta esto, es lógico que recibiendo un sueldo que no le permite mantenerse y mantener a su familia, sin tomar en cuenta la imposibilidad (en la práctica) de ejercer su profesión por otros factores que escapan de sus manos, ningún científico está realmente dedicado a la ciencia, i.e., fuga de cerebros. En la praxis, significa la misma pérdida el que se va del país que el que, sin irse del mismo, abandona la docencia y la investigación (o cualquier otra profesión relevante para el desarrollo) por otra actividad que le permita subsistir (biólogos moleculares vendiendo chicha, ingenieros químicos vendiendo ropa interior, médicos cirujanos de taxistas, doctores en ciencias atendiendo heladerías, ingenieros agrónomos vendiendo marquesas). El biólogo molecular podría producir insulina recombinante para dejar de depender de los gringos (soberanía biotecnológica); el químico podría convertir el petróleo en mejores fertilizantes (soberanía petroquímica); el médico podría salvar a alguien o investigar para hacer progresar a la Humanidad (soberanía del conocimiento, soberanía sanitaria); el doctor en ciencias podría buscar mejores tratamientos para salvar a nuestros niños de la malaria, del envenenamiento ofídico o escorpiónico, de las diarreas, del asma (soberanía sanitaria, soberanía científica, soberanía del conocimiento); el ingeniero agrónomo podría fortalecer el agro con su sabiduría y sus investigaciones (soberanía agropecuaria). Cualquier trabajo dignifica al hombre, pero formar profesionales es muy costoso en tiempo y dinero para el país; y mientras más complejos son los problemas a resolver, mayor nivel de formación profesional se requiere. También es una gran pérdida que el profesional abandone el sector público para enriquecer al sector privado. Por todo lo anterior ha creado el Gobierno del Ecuador el programa Prometeo, captando cientos de científicos de alto nivel para impulsar la ciencia en su país. Les ofrecen lo que merecen y se van, así de sencillo. Mientras tanto, el MPPCTI pretende apoyar al investigador a través del PEII (Programa de Estímulo al Investigador y al Innovador) con 2400 BsF trimestrales (800 BsF mensuales, es decir, el equivalente al costo de unas pocas fotocopias o de una franela), que por supuesto nunca son cancelados a tiempo. Con el dineral que se traga la estupidez de mantener a Maldonado, a Duno, etc. en la F1, y otros gastos injustificados similares, podría cambiarse esta situación inadmisible. O con una pequeña parte del dineral que se pierde por la corrupción. Esas son las contradicciones que debemos eliminar.
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  • Al frente de la ciencia debe estar un científico de probada trayectoria, con vasto currículo, años dedicados a la investigación, con experiencia tutorial en la formación de doctores, numerosos artículos científicos publicados en revistas arbitradas nacionales e internacionales, así como poseedor de experiencia gerencial, de laboratorio y  docente a nivel de pre y postgrado. Debe dejársele trabajar suficiente tiempo. Es mejor tardarse en seleccionarlo que reparar los daños causados o el tiempo perdido por haber seleccionado a alguien no idóneo. Para impulsar la ciencia en el país (apartando cualquier crítica que pudiera hacérsele en otros ámbitos), Pérez Jiménez acudió al Dr. Humberto Fernández Morán, quien creó el instituto predecesor del IVIC  (IVNIC) apenas con poco más de 30 años de edad. Fernández Morán, quien no aceptó el premio Nobel por la condición de abandonar su nacionalidad, quien creó la cuchilla de diamante, quien trajo microscopios electrónicos a Venezuela y el único latinoamericano que tenía una carta de recomendación de Albert Einstein. Hay excelentes científicos en nuestro país, que conocen a fondo cómo debería enfrentarse el problema de la ciencia: ¡convóquenlos! No sigan ensayando, de enroque en enroque y de fracaso en fracaso. Y, por otra parte, ¿cómo se puede ser ministro de ciencia, tecnología e innovación y además presidente de la principal empresa estatal de telecomunicaciones? Actúen como si jugaran ajedrez. No vamos a ningún lado sólo comprando tecnología y promoviendo la "invención" de peladoras de topochos que usan motores chinos y transmisiones de carros gringos.
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  • Aparte de la gerencia principal, hacen falta individuos preparados para gestionar las políticas centrales a nivel regional, en materia científica, que pongan sus pies sobre la tierra. Por ejemplo, recientemente recibimos, los investigadores acreedores del PEII, una invitación al II Encuentro Regional de Ciencia, Tecnología e Investigación, encuentro que busca "generar e impulsar espacios de participación y articulación entre los actores locales que conforman el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación: Innovadoras(es), Investigadoras(es), Redes Socialistas de Innovación Productiva (RSIP), Estudiantes, Comunidades Organizadas, Cultoras y Cultores Populares, Técnicos y Trabajadoras(es) ligados a la actividad científica-tecnológica, quienes desde sus espacios impulsan y desarrollan de manera consecuente la innovación y la investigación en nuestra región" []. Con todo respeto les pregunto, a propósito de esa convocatoria tan adornada: ¿En qué país viven ustedes? ¿De qué ciencia están hablando? ¿Qué es lo que vamos a llevar? Vengan a los espacios donde debería estarse creando el conocimiento, para que vean agua negra salir por los grifos (cuando hay agua), para que vean lo que es parar proyectos por meses esperando una cotización, para que vean que los investigadores están todos en la calle haciendo de todo menos ciencia porque el sueldo no alcanza, para que vean lo que cuesta al país (en reactivos y experimentos perdidos) que se vaya la electricidad varias veces por semana, para que vean el daño que le ocasionan al país miles de parásitos enquistados en la universidad, para que vean miles de laboratorios cerrados, para que vean lo indignante que es mendigar divisas para viajar al exterior a formarse o a investigar, o lo que cuesta suspender viajes ya planificados por retrasos con las divisas o con el pasaporte, para que vean al gusano de la corrupción destruyéndolo todo vertiginosamente, para que vean el daño patrimonial, humano y académico que se ha profundizado por no poder cambiar de autoridades universitarias porque no se convoca a elecciones desde hacen años, para que vean carteleras de postgrados con información que no se actualiza desde 2008 (!), para que vean lo frustrante que es desgastarse en postgrados que no se pueden terminar a tiempo. Aterricen. Dediquen ese dinero y ese tiempo a visitar, diagnosticar, diseñar, articular, resolver, evaluar, informar, aclarar y aprender. Salgan del bureau y vengan a ver la verdad in situ, para que puedan coordinar con el poder central políticas realmente útiles.
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  • El acceso a las publicaciones científicas sin limitaciones es un aspecto clave para el desarrollo de la ciencia. Es absurdo el tiempo que hay que malgastar para buscar información por la falta de suscripción de nuestras universidades a revistas especializadas. Obviamente esa falta de suscripción en buena medida se debe a que la corrupción impide que el dinero alcance.
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  • Los que dirigen la ciencia en nuestro país deberían guiarse por buenos indicadores para saber el alcance de sus decisiones, tales como: el número y la calidad de los trabajos científicos realizados en el país publicados cada año en revistas arbitradas nacionales e internacionales (y las correspondientes citaciones), el número de egresados de los postgrados cada año (y por ende el número de trabajos especiales de grado realizados), el grado de dependencia tecnológica y de insumos de nuestro país, la calidad y la cantidad de actividades de extensión realizadas, etc.
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  • A pesar de la existencia de numerosas alternativas al uso de animales de laboratorio, la generación de conocimientos y de diversos productos de interés médico sigue dependiendo en gran medida de los mismos. Requerimos con urgencia la creación de un gran bioterio nacional (o si hay algún proyecto, concretarlo), donde se reproduzcan y ofrezcan conejos, ratas, ratones, cobayos, así como venenos de arácnidos y ofidios, con los más elevados estándares de calidad. Es extremadamente difícil conseguir animales de laboratorio en condiciones adecuadas y de manera oportuna para hacer investigación.
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  • Para tener ciencia y que ésta se traduzca en bienestar social, hay que rescatar la universidad. Y me refiero a la universidad que crea conocimientos, no la que sólo los consume. Aunque tengamos una matrícula universitaria extraordinaria, la formación de los estudiantes actualmente deja mucho que desear, porque se ha reemplazado la calidad por la cantidad (en unas) o porque se ha hecho insostenible mantener un alto nivel académico (en otras). No podemos seguir resolviendo un problema creando otro. Como le oí (palabras más, palabras menos) al eminente Profesor, ya fallecido, Dr. W. Dubuc Marchiani, en una clase magistral: "La universidad es una gran oportunidad para arrancar de raíz la natural estupidez humana". O, recordando a Siqueiros y su escultopintura "El Pueblo a la Universidad, la Universidad al Pueblo", sin verdadera universidad no tiene el pueblo dónde adquirir las herramientas a aplicar. Para darle la relevancia que merece éste, el más importante de los aspectos a considerar para reconstruir nuestra ciencia, considero importante leer el artículo del Profesor L. Fuenmayor Toro "Principales Retos Éticos de la Universidad Venezolana" (Aporrea, 18-11-2004), del cual cito textualmente algunos extractos que describen claramente la realidad de nuestras universidades y los principales desafíos que hay que superar si queremos cambiar esa realidad:

"[…]en medio de unas comunidades sin principios éticos de ningún tipo, permisivas en sus condicionamientos morales, indisciplinadas en el trabajo, sin una clara formación universal, sin un compromiso intelectual permanente, que parece ser la regla de casi todas nuestras comunidades universitarias, concluiríamos que no se puede contar con nuestras instituciones de educación superior para los importantes combates que se avecinan en este campo. […] señalábamos como indispensable que se impusiera en las universidades y demás instituciones superiores de educación e investigación la ética del conocimiento, que dirigiera la conducta de los universitarios en el sentido de actuar y enseñar a actuar sin prejuicios, sin posiciones visceralmente asumidas, sin fanatismos, sin a priori. […] La universidad debe reivindicar dentro de su comunidad la ética del trabajo, la cual está en total contradicción con el “facilismo” imperante en nuestras casas de estudios, pues si algo caracteriza a la actividad académica es la profundidad del conocimiento que se maneja, la cual requiere de intenso trabajo y profundos esfuerzos, imposibles de realizar en una institución con laboratorios cerrados, aulas de clases vacías, escuelas y facultades inactivas, bibliotecas paralizadas, enfrentamientos violentos entre miembros de la comunidad, ausencia de autoridad, todo lo cual crea un conjunto de situaciones que nada tienen que ver con la universidad y que la va apartando de sus actividades esenciales o la relega a ser una institución bizarra, irreconocible y completamente inservible al objetivo superior que estamos planteando como necesario en la coyuntura actual. Estas situaciones, estamos seguros, obedecen a planes finamente diseñados incluso más allá de nuestras fronteras, precisamente por los enemigos que debemos enfrentar. […] Mantener las instituciones universitarias abiertas y funcionando a plenitud sólo se corresponde con la existencia de autoridades muy bien formadas, capaces, eficientes, eficaces, honestas, dedicadas, en todos los niveles de dirección, lo cual es una situación totalmente incontrolada en nuestras universidades, pues sus claustros universitarios no fueron construidos en muchas ocasiones sobre bases académicas sólidas, sino sobre condiciones de clientelismo partidista, nepotismo, amiguismo y control político de las instituciones, las cuales no gradúan profesionales en los tiempos oportunos, no producen conocimientos suficientes en calidad y cantidad y, en muchas ocasiones, se colocan al servicio de intereses contrarios a los populares y nacionales. […] Su actividad creadora, además de incrementar el patrimonio cultural de la Humanidad y ayudar al avance del conocimiento científico universal, debe permitir la obtención de conocimiento pertinente a las necesidades de la población y así contribuir aceleradamente a resolver los graves problemas nacionales, además de asumir los retos que el verdadero desarrollo significa. […] Calidad de la formación y del trabajo de sus investigadores que les permita crear una comunidad científica respetada internacional y nacionalmente por su elevada y calificada producción intelectual; calidad que se desarrolle en el trabajo con las comunidades, sus líderes locales, los gobernantes locales, regionales y nacionales, para elevar las capacidades y la calidad del trabajo de la gente de manera que puedan asumir sus retos, administrar sus recursos y forjar sus propios destinos. […]Se hace necesaria e impostergable una revisión ética de conceptos como el de autonomía universitaria, pues detrás del mismo se han venido escondiendo distintas perversiones en la actuación de autoridades universitarias de diferentes niveles, en la actividad de gremios y sindicatos, en la labor académica de profesores y en el comportamiento de estudiantes y sus dirigentes. Esto ha llevado a un deterioro grave del funcionamiento universitario y al estancamiento de distintas instituciones. […] El patrimonio institucional es manejado alegremente, muchas veces signado por elementos claros de corrupción, con el enriquecimiento ilícito de autoridades y funcionarios, perversiones inaceptables que han conducido a daños y pérdidas patrimoniales irreparables en varias universidades. La producción académica institucional ha caído muy por debajo de lo sostenible, manteniendo a las actividades de investigación en un claro marginamiento inaceptable y suicida […]".

  • ¿Cuántas de las tareas pendientes comentadas en los párrafos precedentes están siendo resueltas? Si varios países cercanos (Brasil es un excelente ejemplo), han implementado desde hace algún tiempo políticas muy certeras para impulsar la ciencia, haciendo que el país se perfilara rápidamente como una potencia científica mundial, ¿por qué no aprender de ellos cómo lo hacen, cómo lo organizan, como lo dirigen? ¿Hasta cuándo improvisaremos? Impulsar nuestra ciencia requiere esfuerzos mucho más osados e inteligentemente dirigidos que los realizados hasta ahora.
  • Resumiendo, desde mi humilde perspectiva, si queremos realmente echar a andar la ciencia y con ella conquistar la soberanía, debemos, entre otras cosas:
  1. Reestructurar cargos cruciales en el MPPCTI, colocando gerentes formados para asumir el reto en materia de ciencia. Conformar equipos de trabajo de individuos sólidos en lo profesional y en lo ético. Solidez curricular y probidad.
  1. Convocar a los miles de individuos con alto nivel de formación que se nos han ido más los que aún no lo han hecho, ofreciéndoles condiciones socioeconómicas ajustadas a su nivel de formación, y competitivas frente a sus pares a nivel internacional. Atraer a los mejores científicos, profesores, investigadores. Garantizar la visita frecuente de académicos de universidades extranjeras a nuestras universidades. Convertir la "fuga de cerebros" en una "invasión de cerebros".
  2. Volver a la universidad. Es decir, rescatar las universidades tradicionales e impulsar la generación de conocimiento mediante el método científico en las nuevas (por causas distintas en cada caso, no se está haciendo esto en ninguna de las dos). Para ello, es indispensable concretar el asunto del ítem 2. Sólo así lograremos la soberanía.
  3. Solucionar las trabas laborales y el sindicalerismo que obligan a las universidades a tener que cargar con miles de trabajadores parásitos en todos los niveles. Acabar con el manejo doloso de los recursos destinados a la universidad. Declarar una guerra a muerte a la corrupción universitaria y extrauniversitaria.
  4. Elevar el nivel de exigencia curricular para todo individuo interesado en acceder a los cargos dedicados tanto a la administración de la ciencia como a su conducción. Esto debería extenderse a todos los cargos en la universidad.
  5. Resolver de una vez las dificultades para adquirir equipos, reactivos e insumos, así como el acceso a divisas para pasantías, postgrados, cursos y congresos. Las divisas dedicadas a las áreas prioritarias para el desarrollo del país no pueden ser administradas –en la praxis– como si fueran divisas dedicadas a la compra de perfumes, pantaletas, carritos y celulares.
  6. Resolver las dificultades en el acceso al conocimiento (suscripción a revistas arbitradas, obtención de libros, etc.). Vean cuánto cuesta un libro de texto.
  7. Promocionar mucho más la lectura en los espacios donde más se requiere. La lectura es la principal herramienta para captar talentos para la ciencia, en distintos niveles. No el internet libre en los liceos, no las tabletas, no las bibliotecas virtuales, porque el ojo no ve lo que el cerebro no sabe ¡Libros! De nada nos sirve la alfabetización tecnológica si nos analfabetizamos en todo lo demás. Multipliquemos las iniciativas de promoción de la lectura que actualmente se realizan.
  8. Exigir a los docentes investigadores alta productividad para perpetuar un justo y oportuno apoyo técnico y socioeconómico. Para exigir, hay que dar.
  9. Reconocer los méritos de los grandes hombres y mujeres que han dedicado su vida a la ciencia, y, con ella, al verdadero progreso del país. Se muestran como héroes nacionales muchos individuos que poco contribuyen al desarrollo, y se deja de reconocer a aquéllos cuyo aporte al progreso universal es difícil de cuantificar.
  10. Si permitimos que nuestra ciencia y la universidad, como lo están actualmente, sigan huérfanas y descarriadas por la desidia, jamás conquistaremos la soberanía y seguiremos siendo dominados.

 

El autor es: Docente UCV-Maracay

aerg58@gmail.com



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Andrés Eloy Rodríguez González


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