Como se sabe ya, el gobierno estadounidense prohibió la venta de armamento a Venezuela basándose en argumentos inverosímiles, aumentando el cerco que existe contra nuestro país y que podría incluir, en algún momento en el futuro, un bloqueo económico mucho más fuerte.
Alberto Muller Rojas, importante general venezolano, sugirió que nuestro país debería vender sus aviones F-16 a otros países, ya que no tenemos forma de comprar las refacciones necesarias para mantenerlos en funcionamiento.
Pero esta tarde el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Sean McCormack, nos lo prohibió: "Sin el consentimiento escrito de Estados Unidos, no se pueden transferir estos artículos de defensa, y en este caso F-16, a un tercer país (...) Y aunque este pedido fuera hecho, no tendría eco en el gobierno estadounidense". [1]
El problema está en que, si bien Venezuela pagó millones de dólares por adquirir esos aviones, ellos no nos pertenecen. Su diseño, su software y su tecnología sigue perteneciendo al gobierno estadounidense y a las empresas involucradas en su fabricación, y éstos puede decidir a quién se los vendemos o qué hacemos con ellos.
Grave, ¿verdad?
Aunque usted no lo crea, lo mismo pasa con el computador que está en su casa, y con los miles de computadores que hay en todo el país, incluyendo aquellos que están en los organismos del Estado.
No importa si usted pagó 2 ó 3 millones de bolívares por ese computador, no es del todo suyo. Si usted usa Windows, Word, Excel u otros programas privativos, y aún si los compró originales, ese software sigue perteneciendo a una empresa estadounidense (como Microsoft, por ejemplo) la cual le otorgó a usted una LICENCIA o permiso para que usted pudiera utilizar esos programas (la licencia es ese papelito blanco y verde con unos hologramas, que generalmente nunca leemos y guardamos en el fondo de una gaveta). Pero ese software sigue siendo de esas empresas, y no de usted.
¿Es eso lo que le conviene a Venezuela? Y si mañana Microsoft se debe ir del país porque Estados Unidos se lo exige, ¿qué harán quienes están atados al software de esa empresa?
Hoy continúa una ardua batalla en la Asamblea Nacional para lograr, a través de la Ley de Tecnologías de Información, que Venezuela pueda tener otro tipo de Software en su administración pública: el Software Libre. Lamentablemente, pareciera ser que algunas personas no comprenden que el Software Libre (cuyo código fuente está disponible en Internet, puede descargarse, modificarse y adecuarse a nuestras necesidades y ser NUESTRO) soluciona muchos problemas que el Software Privativo no hace.
Uno de esos problemas es la soberanía: si Estados Unidos decide endurecer las medidas económicas contra nuestro país, ¿qué haremos con todo ese software de Microsoft y de otras empresas de software privativo? ¿Cómo podrá el Estado venezolano mantenerlo, modificarlo, corregir sus problemas y asegurarse de que siga funcionando aún si las empresas que nos prestaban servicio debieran abandonar Venezuela por órdenes del gobierno estadounidense?
¿Se entiende que estamos hablando, sin exageraciones, de la repetición de un paro como el del 2002, que podría afectar progresivamente y poco a poco a TODOS los entes públicos que usen o dependan de computadores?
Al igual que ocurrió en países como Perú, España y Brasil, hay muchos intereses de por medio que quieren evitar que entendamos eso. Quieren regresarnos al pasado, aún aboliendo el Decreto 3.390 que firmó el Presidente Chávez ordenando la migración a Software Libre en 2004.
Esperemos que se pueda entender que el aunto es de soberanía. Pero también va mucho más allá: el Software Libre es solidaridad, es compartir con todos, y es fomentar el desarrollo del ser humano. En otras palabras, es socialismo.