La acumulación en el mundo de material explosivo de carácter social y el querer seguir resolviendo los problemas por la fuerza, por procedimientos propios de la Edad de Piedra, en un mundo totalmente cambiado, hacen posible la hecatombe en lo político. La militarización de las mentes, del modo de vida, debilita, y hasta podría eliminar, los frenos que en lo moral impiden el derrape hacia el suicidio nuclear. Sí, efectivamente, la cuestión se plantea así: o las mentes políticas se ponen a tono con las exigencias de la época, o la civilización, y la vida misma en la Tierra, estarán en peligro de desaparecer. De que hallemos fuerzas y valor para sobreponernos al peligro que encierra en sí el mundo actual, dependerá no sólo el progreso del género humano, sino hasta su propia existencia.
Es inmoral aplaudir el progreso científico-técnico, fingiendo no ver que sus beneficios son repartidos entre un reducido grupo de personas en la Tierra. Cientos de millones de seres están desnutridos, no saben leer ni escribir. Muchas de ellos no tienen techo. Lo que más duele son aquellos niños que diariamente mueren por inanición, por enfermedades, por falta de lo más elemental. ¡Esto sucede del principio del siglo XXI!, el siglo de la electrónica y de las "revoluciones verdes", de los vuelos cósmicos y de las posibilidades ilimitadas de alimentar, dar e instrucción a miles de millones de personas. Pero, además de no aprovechar como es debido estas posibilidades, de Gringolandia las usa contra el ser humano. Por esta razón el desarrollo de la ciencia y la técnica es má cara aún para de los pueblos.
En la producción moderna todos los trabajadores deben adquirir y perfeccionar sus conocimientos y hábitos. Sólo de este modo se puede mantener la capacidad de los dirigentes de acuerdo con las actuales exigencias, sobre todo, en los sectores más modernos de la maquinaria y la tecnología para la producción. Ellos deben mejorar de modo radical el comercio, los servicios a la sociedad, la organización del descanso de los trabajadores, la producción de artículos de consumo popular, así como aprovechar las posibilidades que tienen para incrementar la producción de alimentos.
En economía, lo que está a prueba son la eficiencia, la adaptabilidad a las nuevas tecnologías, las capacidades de producir con calidad y de competir en el mercado. Nuestra moral, nuestro modo de vida también están sometidos a prueba: en este caso se trata de su capacidad para desarrollar y enriquecer los valores de la democracia socialista, la justicia social y el humanitarismo. En nuestra América, todo el mundo tiene hoy puestas sus miradas (como ayer) en el pueblo venezolano: a ver si aguanta, a ver si sabe afrontar con dignidad el reto que el socialismo tiene ante sí. Con hechos, contrabajo tenaz hemos de dar la respuesta adecuada.
Tal postura del PSUV requiere mayor responsabilidad de los órganos de justicia. Sucede a veces que "se gasta la pólvora en salvas", dejando impunes crímenes contra los intereses del pueblo. La necesidad de seguir fortalecimiento la legalidad y el orden jurídico socialistas plante asimismo nuevas tareas responsables al personal de los tribunales, la fiscalía, a la milicia y otros órganos judiciales. A los órganos judiciales se les plantea la necesidad de cumplir estrictamente lo prescrito por la disposición, aprender a trabajar en las condiciones establecidas por el proceso de ampliación de la democracia y la publicidad, contando en esta Labor con la confianza y el apoyo de todo un pueblo.
Partiendo de que la reforma radical de la gestión económica en marcha concierne a las cuestiones clave del funcionamiento del sistema económico socialista, a muchos aspectos de la vida política y social y al estilo y métodos de trabajo y así, cuando uno labre su campo con sus manos y cueza el pan y haga sus zapatos, entonces sobre la tierra ya no habrá capitalismo, es el objetivos de la vida.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
