No hay que alarmarse cuando nos enteramos que el 70% de los colombianos residentes en Venezuela votaron a favor de Santos. Bolívar tuvo que independizar a los neogranadinos en contra de la voluntad y verdadero sentimiento de los granadinos de entonces cuya verdadera causa era la de defender con locura a los godos. No olvidemos que a Sucre lo mataron esos viles y miserables canallas que habían servido al ejército realista, como José Hilario López y José María Obando quienes llegaron a ser presidentes de la Nueva Granada y quienes asesinaron a Sucre (criminales adorados por Francisco de Paula Santander), y que en definitiva son la verdadera representación de los tipos como Uribe y Santos, y de esa nacionalidad sanguinolenta que es la actual nación lacaya de hoy día.
No olvidemos todos aquellos venezolanos que murieron en la Batalla de Bomboná luchando contra todos los hijos de puta pastusos que consideraban que su verdadero y único jefe era Fernando VII. No olvidemos que en esa batalla mataron al gran general venezolano Pedro León Torres (con una impresionante hoja de servicio bajo las órdenes de los más eminentes jefes de la revolución). Pedro León Torres nació en Carora, Estado Lara, Venezuela. Desde muy joven sirvió en el ejército patriota al lado del Libertador; combatió contra Boves en San Mateo, La Puerta y Urica. En la tercera invasión de Bolívar a Venezuela le acompañó en casi todos los combates. De él dijo Páez: "Torres tienen un valor que da miedo". Fue también oficial de avanzada en la Batalla de Carabobo, y había sido elevado al grado de general por sus admirables servicios en la batalla de San Félix.
Bueno, Pedro León Torres dio su sangre, al igual que Sucre y tantos venezolanos para independizar a esos miserables que hoy vienen y votan por Santos. Nacieron malagradecidos, traidores, ladinos; nacieron pitiyanquis y miserables. La vaina es de origen y la llevan en la sangre. Y no hay que hacerse ilusiones, y eso sí, siempre mantenernos alertas, porque de que son hermanos es verdad, como Caín. Esos tipos no aman sino a sus intereses inmediatos; nacieron sin patria y aún no le perdonan a Bolívar el que los hubiese independizados.
Y para que tengan otro dato. Prácticamente el creador de eso que se llama la institucionalidad neogranadina no es otro que el verdadero representante de la suprema estolidez de ese país: Vicente Azuero. Este hombre fue el que recibió la bendición y purificación de las huestes pacificadoras de don Pablo Morillo y don Miguel de La Torre. En medio de esta euforia sangrienta, por clemencia de Morillo, José Hilario López consigue que se le conmute una condena y salga a servir como soldado realista por tiempo ilimitado.
Vicente Azuero pudo superar tan bien todos estos exámenes de conciencia que le hicieron los realistas, que Morillo lo hizo abogado de la Real Audiencia en nombre del Rey, y además se le adjudicaron salarios, derechos, dietas y honorarios, con arreglo y arancel, según las leyes reales. Santander adoró con desquiciada locura a Azuero hasta que éste se opuso a su candidato Obando porque había asesinado a Sucre, y rompieron.
Luego de estos perdones, y cuando don Vicente Azuero pasaba a ocupar una de las secciones de los Tribunales de Secuestro, José Hilario López, de los asesinos de Sucre, se encargó como contralor subalterno del Hospital de Convalecencia. "UN HALAGO DE LA FORTUNA", dice él en sus memorias.
Azuero será el que le dará la puñalada trapera a Bolívar en 1830 exigiendo que debía dejar Colombia porque él era el elemento principal de la perturbación del país. En fin señores, qué se puede esperar de tamaños hijos de perra. Un coño.
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