Juego robado

“¿Qué es lo que la Iglesia católica tiene que ver conmigo? Yo no tengo nada que ver con ella, entonces que me deje tranquilo”, dijo José Saramago en uno de sus tantos intercambios verbales con jerarquías eclesiásticas de Portugal y del mundo. El Evangelio según Jesucristo (1991), obra con la que la Iglesia “le hizo la cruz”, humanizaba a los personajes más emblemáticos de la cristiandad. Presentó a María haciendo el amor, cuando fue embarazada, según la Iglesia católica, “por obra y gracia del espíritu santo”, hazaña que siempre ha provocado suspicacias y comentarios por sencillamente contravenir la lógica del acto amoroso, las leyes de la genética y el sentido común, tan inexistentes en los actos o manifestaciones de fe. Presentó a Jesús huyendo de la crucifixión, acto por demás humano y comprensible en tanto se trataba de una muerte atroz. “La Biblia es un catálogo de crueldad y de lo peor en la naturaleza humana’’, dijo el escritor portugués, premio Nobel de Literatura, que murió a los 87 años en España.

Fue Saramago un hombre de izquierda hasta el fin de sus días y enemigo declarado del capitalismo. Se inscribió en el partido comunista en 1969 y siempre estuvo al lado de las causas sociales y de los pobres. “El humanismo está desacreditado, pero no se ha perdido y estoy seguro de que habrá necesidad de recuperarlo (…) Hoy resulta más fácil llegar a Marte que ayudar a nuestros semejantes que viven mal; hay que arreglar esto y el capitalismo no lo va a hacer”. “Por eso este mundo es una mierda”, dijo en Madrid, en ocasión de conocerse que ganó del Nobel por su obra literaria.

La intolerancia que siempre demostró la Iglesia por Saramago, recuerda a otra no menos virulenta que ha acompañado a Diego Armando Maradona desde que erró al consumir drogas. La más rastrera y abyecta actitud contra él tiene que ver con su ya superada adicción. Quien consume drogas es una víctima. Tanto así que no se castiga el consumo sino el tráfico. Diego fue el único consumidor de drogas que fue crucificado sin ser Jesús y traicionado por varios “Judas” italianos, de su país, del mundo y de la FIFA. Cuba le tendió la mano, se hizo un tatuaje del Che Guevara y encima luego se convierte en camarada de Fidel y Chávez. Mayor blasfemia contra la derecha hipócrita imposible. Aún “juega” con eso.

Saramago no jugó más. Triunfó en las letras. No le ganó a la injusticia. Maradona se alzó sobre sus debilidades, reconoció errores. Ganó en el juego de la vida. Mis respetos para quienes viven y mueren, fieles a sus principios y convicciones, para quienes ejercen sus oficios con ética y dignidad y para quienes le ganan a la adversidad. Y en ocasión del Día del Periodista en Venezuela, que un día triunfe la ética, que nos lleva el juego robado.


mechacin@gmail.com


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Mercedes Chacín


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