Vuelve y juega la hacienda Carimagua en Colombia:

De tierra para desplazados a base militar

El canal RCN, uno de los dos emporios mediáticos más importantes de la televisión colombiana, ha presentado como una noticia destacada la aquiescencia del Comandante General de las Fuerzas Militares, almirante Edgar Augusto Cely Núñez, con la entrega de 1890 hectáreas de tierra de la hacienda Carimagua, que hizo recientemente el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) al Ejército.  (1)

Se ha dicho que se trata de una ampliación de la base militar que opera la VIII División del Ejército en Yopal. O que se trata de una nueva base, pues no son cuadras la distancia que separa a ambos puntos. Poco importa el apelativo. Lo cierto es que seguirán los juegos de guerra: ¡Abran fuego, señores! Y cada vez a Juan Manuel el país se le parecerá más a un casino, y cada día que pasa a una partida de Póquer.

“Fueron legalmente entregadas (esas hectáreas) para que el Ejército pudiera establecerse ahí”, dijo titubeando el almirante. “Finalmente, nosotros somos muy respetuosos de la parte legal, de la parte jurídica, y en eso el Ejército Nacional está trabajando, pero, finalmente, en este momento están asignadas al Ejército”.

En tanta aclaración, el militar se lió solo. Pero creo que tiene toda la razón. Legalmente, las tierras fueron entregadas por Uribe, y ya sabemos el difuso concepto de legalidad que tenía ese gobierno, y lo patidifusas que estuvieron la justicia y la equidad durante sus ocho años de mandato.

También puede que tenga la razón en cuanto a que en el Ejército se está trabajando para ser respetuosos de lo legal y lo jurídico. Casos podrán verse, aunque los vistos hasta ahora den señales de lo contrario.

Y la tiene (la razón), sin ninguna duda, sobre el hecho de que la tierrita ya fue asignada al Ejército, para “vigilar un radar de la Aeronáutica Civil instalado en los terrenos de la hacienda”.

Muy grande ha de ser el radar “gigante”, y aunque lo sea, sigue siendo muy pequeño, pequeñísimo, como excusa al vuelo para justificar la asignación de tanta tierra al Ejército, cuando son tantísimos los desplazados que en este país están en la lista de espera para recuperar unas tierras suyas, robadas, hurtadas a sangre y fuego por los mismos militares, los paramilitares y el propio estado en medio país.

¿Dónde ve a estas alturas la noticia el gran medio de la televisión colombiana? ¿En que el Comandante General de las Fuerzas Militares está de acuerdo con que le den las tierras a sus prohijados? En todo caso, creo que la noticia interesante fuera lo contrario, por inaudita. ¿En que el Comandante General de las FF.MM. diga que su cuerpo va a respetar la Ley? Está bien, esto quizás sí sea noticia. ¿O en que el Comandante General de las FF.MM. afirme que ya le fueron escrituradas? Esto tampoco es noticia: El asunto salió a la luz hace días, por denuncia de gremios, de líderes comunales, y de la senadora Maritza Martínez.

Hay que señalar que la senadora Martínez, del deleznable partido de la U, hizo la denuncia no porque le preocupen los campesinos desplazados, a quienes ella no ve en Carimagua ni por las curvas, sino porque pide que la hacienda vuelva a ser un centro para la investigación y la promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación, “lo que permitirá el desarrollo productivo de la Orinoquía”. 

La entelequia que la puso a hablar, en intereses que nunca dejan de tener vasos comunicantes. Pero, bueno, por lo menos destapó la olla y se opone a que esas tierras se sigan cediendo sin ton ni son.

Canta la rana, y ni tiene pluma, ni pelo, ni lana.

La hacienda Carimagua ha estado desde hace tiempo en el ojo del huracán. La hacienda, cuya extensión alcanza las 23 mil hectáreas, fue creada en 1969, para la investigación en alimentos y productos tropicales. Hace cinco años, fueron destinadas 17 mil hectáreas para campesinos desplazados por la violencia.

Y hace dos años, el entonces ministro de agricultura, Andrés Felipe Arias (“Uribito”), intentó entregar 11 mil hectáreas a grandes empresas palmeras, luego de descontar 6 mil para reserva natural, según el mismo ministro.

“En manos de los privados, Carimagua generará jugosos dividendos... Es un buen negocio agroindustrial para los inversionistas privados, mientras que para los desplazados es un mal negocio... En manos privadas genera más rentabilidad, que entregándola a los desplazados".

Con este desvergonzado argumento, Uribito justificó lo injustificable: su robo de Carimagua de las manos de los desplazados, a los pobres y miserables, para entregársela a sus amigos, los terratenientes, los desplazadores, untados de paramilitarismo.

Ahora las tierras fueron entregadas al Ejército, el pasado 4 de agosto, a 3 días de concluir el mandato de Álvaro Uribe Vélez. Uno más de los muchos actos de afán cometidos por ese gobierno, firmados detrás de la puerta, sobre las piernas, en borradores mal redactados, ya con los pies y la cabeza afuera.

RCN ni se toma el trabajo de recordar algo de la historia de Carimagua. Parece que no hace falta el contexto. Basta con “informar” que el militar está de acuerdo con la Resolución 2561, por medio de la cual el ICA le transfiere al Ministerio de Defensa-Fuerzas Militares, a título gratuito, el derecho de dominio y posesión de 1.890 hectáreas del predio, ubicado en Puerto Gaitán, departamento del Meta.

En 2007, cuando el actual presidente Santos era el ministro de Defensa, el Ejército “pidió 74 hectáreas”, según el propio gerente general del ICA, Luis Fernando Caicedo. O sea que, según eso, con menos de cien hectáreas se cuida el radar gigante.

Pero, después, en 2009, con tantos batazos y tubazos de la “seguridad democrática” de Uribe, las Fuerzas Militares “piden la totalidad del predio”.

¿Qué pasó ahí, en menos de dos años? Eso sí sería materia de investigación, y el resultado: Noticia para RCN, para Caracol, para el que sea. Porque algo media entre menos de cien y dos mil, y algo entre dos mil y 17 mil, digo yo, aunque no sé mucho de radares. Cuestión de lógica elemental, de ambición a las justas proporciones, o de la usual estrategia uribista: de la mentira algo queda.

Y entonces la noticia actual es que el Ejército se ha conformado con algo menos de 2 mil hectáreas de la hacienda: De 17 mil volando, dos mil en mano. Y eso sí, garantiza el almirante: “El Ejército vigila. Y si familias campesinas serán reubicadas allí, se les prestará toda la seguridad necesaria”.

Otro notición para los medios colombianos, sobre todo, para RCN: Que en la extensión que quede de la hacienda, después de tanta partición y repartición, a la que por desgracia y contra viento y marea consigan llegar algunos campesinos de verdad, estos serán vigilados y asegurados por el Ejército de la patria. Una seguridad que, seguramente, garantizará con eficiencia que los desplazados beneficiarios se aburran, se harten y se vuelvan a desplazar más temprano que tarde.

Es que Carimagua, como bien lo señala Héctor Mondragón, Asesor de Convergencia Campesina, Negra e Indígena, “está en medio del megaproyecto de privatización del río Meta, que puede consultarse en INVIAS y que ahora hace parte de la “Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica” IIRSA, y se articula con el proyecto Gaviotas 2”.  (2)

Estos son otros “badulaques y enredos y revoltillos”, al decir de Sancho. “Cosas buenas, santas y provechosas, pero ¿de qué han de servir, si de ninguna me acuerdo?”. En un país con tan mala memoria, donde los medios de comunicación masivos no hacen nada para recordar algo, sino que, al contrario, refuerzan la desmemoria oficial por conveniencia, se entiende que la noticia sea el sinsentido de lo que un alto oficial diga, cualesquiera sean las palabras que use y quienquiera que sea el que abre la boca.

Los dolientes felices

El propio gerente general del ICA, el encargado de velar por los intereses del país en materia de investigaciones agropecuarias, sostuvo que “ya no hay proyectos de investigación permanentes en la zona y no se necesitan las instalaciones”, porque hay otra cerca y trece más en el resto del país. Valiente funcionariete, el que hace de ariete para el potente chorro de las ambiciones militares.

Como si catorce desvencijados centros de investigación fueran un montón en un país con 1.138.914 kilómetros cuadrados de extensión, con todas las tierras, los pisos y los climas, secularmente agrícola, donde a pesar de todo y tantos más de la cuarta parte de la población aún reside en el área rural.

La razón es simple: en un país en el que la tenencia de la tierra está al centro del origen conflicto, de su manutención y de su prolongación, pues pensar la tierra importa poco, y los 13 o 14 centros son suficientes para las investigaciones de la agroindustria que demandan los terratenientes y las corporaciones para la pobre diversificación que los enriquece: caña de azúcar, palma aceitera, plátano, arroz, madera (pino), pasto (para su ganado), algodón, soya y unos pocos cultivos más.

Jaime Triana Restrepo, el gerente de la Corporación Colombiana de Investigaciones Agropecuarias, CORPOICA, una dependencia del ICA, dijo que “POR AHORA, se espera que con la entrega de las 900 hectáreas al ejército no se afecte la investigación que se adelanta en dichas tierras”.

La negrilla, el subrayado y todo el destacado es plenamente mío. Al fin que: ¿hay investigaciones en dichas tierras o no? Señor Triana, “por ahora”, hable con su jefe y pónganse de acuerdo. Con una sola mentira bien dicha basta y sobra. Muchas mentiras de seguido nos confunden.

El mismo Triana, un gerente regional por algo venido a más, cuando era menos y orientaba CORPOICA Meta, hace dos años, antes del escándalo de Uribito, afirmaba: “Hace 30 años estas tierras (Carimagua) sólo producían paisajes… Una vez solucionamos lo problemas químicos, nos orientamos a las soluciones genéticas… Y empezamos a trabajar en los pastos… Y luego en el tema forestal… Y encontramos soluciones forestales para esta región. Nos aventuramos a trabajar en caucho… Y maíces… “

Mejor dicho. ¿Y entonces por qué no sirven esas tierras para los desplazados?,  cómo le pregunta al funcionario un periodista de CM& en un video que todavía está colgado “como mucho chuzo” en el portal de la institución, y que parece hacer perder a Triana por los pastizales de Carimagua, quien se lanza a repetir al pie de la letra las letanías malvadas de su jefe, el entonces ministro Arias, el oscuro padrecito de la agricultura uribista:

 “La única alternativa que tiene esta región es tener agroindustria, procesamiento, valor agregado, para que las materias primas se transformen… (¿Dónde no?). Además, se requiere mucho recurso para vivienda, acueducto, electrificación rural… (¿Dónde y cómo no?). Aquí se requieren plantas de procesamiento, en la parte de caucho o en la parte de maderas… (¿Dónde no?). Por eso esta es una región que ha sido diseñada para la agricultura empresarial… (¿Sí? ¿Por quién?). Hablar a Colombia que vamos a entregar 17 mil hectáreas… es una cifra demasiado grande, pero en el centro del país, en el Valle del Cauca, en la Sabana de Bogotá. 17 mil hectáreas en los llanos orientales es una área demasiado pequeña, donde no cabrían más de 80 o 100 familias…” (¡Ah!).

Ya entendimos. Las mismas 80 familias todopoderosas de que hablaba Uribito. Es que 17 mil hectáreas no son nada. Es cuento eso de que Colombia tiene más de un millón de kilómetros cuadrados, no puede ser, porque no todos están en el Valle del Cauca ni en la Sabana de Bogotá. Y que tres ingenios azucareros tengan cada uno extensiones de miles de hectáreas en las mejores tierras del Valle del Cauca, pues es apenas una excepción a la regla. Jaimito nos explica aquí el gracejo que muchos nunca le entendimos al pequeñín Arias.

(El video completo, que recomiendo por lo burocráticamente gracioso y lo científicamente tonto, se puede ver en la página web de la institución, en la que encima del chispeante mensaje de que “Corpoica hace grande al agro colombiano”, pueden leer a la izquierda: “Portfolio of Products and Services”, y a la derecha: “AgroBussines Marketing”. Eso es en la página en español, porque el vínculo para la versión en inglés no funciona. Hasta en el portal, más herencias de Uribito y del pelmazo que lo sucedió. Esta es la dirección: http://www.corpoica.org.co/SitioWeb/Videos/videos.asp?offset=60)).

La primicia en ciernes

Ahora políticos y gremios de la región, y la Asamblea del Meta, le han enviado una carta al presidente Santos, pidiéndole que suspenda el traspaso de las tierras cedidas por Uribe.

La senadora Martínez fue más allá y presentó una proposición ante la plenaria del Senado, que fue aprobada, para que el Congreso le “exija” al Gobierno reversar la decisión. Ya sabremos de la discusión.

Juan Camilo Restrepo, el actual ministro de Agricultura, uno de los pocos cartuchos que quedan en las menguadas esperanzas de que les sean devueltas las tierras a los violentados, y no a los violadores y violentos que las han usurpado, como ocurrió día tras día durante el gobierno anterior, dirá que su propuesta va, pero sin Carimagua, o que va, con Carimagua abordo.

Y no es elemental el existencial dilema. Por la disyuntiva optada, o en el salomónico equilibrio que las desenlace, se podrán medir los alcances de su propuesta de devolución de tierras, y ver hacia dónde apunta la brújula de Santos: Hacia el norte de las armas, por si alguien lo duda, o hacia el sur de la tierra, pues, otra vez, casos podrían verse.

En todo caso: ¿Volverá a jugar el caso de Robin Hood al revés, como llamó el senador Jorge Robledo hace más de dos años, al intento de Arias de tomarse por asalto la hacienda?: Quitarle “a los ricos para darles a los pobres” decía el Senador Robledo, “y ahora de lo que se trata es de quitarles a los pobres para darles a los ricos, un asunto a mi juicio monstruoso”. Que ahora vuelve a ser lo mismo de monstruoso: Porque, el estamento militar, ¿es terrateniente o minifundista? Una idea: hasta sobran bases y áreas para cederles a los militares de países extranjeros.

Y en 45 días, que es el plazo para la cesión de las tierras, o menos, el Comandante General de las FF.MM. tendrá que reiterar entonces que la entrega al Ejército era justa, razonable, procedente, justiciera y todo lo legal que se quiera (y ahí se detendrá su intervención, si nadie reversa la resolución en marcha, o la perorata hará una cabriola mortal y seguirá, si la decisión fuera revocada:), pero, a fin de cuentas, resultó más justificable y legal entregarlas…

A los miles de siervos sin tierra que pululan acá y acullá, en las mediaciones de Carimagua o a miles de kilómetros de su radar gigante y de los malqueridos laboratorios de Corpoica.

Y si los hados son propicios, terminará afirmando, además, que el Ejército no los vigilará ni los cuidará.

RCN y otros medios masivos colombianos, tendrán así las palabras del flamante almirante, para enmarcarlas en sus portadas (titulares) y orientar al país acerca de un asunto que, así como ha sido difundido, es complejo, pero que si en realidad lo comunicaran, es clarísimo.

jasanchezmarin@gmail.com

http://juanalbertosm.blogspot.com

NOTAS:

(1). Nota en el canal RCN. Ver: http://www.canalrcnmsn.com/node/31157

(2) “Carimaguas por miles”. Héctor Mondragón. Caja de Herramientas, de la Corporación Viva la Ciudadanía.  Ver: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:ixAmnYj1QioJ:www.viva.org.co/cajavirtual/svc0098/articulo03.pdf+hacienda+carimagua+ubicacion+caracteristicas&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=co

(3). “Carimagua o el caso inaudito de Robin Hood al revés”. Senador Jorge Robledo. Plenaria del Senado, 12 de febrero de 2008. Ver: http://www.senadorrobledo.org/files/carimagua/robledoplenariafeb1208.pdf



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Juan Alberto Sánchez Marín

Periodista, escritor y director de televisión colombiano. Analista en medios internacionales. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Fue consultor ONU en medios. Productor en Señal Colombia, Telesur, RT e Hispantv

 juanalbertosm@icloud.com      @juanalbertosm

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