Para que no digan que el Presidente lo ignoraba

Dentro de la Casa Blanca Richard A. Clarke fue un destacado miembro del aparato de seguridad de los Estados Unidos, desempeñó tales funciones durante los dos períodos que le tocó gobernar a George Bush padre y a Bill Clinton, y durante más de 3 años del primer período de gobierno de George Bush hijo, es decir que estuvo muy cercano a Presidentes durante 20 años en ese departamento; y se retira en el año 2.003 ocupando la posición de Coordinador de Seguridad. Antes de entrar a la Casa Blanca Clarke prestó sus servicios de seguridad en el Departamento de Estado y el Pentágono, por lo que con 30 años de servicios en estas lides sabe muy bien como reaccionan en momentos de crisis los primeros mandatarios; y también la gente del gabinete gubernamental de los Estados Unidos. De tal manera que siendo un hombre oriundo de los Estados Unidos de Norteamérica, haber sido un funcionario de carrera exitoso, haberse ganado el retiro por servicios prestados a la nación y no teniendo ninguna motivación de tipo político y/o económico que lo aliente a contar sus opiniones sobre lo observado en su trabajo, Clarke tiene que decir por fuerza la verdad. Veamos algunas cosas de las que ha hablado.

“Tras dejar mí puesto en el Gobierno Federal me di cuenta de que muchas cosas que yo creía bien conocidas, en realidad no estaban nada claras para muchas personas. A menudo me preguntaban ¿Qué pasó exactamente el 11 de Septiembre? Al revisar el material disponible descubrí que no existía una buena fuente, una buena recopilación de lo ocurrido, me di cuenta que no existía un solo relato desde dentro de la trayectoria que nos llevó al 11 de Septiembre de 2.001, ni de los hechos posteriores a dicha fecha. Lo ocurrido durante 2.003 en Irak y en todo el mundo me hizo sentir cada vez más preocupado por el hecho de que muchos de mis conciudadanos estaban siendo engañados. La inmensa mayoría de los estadounidenses creía, como daba a entender el Gobierno, que Sadam Hussein tenía algo que ver con los ataques a los Estados Unidos. Muchos pensaban que Bush hacía un buen trabajo en su lucha contra el terrorismo, cuando en realidad el Gobierno había fortalecido a nuestros enemigos al salirse por una tangente absolutamente innecesaria: La Invasión a Irak. Esta invasión hizo resurgir a una Al Qaeda nueva y cada vez más fuerte y ello se debe en parte a nuestras acciones y omisiones. En muchos sentidos ahora nos encontramos ante un oponente más fuerte que la amenaza original a la que nos enfrentábamos antes del 11 de Septiembre. La historia, desde mi punto de vista, de cómo Al Qaeda se desarrolló y atacó a Estados Unidos el 11 de Septiembre, es una historia sobre la CIA y el FBI que se dieron cuenta demasiado tarde de que existía una amenaza y que fueron incapaces de conjurarla, incluso después de haber llegado a la conclusión de que se trataba de una amenaza real e importante. Es también la historia de 4 Presidentes: Ronald Reagan, que violó su propia política antiterrorista al intercambiar armas por rehenes durante lo que luego se conocería como el escándalo Irán-Contras. George H. W. Bush, que no contó con una política antiterrorista oficial y dejó a Sadam Hussein donde estaba, lo que exigió que Estados Unidos mantuviera una importante presencia militar en Arabia Saudí. Bill Clinton, que identificó el terrorismo como la principal amenaza y aplastó el terrorismo de Irak e Irán contra Estados Unidos, sin embargo, debilitado por los continuos ataques políticos no pudo conseguir que la CIA, el Pentágono y el FBI hicieran lo suficiente para luchar contra la amenaza. George W. Bush, que con anterioridad al 11 de Septiembre no actuó contra Al Qaeda a pesar de los repetidos avisos, y que después emprendió una guerra innecesaria y costosa en Irak, lo que logró fortalecer más el movimiento radical y fundamentalista del terrorismo islámico en todo el mundo”

Mr. Clarke cree interpretar a la mayoría estadounidense y alerta al actual Presidente Barack Obama sobre el equívoco consecutivo de sus últimos predecesores, por lo que pide que internamente se gobierne de forma diferente; y que cambie su nefasta y prepotente relación con los demás países. Sin embargo hasta ahora, finales de 2.010, el presuntuoso Premio Nóbel de la Paz no ha hecho efectivo ajustes nacionales y/o internacionales en busca de poner al pueblo de los Estados Unidos a tono con las nuevas concepciones y realidades políticas que vive la humanidad.


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José M. Ameliach N.


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