Después de 200 años de independencia alcanzada a fuerza de grandes sacrificios y millones de seres inmolados por la guerra de exterminio que nos impuso el imperio español y, de haber construido Repúblicas independientes que han acumulado un extraordinario acervo cultural con el aporte de sus creadores, cultores y académicos; las naciones y pueblos de América Latina y, de la misma manera los otros pueblos descolonizados del planeta Tierra, deberían considerar suficientemente sólida sus instituciones y, de alto valor humanitario, las acciones de sus personalidades y organizaciones sociales, como para disponer de manifestaciones propias que califiquen y reconozcan los méritos de obras y acciones que trascienden el valor de su persona y sus tiempos.
Sin embargo, la resistencia de amplios sectores de las viejas élites políticas, sociales y culturales de nuestros pueblos, incluyendo a países que se encuentran en procesos de transición hacia formas estatales y organizaciones sociales que pretenden superar el sistema Capitalista , siguen aferrados en la valoración y respeto de las viejas instituciones burguesas que, si bien es cierto, hicieron en su momento, importantes contribuciones al desarrollo de la Humanidad, a la defensa de la Paz y la amistad de los pueblos y a la cooperación internacional para el desarrollo, en estos momentos de crisis generalizada del sistema Capitalista y de sus instituciones, han sido convertidas en instrumentos contra los pueblos que luchan por zafarse de la esclavitud del Capital, pontificando a quienes defienden tales intereses y excluyendo a quienes, representan en su obra y acción, los más altos valores de la Humanidad.
Un ejemplo incuestionable de ello es el Premio Nobel, con cuya designación se distinguieron durante la primera parte del siglo XX a destacadas personalidades de las artes, las ciencias y la vida social y que hoy, la Academia Sueca, controlada por la élite reaccionaria que gobierna en Estocolmo, la ha convertido en instrumento de promoción política de destacados referentes de los círculos mas reaccionarios y guerreristas del planeta, otorgándole recursos millonarios y auditorio mediático, para justificar sus acciones guerreristas contra los pueblos o, sus baterías reaccionarias contra los movimientos sociales y revolucionarios anticapitalistas y antiimperialistas del planeta.
Sin embargo; lo inaceptable es la movilización internacional que diversos grupos altermundistas realizan anualmente con el fin de que sus candidatos y candidatas, provenientes de los movimientos de tales fuerzas, sean “premiados” con los Premios Nobel, con el propósito de consagrar su hermosa obra a favor de la Humanidad; dándole hoy, al referido premio, una valoración que perpetua la dominación eurocentrista y colonizante del reconocimiento de los valores superiores de la Humanidad y a quienes hoy lo representan; por encima de las múltiples y solidarias acciones que en el campo de las ciencias, las artes y la solidaridad internacional, realizan organizaciones e individuos que el mundo mediático del Capital mantiene opacado o son objeto de calumniosas y difamaciones para cuestionar sus logros.
Es hora ya de que, también, se descolonice el reconocimiento de los valores y las instituciones que sirvan a los mejores propósitos de los pueblos y la Humanidad, deslastrándonos de Premios como el “Nobel”, “Freidman”, “Sajarov”, “Principes de Asturia”, “Oscar” y tantos otros que dominan el escenario de los y las “ilustres” del planeta”, construyendo, desde nuestra geopolítica anticolonialista y la cosmovisión de nuestros pueblos, otras instituciones que expresen nuestro legado histórico, representen nuestra realidad en transición y visionen el nuevo futuro soberano y descolonizado que intentamos construir al margen de los viejos y nuevos imperios y de sus instituciones “culturales” de la dominación global. El Premio “Confucio”, de la República Popular China y el Pensamiento “Simón Bolívar” al Pensamiento Critico, deben formar parte de esta alternativa al colonialismo eurocentrista.
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