El pasado 10 de febrero el
avión C-17 Globemaster de la fuerza aérea norteamericana con el número
77187 aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza de la
capital argentina. Desde el fuselaje sin fondo del Boeing, los
funcionarios aduanales comenzaron a retirar pesadas cajas traídas desde
la base del 7mo Grupo de Fuerzas Especiales de Fort Bragg en Carolina
del Norte, EU. La revisión rutinaria continuó dentro de una
atmósfera amistosa. Armamento, municiones, equipos de visión
nocturna y muchos otros artículos empleados en el entrenamiento de
estudiantes militares del Grupo Federal de Operaciones Especiales con
instructores norteamericanos.
De repente, uno de los funcionarios
exclamó “¡Aquí hay unas cajas que no han sido declaradas!”
La revisión reveló que había alrededor de un tercio de la carga que
no aparecía en el manifiesto de embarque. Los agregados militares
y de la defensa, coroneles Edwin Passmore y Mark Alcott trataron de
conseguir “un arreglo amigable.” ¡No hagamos un escándalo
de esto, somos socios, debemos confiar entre nosotros! Pero se da el caso, que en
un ambiente parecido, un avión militar norteamericano transportando
una considerable carga de material militar, ocurrió en el aeropuerto
de Ezeiza el mes de agosto del año pasado.
La entonces embajadora
norteamericana en Argentina, Vilma Martínez, resolvió el problema,
admitió que el reclamo de los funcionarios aduanales tenía base y
ordenó el regreso inmediato del avión a Carolina del Norte con todo
su cargamento abordo. Más tarde declaró que sentía vergüenza
por el comportamiento del personal militar norteamericano. En
Argentina sus palabras fueron interpretadas como un reflejo de la pugna
interna entre el Pentágono y el Departamento de Estado por el derecho
a determinar la política norteamericana en América del Sur.
Y ahora --en una sospechosa
repetición-- la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ordenó
actuar en estricto cumplimiento de las leyes nacionales y aplicar todo
lo necesario para hacer revisar la “valija”. Los norteamericanos
tuvieron tiempo para pensar en la única decisión posible. Al
día siguiente, luego de intensas consultas con el Pentágono y el Departamento
de Estado, la embajada norteamericana tuvo que ceder a la presión.
Los argentinos abrieron el
contenedor no declarado. En su interior hallaron aparatos para
comunicaciones secretas, codificación e intercepción de comunicaciones,
equipos de posicionamiento global (GPS) paquetes de software (soporte
lógico) y una amplia gama de substancias narcóticas y psicotrópicas.
De acuerdo con expertos argentinos,
todos estos instrumentos y materiales estaban preparados para labores
de inteligencia y acciones diversionistas. La apertura de la “valija”,
su contenido, como también cajas con armamento contrabandeado (propiedad
del 7mo Grupo de Fuerzas Especiales) todo esto, fue exhibido en la televisión
nacional. Las autoridades argentinas, con el propósito de evitar
una escalada del conflicto, permitieron que el Boeing norteamericano
abandonara el país con la “parte legal de la carga” y sus instructores.
La historia del 7mo Grupo de
Fuerzas Especiales está escrita con sangre. El grupo fue formado después
de la victoria de Fidel Castro en Cuba. El grupo fue organizado
para ocuparse de América Central y del Sur. La “hoja de servicios”
del grupo incluye el entrenamiento de “escuadrones de la muerte”,
la represión de protestas en Honduras y El Salvador, lucha contra carteles
de la droga en Colombia, Bolivia y Perú. Miembros de este grupo
participaron “Operación Causa Justa” en Panamá (derrocamiento
del presidente Noriega), la invasión de Granada (liquidación del gobierno
socialista). Las misiones regulares de entrenamiento en Argentina
y otros países de América del Sur pueden ser consideradas como preparatorias
para operaciones similares en su “zona correspondiente” en el futuro. Los analistas políticos argentinos
no dejarían de notar el hecho que “expertos extranjeros” con amplia
experiencia en campañas represivas se les permita entrenar a estudiantes
de la policía federal iniciándolos en los “últimos métodos para
la liberación de rehenes y lucha contra los secuestros.”
En
Argentina, tales operaciones dentro de los ministerios del interior
y de defensa son ilegales. Durante los años de la dictadura militar,
este tipo de “cooperación” condujo a terribles consecuencias: ¡Treinta
mil asesinados y desaparecidos! Instructores norteamericanos estuvieron
directamente involucrados en esto. Muchos oficiales argentinos fueron
entrenados en la Escuela de las Américas donde la asignatura principal
era el “Manual de Interrogatorio.” El escándalo de Ezeiza impidió
que los instructores del 7mo Grupo de Fuerzas Especiales compartieran
su experiencia en el uso de la última versión del manual con los policías
argentinos.
Pero, nunca es demasiado tarde. En el próximo
mes de octubre, cuando se realicen las elecciones presidenciales en
Argentina, la embajada norteamericana y la “quinta columna” harán
todo lo que puedan para impedir que la “populista” Cristina sea
reelegida para un segundo período en la Casa Rosada. Todos los países miembros
de la UNASUR expresaron su solidaridad con las autoridades argentinas
por el incidente en el aeropuerto de Buenos Aires. El presidente
de Bolivia, Evo Morales, señaló que la presencia de estos aviones
norteamericanos constituía “un ataque a la soberanía de America
del Sur, no solo de Argentina, agregó
que la presencia de un avión de la fuerza aérea norteamericana
introduciendo materiales no autorizados en Argentina “demostraba cómo
EU negocia con drogas por todo el mundo.”
Es por eso que EU
no tiene derecho moral para hablar de la lucha de nuestros países contra
este flagelo. Morales dijo que la introducción de armas en la
Argentina apuntaba hacia la desestabilización, el derrocamiento de
la democracia y la legitimidad de los gobiernos constitucionales elegidos
legalmente en la región. El presidente venezolano, Hugo
Chávez, indicó lo siguiente: “Estoy absolutamente seguro que el
avión gringo que llegó a Buenos Aires queriendo entrar de manera ilegal
en violación a las leyes y todo….será que harán todo lo posible
para que Cristina no siga al frente del gobierno argentino.”
Durante la primera campaña electoral de Cristina Fernández, las fuerzas
de seguridad norteamericanas también intentaron lo mismo. Luego sucedió el memorable
incidente con el maletín “detectado” con 800 mil dólares.
Se sostuvo que el dueño del maletín, el empresario venezolano-norteamericano
Antonini Wilson, iba a contrabandear el dinero para entregarlo a Cristina
Fernández para su campaña eleccionaria.
Wilson logró escapar
al castigo y huyó del país utilizando un pasaporte de reserva.
Se llevó de regreso sus dólares y se convirtió en la “estrella”
de un escándalo internacional dirigido a comprometer a Cristina.
La presidenta argentina se
refirió en un discurso a todo este tinglado, enredo informativo
y acusaciones como la “operación basura” en su contra. En realidad, toda la gente
citada como testigos ante una corte norteamericana, eran empleados de
agentes del FBI. Agentes de la CIA residentes en Buenos Aires
y Caracas, recolectaron “evidencias” para demostrar que la empresa
estatal petrolera venezolana PDVSA había financiado la campaña electoral
de Cristina. Luego del incidente de febrero
en el aeropuerto de Ezeiza, algunos periódicos argentinos dijeron que
Cristina se había vengado por la operación basura en su contra.
No podía perdonar las ofensas provenientes del gobierno de Obama. Una
de las citas más frecuentes (obtenida por Wikileaks) es una consulta
hecha por la Secretaria de Estado Hillary Clinton a la embajada norteamericana
en Buenos Aires acerca de “la salud física y psicológica de Cristina.”
El contexto humillante de este documento es imposible que pueda ser
compensado por disculpas rutinarias. Quizás esa sea la razón
por qué Argentina no está en la lista de estados suramericanos que
Barack Obama visita durante el corriente mes de marzo. El presidente
norteamericano visita Brasil, Chile y El Salvador. Una semana después del incidente
del aeropuerto, los periodistas principalmente, perdieron interés en
él. También funcionarios de algo rango del Departamento de Estado
y del Pentágono suavizaron sus comentarios anti-argentinos: “solo
se trató de un malentendido.” Pero, la discusión en Internet
acerca de un misterioso cargamento a bordo de un Globemaster III número
77817 continua. La presencia incontrolada de la fuerza aérea
norteamericana en la región asume un carácter amenazador para los
países de la América del Sur.
Los aviones del Pentágono se
mueven como en su casa en el espacio aéreo y los aeropuertos del continente.
Se realizan vuelos a cubierto de diferentes acuerdos firmados en diferentes
épocas y bajo diferentes excusas. Casi todos los aeropuertos
en América del Sur tienen un espacio para el aterrizaje de aviones
de combate norteamericanos. La carga y los pasajeros de estos
aviones no son revisados meticulosamente como lo fue en el aeropuerto
de Ezeiza. ¿Cómo podría ser de otra manera? Debemos confiar
en nuestro socio quien se echó encima la pesada carga de luchar contra
los carteles de la droga y el terrorismo en el hemisferio occidental.
La historia de las operaciones
secretas del Pentágono en América del Sur está lejos de terminar.
Las cajas conteniendo armamento no declarado en Ezeiza nos recuerdan
algunos episodios de la guerra contra el “expansionismo rojo.” Con el objeto de comprometer
al gobierno izquierdista de Jacobo Arbenz en Guatemala (1951-1954) los
norteamericanos introdujeron algunas armas soviéticas en el territorio
del país para acusar al presidente insubordinado de colaboración con
el Imperio Rojo.
Ahora los tiempos han cambiado.
Es posible que el presidente venezolano Hugo Chávez sea el candidato
número uno para tales acusaciones. Él ya ha sido acusado de
suministrar armamento a las guerrillas de las FARC en Colombia a los
Zapatistas en México y a los rebeldes en Paraguay y el Perú.
En la Red nos hemos encontrado
con una versión en el sentido que el armamento del avión Globemaster
III venía para los indígenas Mapuche de Chile y Argentina, quienes
están activamente exigiendo su autonomía y que tienen un plan para
establecer su propio estado Mapu desde la costa atlántica hasta la
costa del Pacífico. Se trata de un problema muy delicado para
mucha gente en Argentina y Chile la “detección” de un cargamento
de armas de Chávez o de un computador laptop conteniendo los planes
secretos de los dirigentes Mapuche, sería una bomba. En la valija del Globemaster
III se encontró un folleto con la siguiente frase redactada en
quince (15) idiomas: “Soy un soldado del ejército de los Estados
Unidos. Por favor, comunique a mi embajada que he sido arrestado
en su país.” No nos sorprendería que la frase estuviera también
redactada en Mapudungun.
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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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