Conjugar la teoría revolucionaria con la práctica revolucionaria es una conjunción que se presenta difícil para cualquier persona que presuma comportarse como un ente revolucionario, pero no es imposible puesto que se trata de una postura consecuente ante cualquier buena ventura o adversidad, ya predecible como un todo fluctuante dentro de un sistema imperial como el capitalista, que busca por todos los medios alejar al individuo pensante del carácter social de la lucha cotidiana, para nada aislada de la actitud vertical que le corresponde asumir a quien abrace los lineamientos teóricos del socialismo como fase importante del bienestar superior del ser humano.
Dentro de esos principios revolucionarios, uno de los fundamentales y respetado por líderes universales de la talla de Ernesto Ché Guevara y Fidel Castro, es el Internacionalismo proletario. Simplemente porque el internacionalismo es un principio ideológico que orienta a las clase obrera y a los que bregan día a día, en cualquiera trinchera de lucha porque sean estos hombres y mujeres, subestimados históricamente por el enemigo de clase, los que auténticamente asuman el poder económico y político en el mundo. No importa que el líder revolucionario guíe a sus compañeros en un galpón de una fábrica, en los discursos de una plaza pública, desde el alto mando de los poderes estatales o desde las sombras verdes de una guerrilla. Esta concepción de solidaridad reconciliable con los mas altos valores de la humanidad fue proclamada inicialmente por Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto del Partido Comunista publicado en 1848; ahí se evidenció la comunidad de intereses del proletariado, de los intelectuales de izquierda, de los mandatarios irreversiblemente revolucionarios, de los que asumen una u otra posición de trabajo para alcanzar el socialismo en cualquier lugar del mundo, indistintamente de cualquier posición de lucha o estatura política
Y es que en el internacionalismo proletario se combinan de manera transparente el amor hacia la propia patria y a las que nos circundan, pero sin subterfugios, sin proclamas manipuladas por intereses bastardos aliados a los del gran capital. De lo que se trata es que reactualicemos, (considero que debe ser urgente), el principio clasista del internacionalismo proletario.
Los que luchan día a día, sin dobleces, sin temor ni miramientos y prejuicios por el socialismo científico desde su curul, desde su cubículo, desde el aula, desde la silla presidencial por una sociedad superior, no deben olvidar un momento los aportes que hombres y mujeres en cualquier momento, en cualquier condición política, están ofreciendo a la construcción de una sociedad superior.
Con altibajos, tal vez con errores, pero consecuentemente, “exponiendo su pellejo para demostrar sus verdades”, como lo reafirmaba el Ché en carne propia, los revolucionarios marxistas de LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA FARC. EP, están, desde su óptica política, dando su crudo aporte para sacar a la hermana república del atraso, el subdesarrollo la miseria y la desigualdad. Eso no lo debe olvidar el presidente Chávez, la patria grande es primero que todo, un sueño bolivariano que también comparten los guerrilleros de las FARC y luchan por el. Hay errores de extrema gravedad que debemos apresuradamente corregir, aunque ello lleve implícito replantearse tratados internacionales, uno de ellos es evitar la entrega de un camarada a las mandíbulas del tiburón imperialista.
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