La razón del escepticismo ante muchos de estos mitos, no es porque duden de la capacidad o la fuerza que tenga en particular este poder imperial para lograrlos, sino por los contextos en los que están envueltos. Por lo general están llenos, o en medio de una guerra comunicacional que solo da cuenta de la victoria de su sistema de valores, a pesar de lo que hayamos visto, oído, intuido o razonado y que en el fondo están en evidente oposición al nuestro.
No quiero enumerar aquí ejemplos de estos mitos, estoy seguro que el lector ya inundó su memoria con muchos de ellos. Pero el tema no son los mitos en si, sino como se inventan. Algunos años atrás en México, ocurrió el asesinato de un hombre importante ligado a la farándula política de ese país. Una corporación informativa, muchísimo mas poderosa que él, a pocos minutos de su deceso, impulsó una campaña de desinformación que empasteló ese caso de manera tal, que ni la policía ni el sistema judicial, pudieron con objetividad, resolver ni mucho menos, aplicar justicia. De igual manera ocurrió acá con el asesinato de “El Fiscal Valiente” en lo que significó la inauguración, de manera abierta, de un modelo de ventilar procesos judiciales a través de los medios de información. La desinformación interesada de los “medios”, creó un berenjenal a su alrededor que hoy se tiene la percepción de que no se ha hecho justicia, aun cuando según sentencia de los tribunales, sus autores materiales, están tras las rejas (y esto quizá sea lo mas grave, el hecho de que aun cuando se haya avanzado en la impartición de justicia se tenga la sensación de impunidad). Claro estos son dos burdos ejemplos de cómo con el manejo de la información se logran objetivos específicos: encubrir, desviar, enfriar, engavetar etc., casos judiciales. Pero cuando el objetivo es infinitamente mas ambicioso: el dominio o la creación de la imaginería de los pueblos, los métodos son increíblemente sofisticados (Más adelante le entraremos a este el tema).
Pudiéramos preguntarnos, en este orden de ideas, ¿Cómo es que un país que tiene la tecnología para llegar a la luna, no tiene la moral para resolver el asesinato de uno de sus presidentes? Por supuesto son dos órdenes de la vida de un país que pudieran andar disociados como genialmente lo discerniera nuestro Libertador: “El talento sin probidad es un azote”, pero es que ese azote, esa hegemonía tecnológica, bien pudiera resolverlo sin la intervención de los valores éticos, pero aquí lo conveniente es que este y muchos otros expedientes, se mantengan en el limbo mientras aun “caminen sobre esta tierra” (para utilizar una imagen usada por Obama a propósito de la muerte de Osama), los interesados en esa muerte.
Bien, el asunto es que la ausencia de la moral es la que desata la guerra comunicacional, sin embargo los bastiones morales del planeta parecieran no ser suficientes para frenarla porque al parecer ese poder tecnológico pone, no solo a dudar, sino a incurrir en equivocaciones de implicaciones históricas hasta a los más avisados de nuestros centinelas.
Cuando el aparato propagandístico comunicacional del imperio logra enganchar a los públicos en la discusión o el análisis de algún tema menor, el tema mayor, el que desplaza o oculta la verdad, pasa a posicionarse, con absolución, como la verdad mas próxima, la mas aceptable, y lo hace con la ayuda de quienes opinan. Así este mecanismo se convierte en un método, en el cual las victimas ayudamos a propagar la confusión.
Veamos un ejemplo de cómo el mecanismo funciona.
Tras la hipotética muerte de Osama Bin Laden, todos quienes opinan de ella, anteponen el distanciamiento necesario hacia la persona y lo que ésta representa. Por supuesto allí lo mas importante a distanciarse es al terrorismo, estigma con el cual a devenido en etiquetar el imperio a sus enemigos. Osama en principio es un terrorista para todo occidente, un monstruo creado por la CIA para luchar contra los rusos en Afganistán, cuyo control perdieron cual actualísimo Frankenstein, al igual que sucedió, como convenientes antecedentes para esta historia, con Noriega en Panamá y Hussein en Irak. Para los menos radicales, con mucha mas información desde la perspectiva oriental, Osama es un luchador que equivoco el camino y perjudicó, enturbió la lucha árabe. Para los mas radicales desde el mismo medio oriente, Osama es un Guerrero Santo. Total, Osama es un terrorista y podría convertirse en su adjetivo como sucedió con la palabra talibán. Lo cierto es que el imperio decide a quien se le denomina o no terrorista, y lo primero que hacemos ante esta situación es asumir el prejuicio; ganancia para el imperio.
Mediaticamente Osama es un hombre conocido en el mundo entero, paradójicamente pocos lo conocieron en persona o lo vieron con sus propios ojos. Luego, existe la duda razonable sobre su existencia, o por lo menos esta envuelto en demasiado misterio para dudar de su consistencia real.
Veamos Ahora cómo se valida toda esta versión imperial con nuestra ayuda, a través de las opiniones que esbozamos aun cuando estén enmarcadas dentro de la dimensión antihegemónica comunicacional.
“El cuerpo que en la mañana del lunes fue lanzado a toda prisa a los tiburones del Océano Índico desde la cubierta del portaaviones USS Carl Vinson bien pudiera ser el de Bin Laden, pero nadie podrá verificar si había muerto horas o años antes”. Así termina Enrico Piovesana un artículo suyo aparecido en Rebelión el 3 de mayo. En el mismo portal, el Comandante Fidel, el día 5, afirma: “Obama no tiene forma de ocultar que Osama fue ejecutado en presencia de sus hijos y esposas, ahora en poder de las autoridades de Pakistán”.
Ambos comunicadores manejan mas y mejor información, cada quien en su área, pero al confirmar la muerte de Osama, que es el tema menor (mas allá, en caso tal que estuviésemos tratando con la realidad real, de que se esté hablando del asesinato de una persona). Le dan autenticidad al tema mayor, que es el que persigue fabricarle una existencia real en las dimensiones en que se expuso por los centros de información.
Cuando Piovesana deja entrever que los norteamericanos pudieron haber asesinado a Bin Laden diez años atrás, que preservaron su cuerpo para una oportunidad como esta, que lo arrojaron al mar desde un portaaviones, el USS Carl Vinson, no solo está dejando por sentado toda la historia anterior, es decir, vida y obra de Osama Bin Laden, sino que además, en este ultimo episodio, se renueva la imagen todo poderosa de la potencia militar del imperio, lo extraño en esta oportunidad es que este trabajo no lo hacen ellos, sino nosotros mismos convirtiéndonos en parte del método.
Por supuesto, tampoco la idea es negarlo todo, mas bien resaltar y considerar como elemento de primer orden, el hecho de que estamos siendo atacados por todos los flancos en medio de la guerra comunicacional global. Y como en toda guerra la primera baja es la verdad, en esta, la creación de una verdad ficticia, es el primer objetivo a lograr y en consecuencia debemos obrar tanto como para defendernos como para atacar.
¡Patria, socialismo o muerte¡ ¡Venceremos¡