Creo que nos comportaríamos como ingenuos –utilizando un calificativo suave acerca de cómo realmente pienso que nos comportaríamos- si centramos nuestra atención en que la sanción impuesta por EEUU a la empresa socialista Petróleos de Venezuela (Pdvsa) no tienen mayor significación, porque Hugo Chávez no mantiene negocio alguno con el gobierno imperialista de Barack Obama.
¡No señores!, el problema es que de cara a las elecciones de 2012 el negocio de Venezuela con los EEUU, por ahora, no es el objetivo del Departamento de Estado norteamericano, eso aparentemente sigue marchando como siempre; el propósito específico de los gringos de momento es sembrar el terror entre la población, con el fin de ir abonando el terreno para que en los comicios de diciembre del próximo año, restarle votos al presidente Chávez. Ahí es dónde está el núcleo del asunto, así sale mejor. No nos dejemos enredar. Sin Chávez volvería a ser el amo de todos los venezolanos.
Tales sanciones quizás no tendrán el impacto que muchos creen, ya se encargará el Gobierno bolivariano y los expertos en la materia de analizar la contundencia de las medidas yanquis, pero es evidente que desde el punto de vista psicológico cuando la situación se maneja como sanción a la principal empresa de los venezolanos, se sobrentiende la posibilidad de un estrangulamiento a la gestión gubernamental, a la economía del país y en consecuencia a las misiones como Mercal, Barrio Adentro, Vivienda; más: una especia de bloqueo como el que han ejecutado durante 50 años en Cuba y eso los enemigos, olvidando la dignidad de los pueblos, estiman que podría aterrorizar a la gente en contra del máximo líder revolucionario.
¿Por qué refiero el miedo con tanta convicción? ¿Por qué se puede hablar de atemorizar sin el menor atisbo de equivocación?, porque cuando de eso se habla, Venezuela y el mundo sabe que los EEUU son los campeones del terror, capaces de cualquier desafuero por más increíble que parezca en el planeta. Los ejemplos sobran y sería una perogrullada mencionarlos en estas circunstancias en que tienen al mundo convulsionado a punta de sangre y fuego.
Ahora, conocer bien de lo que es capaz el imperio dio su ventaja. De inmediato caímos en cuenta de que con ese exabrupto el departamento de Estado de los EEUU inició la campaña en Venezuela de cara a las elecciones de 2012, sólo que la comenzó muy mal. Y ante la agresión, no se hizo esperar la repuesta enérgica tanto de los voceros del Gobierno, como del pueblo revolucionario unido.
Al saberse la noticia, la población venezolana fue la punta de ese iceberg revolucionario que se desbordó a la calle como el 11 y 12 de abril y que como durante el sabotaje petrolero soportó estoica, pero paciente y con enorme convicción bolivariana el control de la situación por parte del Gobierno de Chávez.
De hecho, ante la reacción revolucionaria desde el mismo día que circuló la información internacional, los medios de comunicación comenzaron con el cinismo de desvirtuar la intención terrorífica de la sanción en contra de Venezuela, y le restaba importancia diciendo que eso sólo evitaría que el país no pudiera acceder a contratos con el Gobierno de Estados Unidos y financiamientos para importar y exportar otros bienes y servicios, así como la imposibilidad de solicitar licencias para la adquisición de tecnologías avanzadas.
Igualmente desentonaba y desentona la actitud apátrida de los opositores que ante la magnitud de la situación manejan un discurso hipócrita ante Venezuela y el mundo, pero en el fondo desearían que los gringos nos invadieran o como mínimo impusieran hasta un salvaje bloqueo económico, con tal de acogotar a la población y buscar que destruida y sin esperanzas salga de Chávez.
Pero este pueblo, definitivamente, ya no será más gobernado por el imperio gringo mediante el miedo y la ignorancia como en la IV República.
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