Ley del Destino Manifiesto
¿No son las mujeres y los niños más tímidos que los hombres? Los guerreros Cheyennes no tienen miedo, pero acaso ¿no sabéis lo que pasó en Sand Cree? Tus soldados se parecen mucho a quienes allí asesinaron a mujeres y niños
Cheyenne Woquini (Roman Nose) en carta al Gral Winfield S. HancocK
Desde la llegada del inefable comerciante genovés Don Cristoforo Colombo a nuestras Antillas, allá por 1492, las cosas siempre han ido de mal en peor en nombre de la sacrosanta civilización occidental. Años después del “descubrimiento”, aquella isla de Guanahani, habitada por pacíficos Arahuacos, hecho admirablemente relatado por el navegante en su diario, apenas queda como fidedigno recuerdo de la bondad de sus gentes y su entorno paradisíaco; bastó que Colón observara las prendas de oro que los nativos lucían en su cuerpo, como actualmente cualquier choro de transporte público en plan de rapiña inmediata, para entregarse al acto de engañar y atracar a los indígenas, a torturarlos para que confesaran donde estaban las minas de aquel preciado metal que tanto obsesionaba poseer a los europeos. Todos los nativos fueron muertos. La isla quedó totalmente desierta y arrasada.
En 1620, los peregrinos de la Myflower que arribaron a Nueva Inglaterra, es decir a las tierras de Abya Yala norte, bajo el encubierto manto religioso del “destino manifiesto que Dios señalaba”, no muchos años después que sus habitantes naturales –mal llamados Pieles Rojas- les recibieran, dándole alimento y cobijo en su seno, posteriormente (igual que sus antecesores españoles, quienes no les fueron menos en engaño, ferocidad y actitud sanguinaria) se darían a la tarea de expulsarlos de sus tierras, en toda una epopeya de resistencia que tiene su cenit en la conquista del oeste en el siglo XIX con la masacre de los sioux en Wounded Knee, Dakota del Sur.
Terminada la guerra de secesión norteamericana en 1865, y por lo cual los indígenas no se explicaban por qué los blancos se asesinaban entre sí, comenzó la fiebre del oro en California, y nunca hubo respeto por ningún acuerdo de paz firmado con el hombre blanco. Desarraigados de sus ancestrales territorios, de las praderas de búfalos, confinados a infames reservas indígenas, se les fue reduciendo al hambre con una política de terror y exterminio que no tenía nada que envidiarle al paramilitarismo exportable de hoy. Los naturales de estos territorios nunca fueron bautizados, la evangelización nunca existió para ellos, porque no se les consideró dignos de ser cristianos; se les mataba o esclavizaba. Un indio muerto vale más que un indio vivo, esa fue la consigna. Hasta en la constitución que ya reconocía a la población de origen africano como ciudadanos norteamericanos, excluía a los indígenas, sus pobladores originarios. Aquellos pioneros de la Myflower devendrán en el legado depredador del emblemático cowboy que hoy en día constituye el American Empire.
Transcurrida nuestra gesta independentista contra europeos, y después desangrados en luchas internas, en nuestro caso la guerra federal, despertamos irreversiblemente ante el intervencionismo gringo como una práctica común de su política exterior. Así, con esta política de Big Stick, fueron imponiendo dictaduras a lo largo y ancho de nuestros territorios, todo en nombre de la democracia, y por supuesto, de la libertad… de la libertad de comercio, que es la única que a ellos interesa en su visión monopólica de la actividad económica. La posterior Doctrina Monroe << América para los Americanos >> reafirmó la visión zahorí del caraqueño libertador, y la práctica de aquellos que a su país nunca le pusieron nombre…, y que después de arrebatarle a México la mitad de su territorio, vinieron a por nosotros como diría cualquier español de Cuba, Puerto Rico o las Filipinas, incorporando 50 estrellas a su bandera hasta el presente.
La tentativa nacionalista de Cipriano Castro con sus sesenta de a
caballo, le costó su ostracismo en Santurce, Puerto Rico, donde murió
sin claudicar por sus ideas; los yankees jamás le perdonaron el
atrevimiento de izar el mismo tricolor que el Libertador gloriosamente
llevó en su Campaña Admirable y luego pararle el trote a la Bermúdez Oil
Company…
El siglo XX con sus dos guerras mundiales instauró el neocolonialismo en
África, Asia, Medio Oriente y América Latina, por parte de las
potencias europeas y su amo imperial norteamericano. La resistencia de
los pueblos no se hizo esperar. Mucha agua ha corrido bajo los puentes
desde los albores de la guerra fría y sus avatares idiológicos.
La Revolución Cubana siempre será una piedra incómoda en el zapato
imperial; así como todas las luchas que se han librado en los llamados
países no alineados y del tercer mundo, abonando su sangre por causa de
la sempiterna libertad. El cuento del Comunismo, coco que ya no asusta a
ningún niño, fue reciclado como binomio fantástico de Gianni Rodari
bajo la denominación de Narco-Terrorismo.
En lo inmediato vendrán con sus fauces sedientas de sangre… El escenario
de asesinar a Gadafi y controlar todo el petróleo de Libia no puede ser
-como en tiempos de Marco Polo- algo lejano e indiferente para nadie.
Al
comenzar el presente milenio en Venezuela, tras la caída del
Puntofijismo, irremisiblemente se inicia un proceso político de
raigambre Bolivariana, y ese fantasma –como aquél que recordara el viejo
Marx en su momento- también recorre, no sólo a Europa sino al mundo
entero. Sabemos que el camino es culebrero, pero igual, conociendo a
nuestro enemigo, la historia nos obliga a no repetir los errores del
pasado. La última declaración del departamento de estado gringo,
advirtiendo a PDVSA de no andar en malas compañías, no debe sorprender
en absoluto.
Este es otro momento estelar para la historia de la OPEP y Venezuela ha
sido su fundadora, como lo es de Petrocaribe, el ALBA y otros convenios
de integración contrarios a los acuerdos hemisféricos de los pueblos de
América como lo es la trampa del ALCA; poseedores de las mayores
reservas de petróleo a nivel mundial, lo más lógico es que estemos en la
mira de los pistoleros norteamericanos, su alma asesina no se da tregua
ni descansa; así como desaparecieron innumerables etnias indígenas ,
por poseer tantos recursos naturales y tierras, en modo parecido e
intencional lo intentarán con nosotros, ya sus lacayos de la asamblea
nacional se pronunciaron, y preparan sus escenarios mediáticos para
jugarse a Rosalinda en el 2012; mientras por otra mano enseñando dientes
los marines de la IV flota y las siete bases militares de Colombia son
como los fuertes que instalaban en las rutas de los Sioux, Cheyennes, y
Apaches.
Si una lección nos dejan los antiguos y originarios pobladores del
actual territorio norteamericano, fue que no eludieron morir en defensa
de su suelo sagrado, al que amaban y veneraban con todo respeto. Si
alguna heroicidad verdadera, más allá del remedo execrable de Hollywood
representados por John Wayne y Ronald Reagan, queda aún en el pueblo
norteamericano es la de sus dignos indígenas al igual que la de los
otros pueblos hermanos contra el invasor occidental al sur del Abya
Yala.
De nuevo la historia está por escribirse…
fredy.araque@gmail.com