Las arremetidas norteamericanas en contra de Venezuela, de su proceso revolucionario, de su gobierno y de su máximo líder, ha desatado múltiples escaladas de agresiones por descalificar un proceso de transformación legitimado soberanamente por el pueblo venezolano y que por tratarse de un proceso emancipador de las cadenas hegemónicas imperiales, cuyas repercusiones han trascendido el ámbito interno traspasando fronteras e inspirando otras gestas liberadoras y el despertar un nuevo desarrollo de los modelos político y económicos en la región.
A ello se suma, el reconocimiento mundial de la Revolución Bolivariana que protagoniza Venezuela, liderizada por el Comandante Hugo Chávez, como un proceso absolutamente antiimperialista y anticapitalista, lo que obviamente a desencadena la ira de su máximo doliente: el Imperio y sus aliados, su Estado número 52(Israel).
Muchas han sido las modalidades imperialistas asumidas para atacar a la Revolución, prácticas que van desde la manipulación y conspiraciones internas de corrientes nacionales desleales a los intereses de la patria (periodistas, medios de comunicación, empresarios), la incursión de sus aparatos de inteligencia (CIA y MOSSAD) en las instituciones del Estado e innumerables intentos para aislar a Venezuela del contexto internacional. Otras de las modalidades implementadas por el imperio norteamericano en su búsqueda desesperada por deslegitimar un gobierno progresista y a la dirigencia, que se ha confrontado a sus intereses explotadores y hegemónicos, desenmascarando sus pretensiones, no solo a lo interno de Venezuela, sino también a nivel regional y mundial ha consistido insistentemente en criminalizar el ejercicio soberano de la política interior y exterior de Venezuela, por lo cual a partir de 2008 han arrecido sus intentos por vincular a Venezuela y a representantes de su gobierno con supuestas organizaciones terroristas.
Qué se pretende con catalogar de terroristas las alianzas de Venezuela con otros Gobiernos, por qué se insiste en vincular a Venezuela con movimientos de liberación y con partidos políticos como Hezbollah en Líbano y Hammas en Palestina, pertinazmente tratadas de ser inscritas cómo organizaciones terroristas, cuando estas organizaciones gozan de legitimidad y representación política en sus países e incluso son reconocidos por los países europeos.
Hoy, una vez más, un vocero del imperio norteamericano, acusa a Venezuela y específicamente a un funcionario diplomático venezolano de estar vinculado al movimiento de resistencia político-militar libanes Hezbollah. El asalariado de la conspiración, Roger Noriega, acusa al diplomático de estar vinculado ese partido político, pero, ¿qué hay detrás de las acusaciones de Noriega?
Como diplomático, como revolucionario y ser humano: Ghazi Nasseredinne, es un militante de la revolución, de las lucha contra la opresión y manifiestamente identificado por sí mismo por su posición antiimperialista y antisionista, demostrada en su accionar, innegociable, inquebrantable. ¿Qué persona que haya tratado un poco con Ghazi Nassereddine no conoce de condición de hombre de lucha y de su invulnerable punto de vista?
¿Serían igualmente mediáticas estas declaraciones del narco-terrorista Roger Noriega si se tratara de un ciudadano más, sin nexo alguno al Gobierno Venezolano? o ¿se tratan de agresiones más que contra una persona, contra el gobierno que representa?
Dónde están los voceros de la Cancillería venezolana, que salgan al paso a esas acusaciones infundadas.
¡Que se levanten las voces! ¡Basta de ser sumisos!
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