El Estado burgués moderno es un instrumento de dominación creado por el sistema capitalista para garantizar la reproducción del capital. Si bien teóricamente representa a la nación y arbitra la participación de todos los actores en el juego nacional, en la práctica responde a los intereses de la burguesía.
A este Estado le corresponde la distribución de recursos entre los distintos jugadores con el fin de garantizar la seguridad del país y la provisión de servicios requeridos para la acumulación privada de capital en un ambiente de paz social. Distribución que, en función de los avatares del proceso de acumulación, se mueve entre la muerte: represión y agresiones internas y externas, y la vida: cuido de la población triturada por la maquinaria capitalista.
Cada vez que el proceso de acumulación se ve amenazado, se incrementa el gasto asociado a la muerte para apropiarse de nuevos recursos y territorios que aceiten la maquinaria capitalista y se reduce el asociado a la vida porque no es económicamente rentable. Es más productivo el gasto bélico que conduce a la matanza de miles de civiles que el gasto en maternidades.
En síntesis, el cuido de plantas y animales es inversión porque garantiza la acumulación de capital de los dueños de la tierra y de las empresas que los procesan, los transportan y los venden como mercancía. El armamento pasa a ser inversión si conlleva la apropiación de lo ajeno o si se traduce en el uso de tecnologías inicialmente bélicas, en sectores de la economía altamente productivos como las comunicaciones y la información (TIC).
Pero, el dinero que se invierte en el cuido de nosotros los humanos siempre será gasto porque, por mucho que nos traten como mercancía, no respondemos tan fácilmente a las reglas del mercado. Conscientes de ello, los capos capitalistas nos quitan el alimento de la boca para producir combustible y reducen el gasto social para tratar de superar una crisis estructural. Total, para el imperio la gran mayoría de nosotros sobra…
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