Los gringos y la OTAN al reocupar Libia no solo buscan posesionarse de su petróleo, sino también, restablecer su antigua base militar en el norte de África. Por esa razón, se han negado a darle curso a la iniciativa de paz propuesta por la Presidente Chávez –aceptada por la Unión Africana y Gadafi- para promover una salida negociada al conflicto sin vulnerar la soberanía del pueblo libio. Como en Afganistán e Irak, estas sangrientas acciones bélicas han tenido como telón de fondo una intensa campaña de manipulación comunicacional, lanzada a través de su poderosa maquinaria mediática con el propósito de crear un “estado de opinión” basado en mentiras.
En el caso de Irak y Libia, EEUU y sus aliados actuaron al margen del Consejo de Seguridad. En la práctica ese organismo feneció, porque sea cuales fueren sus decisiones, de facto siempre se impone la agenda de EEUU basada en su poderío militar global. Actúan como estados forajidos al margen del derecho internacional, haciendo “guerras humanitarias” legitimadas con la doctrina imperial suprasoberana de la “seguridad humana”, colocando a la humanidad a las puertas de una barbarie. Son los signos de la crisis terminal del sistema capitalista y de la decadencia inexorable de un imperio que amenaza que destruirnos a todos en su caída.
Por tener las mayores reservas petroleras del mundo, un manejo soberano de sus recursos naturales y un fuerte liderazgo en el proceso de integración regional, Venezuela es susceptible de sufrir una intervención como la que hoy padece el pueblo libio. Es por ello, que el pronunciamiento de adhesión de la MUD -con la excepción de BR- a las acciones genocidas del gobierno de Obama y la OTAN, para apropiarse de las reservas petrolíferas de Libia –estando en su mira los países petroleros que como Venezuela, se niegan a doblegarse ante sus ambiciones neocoloniales- lesiona la integridad nacional al abrir un flanco de ataque a nuestra soberanía. Pareciera que ellos se despojaron de su condición de venezolanos para asumir definitivamente la de ciudadanos de la periferia del imperio. Cuando lo que está en juego es la existencia misma de la patria no se admiten vacilaciones.
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