El vicepresidente José Vicente Rangel volvió a invitar al diálogo a lo que por allí queda de oposición en Venezuela, pero esta sigue sorda ante los llamados del Gobierno Nacional y prefiere guindarse de las pretina de los pantalones de Bush y seguir conspirando y aferrado a la idea de derrocar al presidente Hugo Chávez.
El propio presidente ha hecho llamados similares en otras oportunidades, y sólo ha pedido como condición que sean serios y de verdad hagan una oposición digna que en lugar de causar daño, ayude a enrumbar el futuro de Venezuela.
Pero da tristeza como esas personas que pretenden erigirse como líderes de partidos políticos y defensores de la democracia, prefieren ser lacayos del gobierno de Washington que asumir una postura digna y asumir una oposición honesta y responsable que hace falta en todo gobierno.
El vicepresidente Rangel los llama, incluso, ha dicho a los medios de comunicación que este gobiernos tiene flancos críticos, quizás para que se animen, pero no, siguen haciéndose eco de los provocadores de oficio de los Estados Unidos, para atacar a Chávez.
A veces me invade una rara sensación, porque aunque en una entrevista que Rangel concedió a Panorama, señaló que no le hará el favor a la oposición de decirles cuáles son esos flancos débiles, da la impresión de que en cualquier momento los va a tomar por un brazo, los va a organizar y a decirles : ataquen aquí o allá que allí tenemos muchas debilidades, pero hagan algo, necesitamos que existan, por favor.
El problema de la oposición no sólo es de organización, sino de credibilidad. Ahora, a estas alturas del juego, es que más les debe doler el precio que pagan por las mentiras y las manipulaciones mediáticas que hicieron en su intento desesperado por deshacerse de Chávez.
Algunos todavía se atreven a salir por los canales golpistas de siempre como Ramos Allup, Antonio Ledezma, Ernesto Alvarenga¸ Timoteo Zambrano, por citar alguno de los más rayados, pero me imagino el esfuerzo. Ellos deben sentir el rechazo, cuando menos el desgano de la gente, algo así como cuando alguien llega a la casa de la familia, donde ya no lo quiere la esposa. Lo atienden porque es el padre de los niños, pero ni se le ocurra pedir comida, porque cuando mucho abren la nevera, le sacan el plato del congelador y se lo lanzan sobre la mesa, con la clara intención que esté por lo menos un mes enfermo del estómago y no vuelva jamás.
Y es que la oposición sí tuvieran el coraje de plantarse frente a los medios de comunicación y admitir que se equivocaron y que están dispuestos a rectificar como un ejemplo de caballerosidad y honestidad, “otro gallo cantaría”, pues todos cometemos errores, pero la grandeza está en admitirlos y corregirlos.
Pero insisten en hacer lo contrario. Ya como por sí solos no tienen fuerza para contrarrestar la indetenible revolución bolivariana, se encuentran a la expectativa de lo que pueden decir los voceros norteamericanos, para salir como autómatas y sino repetir lo mismo, hacer ligeras acotaciones como en una especie de perogrulladas, muchas veces con ademanes que intentan mostrar aspectos de consejeros buenos, presos de la impotencia al no poder hacer nada para encaminar al “incorregible” Chávez.
Pretenden convencer a la población que han traicionado toda la vida, de que el Presidente marcha por un rumbo equivocado, cuando ya no hay ni que anunciar los avances, porque la gente los siente en carne propia.
Y allí es donde uno no puede evitar imaginar a los opositores trepando el cuerpo de un Bush inmenso, algo así como Gulliver, pero no explorando al misterioso gigante, sino buscando asirse de los apliques de los pantalones del presidente norteamericano, para que no los deje caer y los lleve con él.
Vemos a Ramos Allup colgando de la mano derecha y con la izquierda sosteniendo sus lentes de “Hormiga Atómica”. A Timoteo Zambrano agarrado de las dos manos mordiéndose los bigotes, a Alvarenga con la mirada pérdida empujándose con los pies para seguir subiendo, y a Ledezma con el pelo de los lados alborotados como Larry el de Los Tres Chiflados...Que lamentable, reitero, insistir en ser títere de otro país antes que hombres nobles al servicio de la Patria.
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