A 229 años del nacimiento del más grande hombre de América

Seguro que Simón Bolívar era en su pensamiento un hombre adelantado a su época, siendo sumamente difícil su accionar dentro de  su entorno y tiempo. Sin embargo, ésta fue una de las principales herencias que le dejó al pueblo venezolano,  su espíritu de vanguardia,  al indicarnos qué era lo que debíamos hacer para tener una patria que resplandeciera entre las naciones del universo, según quedó evidente en sus palabras, discursos, escritos, cartas y en su cotidiano hablar. Bolívar fue y sigue siendo un hombre grandioso y admirable a quien hay que rememorar en cada situación de la vida cotidiana, por cuanto él tiene una respuesta a todos los requerimientos que pueda presentarse a los pueblos, en lo político, social y económico, pues allí se conseguirá la mejor ruta que debe seguir los pueblos del mundo, en especial los que él libertó y amó con toda su alma. He aquí algunas de las palabras que Bolívar dejó plasmadas en la última parte del discurso pronunciado por él en la instalación del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1.819,  y que por su extraordinario contenido se debe estudiar y analizar cuidadosamente para comprender en toda su extensión cual es la herencia que nos dejó, y así entender que después de muchos años de su muerte es ahora que se está siguiendo su visionario proyecto que más temprano que tarde redundará en la felicidad de la patria grande; porque: Para nosotros la patria es América.

“Volando por entre las próximas edades mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo la prosperidad y el esplendor de la vida que ha recibido está vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas entre esos océanos que la naturaleza había separado y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana: ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y oro: ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo: ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces a la suma de la riquezas que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el Trono de la Libertad empuñando el cetro de la Justicia y coronada por la Gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno. Dignaos, Legisladores, acoger con indulgencia la profesión de mi conciencia política y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un Gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables la Igualdad y la Libertad. Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías”

Y es así como perduró por algún tiempo la fidelidad hacia Bolívar, hasta que vieron sus enemigos oligarcas que el Libertador no tenía dobles intenciones, él quería una revolución verdadera, y entonces este gran hombre fue frecuentemente traicionado en vez de ayudarlo a conseguir la felicidad que él quería para su pueblo, esos traidores entorpecieron y anularon sus ingeniosos planes hasta llegar a  perpetrar un atentado para asesinarlo en la madrugada del 25 de Septiembre de 1.828. Durante el juicio a los conspiradores Bolívar se da cuenta de lo profundo de la traición y del odio que existe contra él, y sumamente conmovido por aquello le escribe el 16 de de Noviembre de ese mismo año a su leal amigo, el General Pedro Briceño Méndez, desde la misma ciudad donde se perpetró el frustrado magnicidio, Bogotá; capital de la hoy República de Colombia. “Mi existencia ha quedado en el aire con este indulto, y la de Colombia se ha perdido para siempre.

Yo no he podido desoír el dictamen del Consejo con respecto a un enemigo público, cuyo castigo se habría reputado por venganza cruel. Ya estoy arrepentido de la muerte de Piar, de Padilla y de los demás que han perecido por la misma causa: en adelante no habrá más justicia para castigar el más feroz asesino, porque la vida de Santander es el pendón de las impunidades más escandalosas”  La patria por acción de la oligarquía de ese tiempo, desde esa fecha se volvió un desastre, desastre que perduró hasta 1.998, 170 años, cuando se elige Presidente de la República a Hugo Chávez quien retoma los ideales del Libertador Simón Bolívar y por ponerlos en práctica hoy se enfrenta a la misma oligarquía criolla, pero ahora ya se tiene la triste experiencia del fracaso anterior y por eso esa oligarquía no volverá a imponerse y así se creará una patria verdaderamente independiente donde se busque y se consiga la felicidad de su pueblo. 

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José M. Ameliach N.


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