Traducción desde el inglés por
Sergio R.
Strategic Culture Foundation
Anacona
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La expulsión de la USAID desde Rusia fue una noticia bienvenida y largamente esperada. Moscú había en repetidas oportunidades advertido a sus socios por vía de diferentes canales de comunicación que la tendencia de la USAID de interferir en los asuntos internos de Rusia era inaceptable y, particularmente, que el radicalismo de sus ongs favoritas en el Cáucaso no sería tolerado. Cuando entre en vigencia la decisión de la dirección rusa en el mes de octubre, el personal de la USAID residente en Moscú, que porfiadamente ha ignorado estas señales, tendrá que empacar y reubicarse en otros países que enfrentan gobiernos autoritarios.
En América Latina la USAID desde hace tiempo se ha ganado una reputación de ser una organización cuyas oficinas son en realidad centros de inteligencia que planifican socavar los gobiernos legítimos en un cierto número de países del continente. La verdad no muy escondida es que la USAID alberga a operativos de inteligencia de la CIA y de la Agencia de Inteligencia para la Defensa de Estados Unidos que parecen haber desempeñado un papel en cada golpe de estado llevado a cabo en América Latina, brindando apoyo financiero, técnico e ideológico a las correspondientes oposiciones. Típicamente la USAID también busca involucrarse con las fuerzas armadas locales y los aparatos policiales y recluta al interior de estos agentes dispuestos a darle una mano a la oposición cuando la oportunidad se presenta.
En mayor o menor grado, todos los líderes populares en América Latina han sentido la presión de la USAID. Sin duda que Hugo Chávez de Venezuela es el blanco número uno en la lista de enemigos de la USAID. El apoyo a los opositores del régimen en el país se redujo considerablemente desde las protestas del período 2002-2004 ya que la nación vio que el gobierno retomaba los problemas socioeconómicos, la salud la construcción de viviendas y políticas en beneficio de la juventud. La oposición tuvo que comenzar a confiar más en campañas a través de los medios, 80 por ciento de los cuales son controlados por el campo anti-chavista. Estos lanzan rumores alarmistas acerca de inminentes interrupciones en el suministro de alimentos, informes exagerados acerca de los niveles de criminalidad en Venezuela (país donde en realidad la criminalidad es menor que en los países amigos de Estados Unidos) y los alegatos en torno a la supuesta incompetencia del gobierno en relación a los desastres tecnológicos que se tornaron sospechosamente frecuentes en la medida que se acercaban las elecciones son lanzados a las audiencias como parte de un escenario subversivo que involucra a la red de organizaciones no gubernamentales, ong de Venezuela.
En algunos casos, la militancia de estas puede limitarse a tres o cuatro personas pero contando con un fuerte apoyo de los medios, la oposición puede demostrarse como una fuerza que no augura nada bueno. Los analistas pro-Chávez se preocupan que los agentes de la USAID cuestionen el resultado de las votaciones y de manera sincrónica los grupos paramilitares precipiten las ciudades venezolanas en el caos y brinden a Estados Unidos el pretexto para una intervención militar.
Se sabe que la USAID ha apoyado al fallido golpe de estado en Ecuador durante el cual el presidente Rafael Correa resultó estrechamente ileso de un intento de asesinarlo.
Fuerzas especiales de la policía con fuerte patrocinio norteamericano y de los medios que aprovechan la libertad de expresión para difamar a Correa fueron los actores clave del estallido. En consecuencia Correa tuvo que hacer ingentes esfuerzos para conseguir la revisión del código de conducta de los medios aprobado por el congreso en contra de la resistencia cabildeada por la USAID.
Varios intentos se han llevado a cabo para desplazar a Evo Morales utilizando el potencial operativo de la USAID en Bolivia. De acuerdo con la periodista y escritora Eva Golinger, la USAID invirtió por lo menos 85 millones de dólares para la desestabilización del régimen en el país.
En un comienzo, Estados Unidos tuvo la esperanza de realizar sus deseos azuzando a los separatistas de la provincia predominantemente blanca de Santa Cruz. Cuando el plan colapsó, la USAID comenzó a cortejar a las comunidades indígenas en las cuales las ongs de orientación ecologista tenían contactos desde hacía varios años. Informes desorientadores fueron suministrados a los indígenas en el sentido que la construcción de una carretera a través de su región dejaría a las comunidades indígenas sin tierra y las marchas de protesta de los indígenas que siguieron hacia la capital minaron la posición pública de Evo Morales. Poco después trascendió que muchas de las marchas, incluyendo aquellas organizadas por el grupo TIPNIS, habían sido coordinadas por la embajada norteamericana. La tarea fue llevada a cabo por el funcionario de la embajada de nombre Eliseo Abelo, curador de la USAID para la población indígena de Bolivia. Sus conversaciones telefónicas con los líderes de la marcha fueron interceptadas por la agencia boliviana de contra-espionaje y luego publicadas de manera que E.Abelo tuvo que escapar del país, mientras que el enviado diplomático norteamericano en Bolivia protestaba por las intercepciones telefónicas.
En el mes de junio pasado, los ministros de relaciones exteriores de los países del ALBA pasaron una resolución respecto de la USAID. Decía así: “Citando como pretexto la asistencia en la planificación y coordinación al exterior, la USAID abiertamente se inmiscuye en los asuntos internos de países soberanos, patrocinando organizaciones no gubernamentales y actividades de protesta que apuntan a la desestabilización de gobiernos legítimos que no son asequibles desde la perspectiva de Estados Unidos. Los documentos publicados por el Archivo del Departamento de Estado norteamericano evidencian el apoyo financiero que ha sido otorgado a partidos y agrupaciones de oposición a los gobiernos de los países del ALBA, práctica que equivale a una temeraria y no disimulada interferencia por parte de Estados Unidos. En la mayoría de los países del ALBA la USAID opera por vía de una extensa red de de organizaciones no gubernamentales que ella controla fuera del marco debidamente legal y también de manera ilícita financia a agrupaciones políticas y medios de comunicación. Estamos convencidos que nuestros países no necesitan apoyo financiero extranjero para sostener la democracia establecida por las naciones de América Latina y el Caribe o de organizaciones dirigidas desde el extranjero, las cuales tratan de debilitar o desplazar a nuestras instituciones de gobierno.” Los ministros solicitaron a los gobiernos de los países del ALBA la expulsión inmediata de los representantes de la USAID que amenacen la soberanía y la estabilidad política de los países donde ellos operan. La resolución fue firmada por Bolivia, Cuba, Ecuador, la República Dominicana, Nicaragua y Venezuela.
Paul A. Bonicelli fue confirmado el pasado mes de mayo por el senado de Estados Unidos como Vice Administrador de la USAID para América Latina y el Caribe. Mark Feuerstein, ex jefe de la USAID fue muy notorio en América Latina como el cerebro detrás de los derrocamientos de los legítimos presidentes de Honduras y Paraguay, tanto es así, que los políticos del continente tuvieron que aprender a evitarlo. En todo caso, la credibilidad de la USAID se está agotando y es muy improbable que Bonicelli, un conservador con un doctorado, sea capaz de revertir la tendencia. Su historial incluye haber presidido varias de las secciones de la USAID y haber “promovido la democracia” en concordancia con el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos.
Las opiniones de Bonicelli aparecen reflejadas en documentos publicados en la revista Foreign Policy. Según Bonicelli, Chávez no es un demócrata sino un líder que ambiciona deshacerse de todos sus opositores. El nuevo jefe de la USAID sostiene que, aparte de la amenaza del narcotráfico, Chávez, quien ha inspirado a seguidores populistas en Ecuador, Bolivia y Nicaragua –plantea el mayor desafío a los intereses de Estados Unidos en América Latina. Por lo tanto, Bonicelli urge a Estados Unidos que estimule a la oposición venezolana de todas las maneras posibles, brindándole apoyo material y entrenamiento de tal manera que participe a fondo en las elecciones y otras actividades civiles.
Otro documento de Bonicelli describe la actual evolución de Rusia como una siniestra regresión y una derivación hacia un “neozarismo”. Basándose en esta percepción, Bonicelli sostiene que Occidente debiera responsabilizar a Rusia y sus dirigentes en todo lo que tenga que ver con la libertad y la democracia –aunque la libertad sea importante solo para un puñado de personas y cita el caso de Polonia donde Estados Unidos solía apoyar a Lech Walesa.
Escasas con las posibilidades que una reforma de la USAID restablezca su credibilidad en América Latina.
Manteniendo una lista recortada de prioridades, la USAID liquidó unos pocos programas y cerró sus oficinas en Chile, Argentina, Uruguay, Costa Rica y Panamá y lo hará en Brasil próximamente. La USAID cree que estos países ya se encuentran en condiciones razonables y no necesitan más asistencia de tal modo que la agencia pueda utilizar su potencial contra sus enemigos principales –Cuba y los gobiernos populistas y hacer lo posible para que los políticos hostiles a Washington sean barridos a través del Hemisferio Occidental.
El presupuesto declarado de la USAID para América Latina es de 750 millones de dólares, pero otros cálculos indican que la partida secreta del financiamiento, el cual es incrementado por la CIA podría totalizar el doble de esta cantidad.
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