Los empresarios españoles han visto en la Venezuela “dictatorial y comunista” la oportunidad de recuperar su ritmo de acumulación de capital, sensiblemente afectado por la profunda crisis que atraviesa su país y la civilizada Europa. Las ganancias desmedidas de los inversionistas españoles en el sector financiero, la posibilidad de asociarse con sudacas sin arriesgar un peso y la oportunidad de seguir conspirando parecen ser razones suficientes para instalarse en este país rojo rojito.
Muestra de ello la planta Migur, propiedad de Alimentos Polar y del grupo Leche Pascual de España, inaugurada recientemente en Valencia, en la cual se invirtieron 630 millones de bolívares y alrededor de 147 millones de dólares para producir, con tecnología de punta, yogures a un costo 20% inferior al de cualquiera de los otros que se producen en el país.
Ante este hecho cumplido, el poder popular responsable “de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana” debe hacer un seguimiento permanente a esta planta como caso de investigación – acción, para entender de primera mano una práctica capitalista. Debe preguntarse ¿Qué prioridad tiene la producción de yogurt de larga duración? ¿Justifican 120 puestos de trabajo la instalación de una empresa que va a competir la Empresa Nacional Lácteos Los Andes (ENLANDES)? ¿Por qué Mendoza mencionó la inversión en dólares y bolívares? ¿En cuánto se valoró la tecnología de punta? ¿Cuánto invirtió el grupo Polar? ¿Cuántos recursos, en dólares y bolívares, solicitaron al Estado?, etc.
Ello permitirá contar con argumentos para actuar a tiempo y contener la reconquista por parte de empresarios de la “madre patria”, en complicidad con conspiradores locales que no se dan por enterados que Venezuela ha cambiado y creen que pueden seguir haciendo lo que les viene en gana.
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