Los “civilizados” mandamases del imperio miran hacia el Sur y no entienden. No son capaces de apreciar el orgullo y la riqueza cultural de los variopintos descendientes de negros, indígenas y blancos, menos aún la nobleza, el sentido comunitario y la relación con la madre natura de pueblos indígenas. Sin embargo saben que tenemos un espíritu muy nuestro, compañero en nuestro quehacer cotidiano que se desboca libre y solidariamente en momentos de intensa alegría y tristeza, y por ello han decidido robustecer sus ataques por el flanco espiritual – religioso.
¿Cómo? Moviendo sus piezas para garantizar la elección del cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, como primer papa suramericano. Personaje muy inteligente, muy cuestionado y muy peligroso, por cuyas actuación y omisiones varios argentinos han renunciado formalmente a la iglesia católica.
Se lo acusa de retrógrado ortodoxo, contrario a la teología de la liberación y perseguidor de quienes la profesan o profesaron; de amigo de la dictadura militar y cómplice del robo sistemático de bebés nacidos en cautiverio; de encubridor de los dos casos más sonados en Argentina de curas pedófilos; de tenaz opositor a las políticas de educación sexual y reproductiva y de contrario acérrimo a las leyes de matrimonio igualitario, aprobadas por el Congreso Argentino.
Más moderado en su opinión, sin entrar en acusaciones difíciles de probar, Washington Uranga destaca dos rasgos de la personalidad del nuevo papa que ilustran su importancia como instrumento del imperio para tratar de manipular a los “primitivos” latinoamericanos y caribeños:
“A su austeridad y sencillez en todo lo concerniente a su vida personal y eclesiástica, se le opone una alta cuota de intolerancia y hasta de soberbia para enfrentar a quienes considera sus adversarios o enemigos. Esto tanto en el terreno eclesiástico como en el político”
“Bergoglio no hace nada por impulsos o por casualidad. Todo lo calcula y lo premedita. Seguramente trasladará también esa forma de actuar al Vaticano y a la Iglesia en general”.
No en balde decidió llamarse Francisco I, identificándose como una versión moderna de Francisco de Asís, santo conocido por su vida religiosa austera y simple, que animaba a sus seguidores a vivir de igual manera. Asociación que obviamente tratará de utilizar el nuevo papa para promover austeridad entre nosotros y la adopción de una actitud de resignación cristiana ante los avances y los desmanes del imperio.
De allí que tengamos el deber histórico de reforzar nuestro flanco espiritual e insistir en nuestra insurgencia anticolonial. De allí que debamos organizar una contraloría religiosa que siga de cerca los pronunciamientos formales de las autoridades eclesiásticas, los sermones dominicales y las prédicas de los centros de educación en manos de la iglesia católica.
Mariadela Villanueva
mariadelav@gmail.com
@mariadvillanuev