Comentarlo públicamente pudo haber sido irresponsable. El solo pálpito pocas veces sirve para sustentar una tesis, más cuando de algo tan delicado se trata. No pasan de tres las personas con quienes, después del 5 de marzo –entre pena y dolor– me atreví a suponer que el nuevo magnicidio apuntaba ahora, claramente, hacia otras dos personas. Si refiero el “nuevo” magnicidio, es porque estoy convencido de que el cáncer que afectó a Hugo Chávez no fue obra natural de la ley de la vida.
El tiempo y la ciencia se encargarán de demostrarlo. De esos otros dos compatriotas que aludo, Nicolás Maduro Moros es –indiscutiblemente– el primero de la lista.
El Presidente fue categórico el pasado sábado, cuando habló al respecto. “Lo denuncio ante el mundo”, dijo desde el estado Bolívar, agregando que “Roger Noriega y Otto Reich están involucrados” y también “la derecha salvadoreña que ha pagado unos sicarios”, según reportó Ciudad CCS.
No por casualidad él encabeza las apetencias asesinas del imperio. Si Chávez fue siempre objetivo político-militar de este siniestro aparataje global, Maduro lo es doblemente puesto que no solo es un dirigente de izquierda a toda prueba, sino que encarna fielmente la extensión del legado del Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana. Sus intervenciones, radicales contra la oligarquía, dan muestra de ello.
Elías Jaua, canciller de nuestro país, igualmente aportó datos: “Llegamos a elementos concretos, es el mismo grupo ligado a Chávez Abarca, quien tenía elementos para acciones de sabotaje”. La Agencia Venezolana de Noticias nos recuerda quién es el salvadoreño Chávez Abarca, detenido en Venezuela en julio de 2011: “Figura en los expedientes policiales como cómplice y discípulo del terrorista de nacionalidad venezolana Luis Posada Carriles”.
El Estado y el pueblo, más que nunca, deben multiplicar las medidas de seguridad para evitar la desestabilización. Hay que proteger a Nicolás Maduro y también a Diosdado Cabello, quien a mi juicio, sería el tercero en el orden.
¡Chávez vive, la lucha sigue!
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