Los desmanes de Estados Unidos y sus aliados se pierden de vista. La lista es larga y vale la pena recordársela a quienes insisten en que no hay un imperio y que son desvaríos de “comunistas trasnochados”. Palestina es un campo de concentración: se violan todos los derechos humanos, la gente muere de hambre, no hay medicinas, bombardean los hospitales sin pudor y las tropas israelíes entran y salen de los territorios ocupados con desvergüenza.
La interminable guerra en Irak, con sus decenas de muertos diarios, con la destrucción de sus ciudades y de su historia. Los talibanes de Afganistán, satanizados por occidente, han hecho imposible la paz en ese país que fue invadido para buscar a Osama Bin Laden. Por supuesto, nunca lo encontraron allí.
También, con la valiosa ayuda de sus cómplices europeos, de las Naciones Unidas, de ejércitos de mercenarios muy bien pagados y de la nefasta Organización del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado del imperio, propiciaron la desaparición de los gobiernos existentes en Egipto y Libia. En ambas naciones hay inestabilidad política, muertes e ingobernabilidad… Igual plan tienen para Siria. Esta injerencia no ha cambiado para bien las realidades de estas naciones. Al contrario, la bota imperial solo ha traído destrucción y resistencia en los pueblos que se niegan a perder su dignidad y soberanía, en nombre de una “libertad” condicionada por el imperio gringo.
Este es el mismo imperio, genocida, racista, sionista e injerencista que se ha conseguido de frente con una Latinoamérica unida, pero tiene decenas de conexiones, aliados, cómplices, súbditos, adláteres y jalabolas en el planeta. Ese imperio, ¿quién lo duda?, fraguó con sus cómplices el atentado a Evo Morales. La excusa es tan vergonzosa que se pasa de la sorpresa a la indignación sin sobresalto. Un “chisme” hizo que varias naciones europeas desoyeran todas las leyes internacionales y “ruletearan” cobardemente al presidente Evo Morales. Seguro pesó también para tal afrenta que Evo es un indígena de los pueblos originarios de nuestra América y no alguien a quien consideren su igual. El racismo tiene mil caras.
El 11 de septiembre de 2008, el presidente Chávez anunció su decisión de expulsar al embajador de Estados Unidos en Venezuela, en ese entonces Patrick Duddy, en solidaridad con una decisión similar adoptada por el presidente boliviano Evo Morales y dijo: “Ya basta de tanta mierda de ustedes, váyanse al carajo, yanquis de mierda, aquí hay un pueblo digno, aquí estamos los hijos de Simón Bolívar (…) Estamos resueltos a ser libres, pase lo que pase y cueste lo que nos cueste. Ya basta, ya basta de tanta mierda de ustedes yanquis, ya basta”. Hubo en esas palabras siglos de impotencia y dignidad contenidas por gobiernos cómplices y cipayos del imperio. Digamos con Chávez, con Nicolás, con Evo, con Correa, con Unasur, ¡ya basta! Sigamos…