Tiroteos en los colegios, en las escuelas, en las instalaciones militares, en las calles, con saldos de muertos y heridos. El mayor consumidor de drogas. El mayor fabricante de droga en laboratorio. El mayor vendedor de armas a personas naturales. El más grande fabricante de armas y exportador de las mismas, que siembran la muerte en países por lejanos que estén de ese territorio. El país con el mayor déficit fiscal del mundo. El país que más violaciones a los derechos humanos comete, a la luz de todo el mundo. Violaciones, irrespeto a la mujer, explotación a las personas de origen latino, en especial a los mexicanos. El uso, como carne de cañón, en sus agresiones e invasión a otros países, a los jóvenes latinos. El país con más adultos y niños en obesidad. Su cultura se sustenta en Hollywood y sus películas de violencia, depravación y sordidez. Esa, sin duda alguna, es una sociedad en decadencia.
Los 13 muertos, hasta los mementos de escribir este artículo, y más de una veintena de heridos, causados por un tiroteo en las instalaciones del Mando de Sistemas Navales de la Marina, a orillas del río Anacostia, es un eslabón más de esta cadena de muertes en diferentes instituciones de ese país. El autor del hecho, según las informaciones oficiales es un hombre de raza negra, contratista militar de Texas. El hombre, Aaron Alexis, murió en el lugar, a manos de la policía, según las últimas informaciones. Este hombre, contratista militar, estoy casi seguro, viene de participar en una de esas “guerras” que el imperio produce en el mundo árabe, con el afán de apoderarse del petróleo de esos países. Más tarde será por el agua.
¿Está el imperio estadounidense en una decadencia? Es evidente. Los analistas de ese país, así lo confirman. Como otros de la vieja Europa y de América Latina. Cito a Immanuel Wallerstein, quien en su libro “La decadencia del imperio”, se pregunta “¿Estados Unidos está en decadencia?”. Y añade: “Pocos en la actualidad creerían en esta afirmación. Los únicos que en efecto la creen son los halcones estadounidenses, quienes vociferan a favor de medias políticas que reviertan el declive. Esta creencia de que el final de la hegemonía estadounidense ya comenzó no proviene de la vulnerabilidad que para todos fue patente el 11 de septiembre del 2001. De hecho Estados Unidos se ha venido desvaneciendo como potencia global desde los años setenta…”.
Otro elemento que se une a esa sociedad en decadencia es la corrupción. Esto para quienes creen, en Venezuela, que este flagelo es un producto netamente nacional. Oigan lo que dice Al Gore, ex vicepresidente de Bill Clinton en dos oportunidades, y candidato presidencial de su país. “La palabra “corrupción” viene del latín corruptus, que significa “romper o destruir”. La corrupción destruye y rompe esa confianza que es tan esencial para la delicada alquimia que reside en el corazón de la democracia representativa…”. El señor Gore habla del poder del dinero en su país y el poder que se ejerce, desde las altas esferas gubernamentales y empresariales, para comprar la conciencia del norteamericano común y corriente.
Pero aún falta. En un espacio tan corto, no se puede abordar todo lo que acontece esta sociedad estadounidense. No obstante, voy a culminar refiriéndome a la pobreza que existe en ese país. Cada día, según las estadísticas, el empobrecimiento es mayor, mientras que la concentración del dinero es mayor en un grupo que lo domina todo. Razón tenía nuestro Gigante, que dicho sea de paso, con el pasar de los tiempos será más que un Gigante, cuando decía que “nuestro enemigo no es este grupo de derecha que nos adversa, no. Nuestro enemigo es los Estados Unidos, cuyos gobiernos andan desesperados buscando petróleo donde sea, y como sea, y luego irán por el agua. Ustedes verán”. Por eso afirmo que el buitre está enfermo.
Teófilo Santaella: periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.
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