El 27 de Noviembre de 1992 representa la ruptura del viejo paradigma, en el cual las Fuerzas Armadas estaban destinadas a reprimir al movimiento popular insurgente en Venezuela. Con la muestra dada por el pueblo el 27 de Febrero de 1989 y la confianza ganada por los acontecimientos del 4 de Febrero de 1992, la unión cívico-militar llegó tener un rol preponderante en el consecuente derrumbe de la dictadura acordada en el Pacto de “Punto Fijo”, principalmente por los partidos político Acción Democrática y COPEI, y tutelada por los Estados Unidos.
Esta insurrección, se desarrollo principalmente en el Distrito Federal, y a su vez abarco los estados Miranda, Aragua y Carabobo. Participaron en ella el componente de la Aviación de la Fuerza Armada, varias organizaciones políticas revolucionarias de ese entonces, el movimiento estudiantil y sectores de la población en general.
Aunque militarmente, la sublevación fue derrotada, la digna y justificada rebeldía, en contra del modelo político y económico preponderante para el momento, siguió combatiendo desde múltiples espacios y tácticas: organizaciones culturales, el movimiento estudiantil, el movimiento ecológico, organizaciones políticas, grupos comunitarios, e incluso grupos religiosos; todos desde sus trincheras aportaban a la lucha popular para derrocar el régimen dictatorial disfrazado de falsa democracia.
Sucedía todo ello, no sin haber sido combatida férreamente por los gobiernos de la IV República, donde el predominio de la represión como respuesta gubernamental a las demandas sociales, se tradujo en cientos de allanamientos, torturas, desapariciones, asesinatos, de líderes populares y jóvenes estudiantes, en su mayoría.
Esta batalla entre el pueblo pobre y la burguesía, se ha prolongado hasta el presente, incluso con la llegada a la presidencia de la República de Hugo Chávez, que ciertamente impulsó cambios políticos importantes y reinvindicativos para los sectores de la población más vulnerables económicamente, pero no ha logrado aún crear las condiciones optimas de igualdad y justicia social, que tanto se anhela.
Es por ello que, el movimiento popular revolucionario, en honor a sus mártires caídos ese día, como en todos los años de luchas, debe rescatar el carácter beligerante y combativo que lo ha caracterizado en las luchas anteriores a 1998, el cual se ha visto menguado al limitarse, generalmente, al tareismo designado desde el mismo gobierno, por más que éste sea aliado de las causas revolucionarias. Redimir el carácter verdaderamente solidario, desprendido, abnegado y comprometido de los aportes a la causa revolucionaria a favor del pueblo; y basar, sinceramente, en ideales y convicciones revolucionarias, cada acción a emprender y ejecutar a favor de la humanidad.
Hay que romper el circulo vicioso de hacer todas las cosas por la “ayuda” económica, por la beca, por el “cuánto hay pa’ eso”, por el “trabajito”, por la fotito al lado de tal o cual funcionario. Indudablemente, los derechos hay que conquistarlos cumpliendo nuestros deberes como ciudadanos, y mucho más, como ciudadanos comprometidos con la Patria, pero teniendo cuidado de no reproducir el sistema capitalista que buscamos transformar. Hay que estar atento con los falsos camaradas, con los traidores, con aquellos que dudan de la causa popular, y de los que están sólo en búsqueda de privilegios individuales.
Fortalezcamos el Poder Popular, recuperemos nuestra autonomía de pensamiento, a través del trabajo articulado desde las bases populares, con círculos de estudios, con redes de formación y comunicación, con el trabajo cultural en los barrios, en los campos, escuelas, liceos y universidades; profundizando en los ideales y llevándolos a la práctica cotidiana. Reimpulsemos los cine-foros comunitarios, los grupos de títeres, teatros, los eventos culturales, fortalezcamos las radios comunitarias; proyectemos las ideas, exigencias y denuncias a través del panfleto, del mural, del graffiti… Que el pensamiento y la voz del Pueblo Pobre se escuchen desde nuestras propias bocas, se construya con nuestras propias manos, y plasmen nuestros propios sueños en la más hermosa realidad colectiva.
A 21 años del 27 de Noviembre de 1992,
¡Honor y Gloria a todos nuestros mártires revolucionarios!
¡Juramos Vencer y entregarlo todo sin esperar nada a cambio, que no sea la Paz y la Justicia Social para nuestro Pueblo Pobre!
Desde Venezuela, Tierra de Libertadores, a 521 años del inicio de la Resistencia antiimperialista en América, y a 203 años del inicio de Nuestra Independencia,
Coordinadora Simón Bolívar
Revolucionaria, Solidaria, Internacionalista, Indigenista, Popular y Socialista.