Continúa la rapiña de Estados Unidos a la América del Sur (VII)

1845: Sobre la base de los enunciados del Destino Manifiesto, sistematizados por primera vez por el publicista estadounidense John L. Sullivan y según el cual la expansión estadounidense hacia el Sur de sus fronteras no sólo era algo inevitable sino que respondía a un mandato divino, el presidente James Polk, con el respaldo del Congreso, anexa a los Estados Unidos el territorio de Tejas.  A su vez, siguiendo sus viejas prácticas, la Casa Blanca estimula a los colonos estadounidenses de California para que organizaran una sublevación contra las autoridades mejicanas. 

1846: Tropas estadounidenses al mando del general Taylor, provocan de manera premeditada un combate con las fuerzas armadas mejicanas, desarticuladas en el Río Bravo, acción que fue utilizada como pretexto por el presidente Polk, con el respaldo del Congreso, para iniciar una cruenta y desigual guerra de rapiña contra su vecino del Sur. Paralelamente, Estados Unidos firma con el gobierno de Nueva Granada un tratado mediante el cual este país se comprometía a garantizar la libre circulación de ciudadanos y mercancías norteamericanas a través del Istmo de Panamá. A cambio, el gobierno de Estados Unidos le promete a su contraparte respetar la soberanía colombiana sobre ese estratégico territorio latinoamericano.

1848: La victoria militar estadounidense contra Méjico obliga al gobierno de este país, entonces presidido por José Joaquín Herrera, a firmar el funesto tratado Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual esa nación fue despojada de 2.263.866 Km², más de la mitad de su territorio, comparable con la extensión de dos y media veces la actual Venezuela. Paralelamente, la Casa Blanca estimula las acciones de los sectores que querían separar al estado de Yucatán de Méjico y anexarlo a Estados Unidos, ante la imposibilidad de lograr ese propósito y, frente a las demandas de protección que habían presentado las temerosas autoridades yucatecas a Inglaterra y Francia, entonces el presidente Polk invocando la Doctrina Monroe declara que el gobierno de Estados Unidos no admitirá la transferencia de ese estratégico territorio a ninguna potencia europea.

1849: En los acuerdos de 1848 con Inglaterra y España, por medio de los cuales Estados Unidos le compró a esta última potencia el territorio de Oregón y estableció la necesidad de lograr un equilibrio político entre los sectores antiesclavistas del Norte y esclavistas del Sur de Estados Unidos, el presidente Zachary Taylor publica una proclama en la que califica como criminales en alto grado a todos los que apoyara las luchas por la independencia de Cuba frente al colonialismo español, incluidos aquellos que querían anexar esa isla a Estados Unidos.

1850: Sin consultar a los gobiernos centroamericanos, las autoridades del Imperio británico y de Estados Unidos firman el Tratado Clayton-Bulwer por medio del cual el gobierno norteamericano reconoce las posesiones británicas en Centroamérica. Además, ambas potencias se abrogaron el derecho a construir de común acuerdo y bajo protección militar conjunta, un canal que uniera las aguas del Océano Atlántico con las del Pacífico a través de algún punto del istmo centroamericano o del Istmo de Tehauntepec, ubicado en el Sur de Méjico. 

1851: El nuevo presidente de los Estados Unidos, Millard Fillmore, reitera la proclama de su antecesor contra los que pretendían liberar a Cuba del dominio español, sin embargo, no pudo impedir que una expedición militar capitaneada por el general, origen venezolano, Narciso López y por el coronel estadounidense William Crittenden, desembarcara en el occidente de esa isla. La Casa Blanca admite sin chistar que las autoridades españolas ajusticiaran a los 51 sobrevivientes de esa expedición; mayoritariamente integrada por ciudadanos norteamericanos.



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José M. Ameliach N.


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