Nuevamente el imperialismo norteamericano, la potencia más agresiva e intervencionista de la historia de la humanidad, arremete contra Venezuela. Ahora son las petulantes declaraciones del tristemente célebre John Negroponte, director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, y del general Michael Maples, director de
En primer término, Estados Unidos no tiene ningún derecho a emitir declaraciones críticas sobre la política exterior de ningún país soberano, como el nuestro. Tampoco es quien para escoger qué países son amigos nuestros y cuáles no. Ni a quién le compramos armas. Pero la desfachatez de este país y de sus funcionarios no tiene nombre. Llegan a dar argumentos tan absurdos como que el gobierno de Chávez de salir reelecto le pondrá trabas a la oposición “mediante medidas que son técnicamente legales pero que de todos modos constriñen la democracia”. Quien entiende tamaño galimatías: medidas legales pero antidemocráticas. Y aún llegan a más. Negroponte aseguró que Chávez estaría gastando millones de dólares apoyando a candidatos en procesos electorales en la región, pero reconoció que no tenía ningún estimado ni datos exactos sobre lo que estaba diciendo, ni cuánto le estaba dando al gobierno cubano.
No vamos a enumerar la abultada lista de tropelías de todo género y violaciones a los derechos humanos cometidas por este tenebroso personaje de la política exterior gringa. Es archiconocido su nefasto papel en Honduras mientras fue embajador en ese país entre 1981 y 1985, así como más recientemente siendo embajador-invasor en Irak. En todo caso, no se trata de un asunto personal o de una especial animadversión de estos procónsules del imperialismo hacia Venezuela y su gobierno. Lo dicho por Negroponte, así como por el general Maples, no son simples opiniones personales de estos funcionarios. En rigor, los representantes del gobierno imperialista del Norte no emiten declaraciones personales, determinadas por motivaciones subjetivas o casuales; en realidad, reflejan la política intervencionista del imperialismo norteamericano hacia nuestro país, su pueblo y el proceso revolucionario que venimos desarrollando.
No es nuestra intención detenernos en exhibir públicamente el prontuario de filibustero imperialista desarrollado por Negroponte a lo largo de su larga carrera “diplomática”, ni sacarle los trapitos al sol al general Maples. Ambos, como todos los demás funcionarios del Estado norteamericano, cuando hablan lo hacen en nombre del inquilino de
Como hemos dicho en otras ocasiones, para la administración Bush, el gobierno del presidente Chávez sigue siendo una “piedrita” en el zapato que le descuadra sus planes imperialistas en América Latina. El proceso revolucionario que continúa abierto en nuestro país es un asunto de gran preocupación para los Estados Unidos, en la medida que este puede continuar profundizándose, afectando las bases mismas del capitalismo, y con ello, los intereses estratégicos de dicho país en la región. Por otra parte, el desarrollo del proceso revolucionario hacia una eventual definición socialista del mismo, es un “mal” ejemplo que puede ser seguido por otros pueblos latinoamericanos, en momentos que se produce un giro a la izquierda en muchos países de nuestro continente. De allí que las presiones sobre el gobierno del presidente Chávez no van a cesar, ni están determinadas exclusivamente por la proximidad de las elecciones.
Pero las bravuconadas intervencionistas se combinan con puentes de diálogo, como la reciente reunión entre Thomas Shannon, subsecretario de Estado, y el embajador venezolano en Washington. Esta es una estrategia de doble filo. La tradicional combinación de la zanahoria y el garrote. Por una parte, los “halcones” vociferan contra el gobierno venezolano, y por otra, las “palomas”, dialogan. En cualquier caso, esta política de dos vías, busca presionar al gobierno de Chávez para que ceda tanto en el terreno político como en el económico; para que garantice las inversiones y el suministro seguro de petróleo a los Estados Unidos, y al mismo tiempo, reevalúe sus relaciones políticas y diplomáticas tanto en el hemisferio como internacionalmente.
En todo caso, rechazamos categóricamente esta nueva intromisión imperialista en los asuntos internos del país, y exhortamos a todas las organizaciones sociales a movilizarnos el próximo 8 de marzo contra la intervención norteamericana en Venezuela y en el mundo.
*Profesor de la UCV y miembro del Comité Nacional Impulsor del Partido Revolución y Socialismo (PRS)