Veo telenovelas desde hace décadas. La primera de la que tengo recuerdos se llamaba Esmeralda. La protagonista era Lupita Ferrer y el galán José Bardina. Después de Esmeralda he visto unas cuantas. Unas muy, muy malas y otra muy, muy buenas. De las buenas recuerdo a La Fiera, La Señora de Cárdenas, La Dama de Rosa y Por estas calles, antes de ser un bodrio. Muy pronto empezaron a llegar las novelas de otros países, como las mexicanas, para las cuales no tengo ningún comentario elogioso. Son malas.
Pasaron décadas antes de que Doris Wells, Miguel Angel Landa y José Ignacio Cabrujas triunfaran con una historia en la que no hubiera una boba a la que todo el mundo maltrata, incluyendo al galán que siempre la quiere mucho, pero la hace sufrir con la misma intensidad. Es un libreto tan repetido, que hemos acuñado la frase “parece guión de telenovela”. La muchacha pobre, el galán rico, el embarazo y el final feliz. Aunque en el caso de Venezuela el hito lo marcó una culebra sin “final feliz”. La señora de Cárdenas terminó divorciada, lo que para la mayoría de los libretistas no tiene nada que ver con la felicidad. Ni con la realidad.
Sin embargo, alguna creatividad llegó al género. Brasil y Colombia han sido audaces. Sus telenovelas son innovadoras. Sus historias irrumpen. En el caso de Venezuela, hubo un estancamiento lamentable e insólito. Nadie siguió el ejemplo que Cabrujas dio.
Pero no sólo los libretistas de telenovelas repiten el guión. Hay otros con mucho poder que lo hacen. En el caso de las telenovelas venezolanas creo que es pichirrez de los dueños de las televisoras. En el caso de los poderosos autores de guiones de invasiones, es caradurismo imperial. Siga leyendo.
Cuando usted quiera invadir un país, Dios lo salve de ese sentimiento, sólo haga una pequeña investigación hemerográfica y el guión fluirá.
Diciembre1989: operación militar “Causa Justa”. Estados Unidos invade Panamá, con las siguientes excusas: el presidente Manuel Antonio Noriega es narcotraficante, en “defensa” de la libertad, la democracia, los derechos humanos y del Tratado Torrijos Carter, sobre el Canal de Panamá.
Marzo 2003: Estados Unidos invade Irak con las siguientes excusas: “destruir” armas de destrucción masiva, en defensa de la libertad, la democracia, los derechos humanos y contra el terrorismo.
Agosto 2006. Los marines estadounidenses invaden Venezuela, con la Operación Militar “Libertad y Democracia”. El teniente coronel Hugo Chávez se negó a colaborar con la lucha antidrogas estadounidense. Además se sospecha que tenía nexos con Osama Bin Laden y contacto electrónico con Sadam Hussein y Manuel Antonio Noriega. Hubo fiesta en la plaza Altamira, pero los bombardeos siguen en la zona oeste de la capital venezolana.
Cual culebra latinoamericana, el guión se repite. Puede repetirse. Y en los tres casos hay un Bush de protagonista. Las últimas declaraciones de voceros estadounidenses nos “revelan” el libreto. No sorprende. Lo sorprendente es que haya venezolanos, que piensen que una invasión puede ser “beneficiosa” para el país. Si alguna gente de la oposición la justifica, no hay remedio, los perdimos. Habrá que mandarlos a informarse. Con urgencia. Irak. Panamá. Grenada, Afganistán. Haití. Son capítulos de la misma historia imperial. Pero el final es tenebroso. Nunca es feliz. Nunca. No lo será para nadie.
*Periodista
Esta nota ha sido leída aproximadamente 4964 veces.