1. El término imperialismo prácticamente ha sido desterrado del vocabulario sociológico,
económico y político y su lugar está siendo ocupado por la retórica de la “globalización”, esto es,
por los supuestos de la interdependencia y de las relaciones de cooperación y ayuda mutua entre
todos los países. El tema del imperialismo pretende considerar las formas de dominación en todo el
planeta, resaltando la existencia de relaciones de desigualdad, de opresión y de explotación entre
diferentes estados y territorios1. Es paradójico que se haya dejado de emplear el concepto de
imperialismo, cuando en los procesos del mundo real se puede constatar la generalización de las
relaciones imperialistas a los más diversos ámbitos de la vida social. Como complemento a los
aspectos más constantes de las relaciones de dominación imperialistas, de tipo económico o
político, hoy es legítimo hablar de “imperialismo lingüístico”, “imperialismo ecológico”2,
“imperialismo biogenético” e “imperialismo sexual”, como algunas de las nuevas y detestables
manifestaciones del imperialismo.
2. Imperialismo lingüístico: Podemos empezar de manera irónica con una constatación: la misma
palabra globalización se ha impuesto como resultado de unos determinados intereses, los de los
Estados Unidos. Dicho término al cual hoy se le atribuyen unas virtudes mágicas jamás se utilizó en
la historia del pensamiento filosófico, por lo que los términos “global” y “globalización” no les
mencionan ningún pensador desde Platón hasta Nietszche. Su uso es recientísimo, pues su inclusión
en un diccionario inglés se hizo en 1961 y su utilización en el sentido actual se empleó por primera
vez hace escasos 20 años. Para darse cuenta del lugar geográfico donde se originó el término y su
proximidad histórica, baste recordar que el número de entradas correspondientes a esta palabra en la
Biblioteca de Washington pasó de 34 en 1994 a 693 en 1999 y en 1980 en Estados Unidos se
publicaron 50 títulos en economía que incluían la noción de global mientras que en 1990 ya eran
670.3 Globalización es, entonces, un término de uso muy reciente, tanto que hace un cuarto de siglo
nadie lo utilizaba. Exactamente empezó a emplearse en el año de 1984, cuando fue usado por un
administrador de empresas de los Estados Unidos en una publicación académica de ese país.
Inmediatamente el término empezó a ser empleado por las multinacionales de Estados Unidos para
promocionar sus intereses particulares como expresión de intereses económicos generales del
mundo.
3. Después de 1989, a raíz de las transformaciones políticas que sacudieron al mundo, se ha
presentado un cambio de lenguaje, pudiéndose constatar la imposición de la semántica asociada al
bando ganador, el capitalismo, y más directamente a los intereses del país hegemónico que se
consolidó como única superpotencia como resultado de la desaparición de la URSS y el
desmoronamiento del bloque socialista en Europa oriental. Entre todas las nociones que se han ido
imponiendo en los últimos años sobresale el vocablo globalización y se destaca también la
*. Profesor Titular Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá—Colombia. Compilador de Marx y el Siglo XXI, 2 Tomos, Ediciones
Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998—1999, 1600 páginas. Autor de: ¿Fin de la historia o desorden mundial? Crítica a la ideología
del progreso y reivindicación del socialismo, Ediciones Antropos, Bogotá, 1997; El Caos Planetario. Ensayos marxistas sobre la
miseria de la mundialización capitalista, Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1999; Neoliberalismo: mito y realidad, Ediciones
Pensamiento Crítico, Bogotá, 1999; Guía Lingüística del nuevo desorden mundial, Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2004 (en
prensa).
1. Michael Löwy, “Impérialisme: Présentation II”, Actuel Marx, No. 18, 1995, pp. 19—20.
2. El término es empleado por John Bellamy Foster, The Vulnerable Planet. A Short Economic History of The Enrronment, Monthly
Review Press, New York, 1994, pp. 91 y ss.
3. Carlos Taibo, Cien preguntas sobre el nuevo orden, Suma de Letras, Madrid, 2002, pp. 24—26; las referencias a la historia de la
filosofía y a los libro publicados en Estados Unidos aparecen en Elmar Altvater y Birgit Mahnopf, Las limitaciones de la
globalización. Economía, ecología y política de la globalización, Siglo XXI Editores, México, 2002, p. 11, nota 2.
2
desaparición en la política y en el conocimiento social del término imperialismo. Algunos autores,
como Pierre Bourdieu y Loic Wanquat se han dado a la tarea de explicar las razones de ese cambio
de lenguaje, de lo cual concluyen que eso no se debe a ninguna fuerza objetiva que condujera a ese
fin, sino a la imposición de determinados intereses, ligados a los Estados Unidos4. Esto ha llevado a
que se constituya una vulgata globalística, con un reducido arsenal de términos, empleados hasta el
cansancio para encubrir la realidad.
4. Incluso diferentes autores han resaltado que el término globalización está directamente
relacionado con los intereses estratégicos de los Estados Unidos. Por ejemplo el economista John K.
Galbraith ha afirmado que la “Globalización” es un “término que nosotros, los americanos,
inventamos para disimular nuestra política de avance económico en otros países y para tornar
respetables los movimientos especulativos del capital”. En esa concepción fue secundado nada
menos que por el ex secretario de Estado Henry Kissinger, quien afirmó sin dudar: "lo que se llama
globalización es en verdad otro nombre de la posición dominante de los Estados Unidos". El
término siguió anclado al ámbito exclusivo de la economía durante la segunda mitad de la década
de 1980 quedando reducido a unas cuantas universidades e instituciones académicas de los Estados
Unidos, pero a partir de los cambios políticos conocidos por el mundo después de 1989, la
“globalización” paso a convertirse en un vocablo de uso cotidiano que ha inundado prácticamente
todas las disciplinas sociales. En la actualidad existen miles de libros y artículos que lo usan y
tiende a dispararse en forma exponencial su empleo. Sin embargo, en el plano del conocimiento la
unanimidad no es sinónimo de precisión ni quiere decir que se tenga la razón, o si no recuérdese el
caso de la teoría geocéntrica que fue considerada como “verdadera” durante muchos siglos.
5. La imposición universal del término “globalización” es un claro ejemplo de un imperialismo
lingüístico, que podemos también denominar una macdonalización del lenguaje, que supone que las
palabras de uso corriente y cotidiano, así como los conceptos y categorías centrales de las ciencias
sociales simplemente reproduzcan en sus respectivos idiomas nacionales los términos empleados en
los Estados Unidos y que se han difundido e impuesto por todo el mundo en las últimas décadas,
como lo han mostrado Pierre Bourdieu y Loic Wanquat en su artículo Las argucias de la razón
imperialista. Eso se puede ver con denominaciones como las de estudios poscoloniales, estudios
culturales, libertad de comercio, libertad empresarial y ahora terrorismo, armas de destrucción
masiva, fundamentalismo y otros vocablos propios de un lenguaje colateral que proporciona claves
lingüísticas y simbólicas para justificar la guerra, la destrucción de países, la recolonización, el
saqueo de recursos, es decir, la dominación imperialista5. Y como muestra de que esta dominación
se sustenta en las clases dominantes locales y en sus “intelectuales”, nos encontramos con que la
terminología que interesa el imperialismo, principalmente al estadounidense, ha sido asumida en
muy diversos lugares del mundo como si fuera un lenguaje neutro, natural, por encima de las
diferencias sociales, o sea, como un lenguaje desprovisto de sentido. Así, en todo el mundo se han
asumido como válidos en sí mismos, un término tan brumoso y superficial como el de
“globalización”. La noción de “globalización” se ha impuesto como resultado de una acción
imperialista en un doble sentido: de una parte, es un término creado en Estados Unidos y desde allí
ha colonizado al resto del planeta; y de otra parte, expresa la imposición imperialista de la economía
ortodoxa neoliberal, puesto que es acá donde se empleó originalmente, para luego desplazarse a las
más diversas disciplinas del conocimiento social. No es raro, en consecuencia, que las concepciones
más vulgarmente economicistas se encuentren tras el uso mecánico de la palabra “globalización”,
con todas las virtudes mágicas que se le atribuyen.
6. Imperialismo Ecológico: engloba una serie de fenómenos de tipo ambiental relacionados con
políticas o acciones conscientemente adoptadas por parte de los países, gobiernos y compañías del
Norte opulento contra el resto del mundo. Entre algunos de esas políticas y acciones se destacan:
4. Pierre Bourdieu y Loic Wacquant, Las argucias de la razón imperialista, Editorial Paidos, Barcelona, 2001.
5. J. Collins y R. Glover (Editores), Lenguaje colateral. Claves para justificar una guerra, Ediciones Páginas de Espuma, Madrid,
2003,
3
7. El traslado de desechos tóxicos (nucleares y radiactivos) del Norte al Sur del mundo, utilizando
diferentes mecanismos de “intercambio” entre los que sobresale la compra por parte de algunos
gobiernos de esos residuos altamente perjudiciales para la salud humana, la supervivencia de las
especies animales y vegetales y para el equilibrio de los ecosistemas6.
8. Intercambio ecológico desigual: consiste en la importación por parte de los países altamente
industrializados de productos del Sur a bajos precios, que no toman en consideración el agotamiento
y perennidad de tales recursos7. Esto sucede hoy con toda clase de recursos naturales, tales como la
madera —de la cual el Japón es uno de los primeros compradores del mundo—, minerales, petróleo
y especies exóticas.
9. Exportaciones ilegales de especies animales y vegetales por parte de mafias organizadas en las
que participan tanto habitantes de los países del Norte como del Sur, pero que tienen como objetivo
transportar mascotas de compañía o producir mercancías exóticas (pieles, marfil, dientes, etc.) para
adornar a la burguesía de los países industrializados. Este comercio ilegal es tan significativo que se
considera como la segunda actividad comercial subterránea, solamente superada por el comercio de
estupefacientes. Anualmente circulan en forma ilegal, del Sur al Norte, 50 mil primates, 4 millones
de aves, 350 millones de peces tropicales, de todos los cuales mueren en el viaje entre el 60 y el 80
por ciento. Este tráfico representa un total de 5000 millones de dólares8.
10. Daños causados a los ecosistemas locales de los países pobres por parte de compañías
multinacionales del Norte, sin que eso tenga ningún tipo de compensación. Entre esos casos se
destacan la acción destructiva de las compañías petroleras en diversos lugares del mundo (por
ejemplo la Shell en Nigeria, que llevo a la destrucción de territorios del pueblo Ogoni y a la
condena y ejecución por parte de la dictadura de Nigeria de su principal dirigente el escritor Ken
Saro—Wiwa9) o el vertido de desechos venenosos por parte de las maquiladoras a los ríos y suelos
mejicanos en la frontera con Estados Unidos.
11. Violación de las aguas territoriales de los países pobres por parte de las flotas pesqueras de las
grandes potencias, lo que ha ocasionado un acelerada extinción de cientos de especies marinas y
una drástica reducción del volumen de pesca a nivel mundial. También ha significado el
empobrecimiento o la ruina de los pequeños pescadores artesanales en diversos lugares del
mundo10.
12. Canje de deuda externa por naturaleza: En mercados monetarios secundarios, ciertas
compañías u organizaciones ambientales compran porciones reducidas de la deuda externa de países
del Sur (uno de los casos más conocidos es el de Costa Rica, país que posee una amplia
biodiversidad) y luego las negocian con el país interesado, siempre indicando que se deben
preservar recursos o determinadas reservas forestales o selváticas, que pueden ser administradas por
Organizaciones no Gubernamentales o entidades de los países del Norte. También puede acontecer
que una transnacional que ha comprado parte de la deuda de un país, le imponga como
contraprestación establecer una subsidiaria en su territorio, como ya ha acontecido en México. Lo
preocupante del canje de deuda por naturaleza no es sólo que no resuelve el problema del
endeudamiento externo —pues afecta a cifras mínimas de los compromisos financieros de los
países— sino que además les concede un peligroso grado de injerencia a las multinacionales sobre
6. John Vidal, “El nuevo colonialismo de las basuras. Lluvia de desechos sobre el Tercer Mundo”, Ecológica. Política, medio
ambiente, cultura, No. 10, marzo—abril de 1992, pp. 17—21.
7. Juan Martinez—Alier, “De l’economie politique à l’ecologie politique”, Un siècle de marxisme. Bilan et prospective critique,
París, 1996, p. 177.
8. Joni Seager, Atlas de la terre. Le coût écologique de nos modes de vie, la politique des Etats: una vision d’ensemble, Autrement,
París, 1995, pp. 80—81 y 124— 125
9. Ecología Política, No. 11, 1996, p. 153; Ken Saro—Wiwa, “Le pillage des ressources: les Ogonis et le pétrole au Nigeria”,
Alternatives Sud, Vol. II, 1995, No. 4, pp. 227—229.
10. Joni Seager, op. cit., pp. 68—69 y 120—121.
4
recursos y biodiversidad, que bien puede ser aprovechado para apropiarse abiertamente del material
genético de un país determinado11.
13. Imperialismo biogenético: El desarrollo de la ingeniería genética y de la biotecnología se está
haciendo a partir de la base genética que existe en forma natural en los diversos ecosistemas del
mundo, como las selvas húmedas tropicales, los paramos y los manglares, muchos de los cuales
habían permanecido al margen del saqueo de compañías y Estados del Norte. En la actualidad con
los avances tecnológicos en la investigación biológica y biomédica en los laboratorios de las
multinacionales —principalmente de Estados Unidos—, esos recursos naturales que se fueron
gestando durante miles o millones de años han pasado a convertirse en un ansiado botín mercantil
por parte de las multinacionales o los centros científicos de investigación del norte. En este sentido,
se puede hablar de un verdadero expolio de los recursos biogenéticos existentes en el Sur del mundo
por parte del Norte, donde las empresas multinacionales empiezan a explotarlos comercialmente
como cualquier mercancía, lo que ha originado lo que se puede denominar el capital genético. Este
es un capital que parte de una base natural ya existente, que debería pertenecer a los pobladores de
las regiones o localidades donde se encuentra, pero que es apropiada en forma fraudulenta por
grandes compañías, las que a partir de esa base genética desarrollan o reproducen drogas o
productos que luego son patentados y apropiados por las compañías multinacionales. Y este proceso
es lo que se puede considerar como una acción de tipo imperialista.
14. Hasta ahora empiezan a conocerse numerosos casos de apropiación de recursos genéticos en
diversos lugares del mundo, tales como en la India, en Panamá, en el Amazonas. El caso de los
Ngobe—bugle (o Guaymi) de Panamá muestra las dimensiones de la cuestión, pues allí sucedió un
caso revelador de lo que está en juego en cuanto al imperialismo biogenético a nivel humano. En
1991 una mujer de esta comunidad asistió a un hospital de Panamá en donde luego de un examen se
le diagnóstico leucemia. En secreto, un grupo de médicos panameños y estadounidenses le tomaron
muestras para investigación genética. Esas muestras fueron llevadas a Estados Unidos y clasificadas
en un grupo de cultivos con el nombre de American Type Culture Collection (ATCC). A la indígena
nunca se le ocurrió pensar que en Estados Unidos se llegara hasta a proclamar que ella tenía unos
descubridores e inventores que propusieron patentar parte de su cuerpo y hasta el gobierno
estadounidense por intermedio del Secretario de Comercio propuso que se registrara como parte del
“programa de patentizadores de los organismos vivos, ya sean animales, plantas y
microorganismos”12.
15. Patentar el material genético de este pueblo, así como de otros del mundo, es una manera de
apropiarse de sus características genéticas con fines comerciales y económicos, pues de allí se
pueden obtener vacunas, productos farmacéuticos o alimentos13. Y, sin exagerar, este ejemplo se
puede tomar como muestra de una forma singular de apropiación imperialista, puesto que esta
inscrito dentro de una estrategia global de compañías multinacionales del Norte y prácticamente sin
excepción los países afectados se encuentran en el Sur. Así, se sabe que en los últimos años las
compañías norteamericanas Pfizer, Bristol Myers y Merck han patentado innumerables sustancias
biológicas del Sur, sin ningún tipo de permiso ni pago de regalías a Colombia, Perú, India, Panamá
y Filipinas los países “pirateados” por compañías que pertenecen, lo que parece un chiste cruel, al
Intellectual Property Committee (Comité de Propiedad Intelectual) en Estados Unidos14.
16. Imperialismo sexual: En los últimos años se ha desarrollado otra repugnante forma de
dominación imperialialista —la que sin ningún tipo de exageración podemos considerar como tal en
11. Alvaro Soto, J. Halpin y P. Hurtubise, “La cuestión del patrimonio universal”, en Ernesto Guhl y Juan Toklatian (Editores), Medio
ambiente y relaciones internacionales, Tercer Mundo Editores, Ediciones Uniandes, Bogotá, 1992, pp. 115 y ss.
12. Nathalia Weemaels, “Patentes sobre la vida: el caso de los Ngobe—bugle (Guaymi) de Panamá”, en Varios, Amazonía por la
vida. Biodiversidad y derechos de los pueblos, Acción Ecológica, Quito, 1996, p. 123. Vandana Shiva, Diversite biologique en péril.
La nature sous licence où le processus d‘un pillage, Cetin, París, 1994.
13 . Claudia Martínez, “Compre: es producto de la selva”, Ecológica. Política, medio ambiente, cultura, No. 19, abril—diciembre de
1994, pp. 47—49.
14. Vandana Shiva, Ethique et agro—industrie. Main basse sur la vie, L’Harmattan, París, 1996, p. 15.
5
virtud de que los afectados son niños y mujeres del Sur y del Este del mundo— que involucran, de
una parte, el comercio de niños, mujeres y órganos humanos que indefectiblemente va en un sólo
sentido: de los países pobres hacia los centros del capitalismo “civilizado”. Entre los orígenes de
este tipo de imperialismo se encuentra el miedo al SIDA por parte de los europeos y
estadounidenses, a partir de lo cual se ha originado la creencia en el “sexo seguro”, esto es en tener
relaciones con niños/as vírgenes. Como eso no lo pueden hacer ni en Europa ni en Estados Unidos,
entonces se dirigen masivamente hacia ciertos países del Sur, tanto de Asia como de América
Latina, donde pueden saciar sus apetencias sexuales. Esto ha incrementado el “turismo sexual”
hacia Filipinas, Tailandia, Camboya, la India, República Dominicana, etc. Para solo dar una cifra,
indiquemos que se calcula que más de medio millón de alemanes participan anualmente en viajes de
“turismo sexual” con destino asiático, turismo en el que también participan holandeses, franceses,
suecos, canadienses, estadounidenses, etc. Esta es la última forma de saqueo que el capitalismo se
ha podido inventar y que acentúa las formas más conocidas: en un comienzo el objetivo principal
era la fuerza de trabajo masculina, luego la femenina, al mismo tiempo que se expoliaban los
recursos naturales y las materias primas, pero resulta que en la actualidad el objetivo es apropiarse
del cuerpo de los niños y niñas como objetos sexuales buscando tanto el placer como la seguridad
sanitaria de los “civilizados” habitantes del Norte, bien sean europeos o estadounidenses.
17. Ahora se genera un neoimperialismo sexual, en el que existe un intercambio desigual tanto
desde el punto de vista sexual como económico. Desde el punto de vista sexual la seguridad está
preservada para los “usuarios” europeos y estadounidenses, los cuales, entre otras cosas, han
llevado el SIDA a los países pobres (no es casual que en África, el continente más martirizado por
esta terrible epidemia, se afirme que el SIDA es una enfermedad blanca y colonialista), mientras
que desde la más temprana edad se empuja a niños/as por el camino de la prostitución que
rápidamente los conduce a la delincuencia o a la muerte. Desde el punto de vista económico, el
negocio produce jugosas ganancias, la mayor parte de las cuales quedan en manos de las redes
internacionales europeas o estadounidenses. Para sólo dar un dato, una noche de un pedófilo del
Norte con un niño/a virgen de Filipinas puede representar una suma de entre quinientos y mil
dólares. Si consideramos únicamente el caso de los alemanes, medio millón de “turistas sexuales”,
se puede tener como mínimo una cifra aproximada de unos 250 millones de dólares al año, lo que
da una idea de la magnitud del negocio y de las ganancias en juego. De la misma forma, en muchos
países del sur la industria del sexo se ha convertido en una de las principales fuentes de divisas,
como sucede en Tailandia, Filipinas y otros países invariablemente del Sur o del Este del planeta.
18. En conclusión, considerando estas “nuevas” formas de la dominación imperialista, en las que
invariablemente siempre pierde el Sur del mundo y sus habitantes, hemos querido mostrar que el
concepto de imperialismo es un instrumento analítico mucho más útil y adecuado para entender el
funcionamiento del nuevo desorden mundial que las exaltadas falacias del discurso globalizador,
que nos presenta un mundo interdependiente, de colaboración entre estados y naciones y en el que
de manera mágica habrían desaparecido la explotación y la opresión entre países y entre clases
sociales.
*Abogado. Director de Ideologia y miembro del Comando Tàctico Regional (CTR) del MVR en el Estado Bolìvar. jmartoranoster@gmail.com, j_martorano@hotmail.com, juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar