¿Se me cayó Roy Chaderton? ¿Insulza es ariete o celestina?

Una de las más frecuentes críticas que he venido haciendo al chavismo, es la como infantil manía de no mirar más allá de los árboles que bordean la parte exterior del bosque, sobre todo cuando se trata de escoger entre la multitud de chavistas para ocupar cargos importantes.

             Días atrás, un hombre de la “estirpe” – la palabra va en comillas para evitar equívocos – como Luis Brito García, dijo que la mayoría de los intelectuales del país estaban con la revolución bolivariana. Yo agregaría a esa afirmación, que también los de buena fe. Porque estar por el socialismo, con todo lo de utópico que los enemigos puedan cargarle, no obstante es una manifestación de generosidad y alto sentido poético. Ser partidario del socialismo, de hecho, es ser honesto, dispuesto a vivir con bastante modestia y entregar mucho sin esperar nada personal. Revísese la historia nacional y se encontrarán infinitos nombres. Esto no invalida que a algún personaje de la derecha, se le ocurra decir que dentro del chavismo o socialismo bolivariano hay quienes no son eso que he dicho y hasta haya eso que llaman boliburgueses; lo que en ningún caso quiere decir que estos sean socialistas; por eso en mi pueblo solían decir que entre los bagres se mezclan las guabinas. Pero si es cierto que en determinado momento, todos los remeros disponibles hacen falta; sobre todo cuando los vientos huracanados amenazan con reventar las velas y hasta lo logran

            Lo que sucede es que en el chavismo, desde un principio, por razones explicables; lo contingente del ascenso de Chávez y el chavismo; de eso que suelo recordar que llamaba Carmelo Laborit, el aluvión, la formación a partir de grupos ya estructurados, se tiende a apelar a aquellos que se tiene más cerca por lo generacional o del grupo que un momento dado más pesa. Porque eso que llamamos el chavismo todavía está en proceso más o menos de encuentros, donde todos se sientan que son lo mismo, hasta donde lo permitan las naturales contradicciones. O lo que es lo mismo, todavía el mundo chavista –la muerte de Chávez lo puso de relieve – no se ha encontrado compartiendo tantas cosas que son necesarias como para que la confianza entre, sino todos, la inmensa mayoría, prevalezca. Por eso, quienes están en el gobierno, en el central, regional y municipal, solo  miran los árboles más próximos, lo que están o se colocan en la primera línea; lo que no quiere decir que sea la del combate, sino de la simple formación.

             Roy Chaderton Matos, es un diplomático de clase. Altísimo nivel. De esos intelectuales que sabe usar la palabra con maestría; quien, como nos gustaba decir desde jóvenes, capaces de meter la espada hasta la empuñadura, por el arte de su discurso, sin que al aludido no le quede otra cosa que sonreír. Por supuesto, digo esto porque, si no soy de esa escuela por mi poco talento, me gustaría serlo y admiro aquellos personajes de la política y diplomacia que golpean duro pero con elegancia y hasta sin dejar huellas. Además, ya el personaje aludido, como nos gusta decir a los cumaneses, echó el resto por este proyecto.

             Pero Roy Chaderton es de una generación quizás ya un  poco atrás. Pero más que eso, viene de la izquierda cristiana que, como haber sido del MIR, sin cambiarse, lo que también envuelve un asunto generacional, es dentro del chavismo como una rémora o por lo menos una circunstancia para aparecer perdido en el bosque.

            Todo lo anterior sirve, si es que no me he dejado entender o no he podido hacerme entender, tengo a Roy Chaderton Matos, a quien no conozco personalmente, como un personaje para estar ahora mismo en un nivel más alto en el campo de la diplomacia como representante de Venezuela. ¡Cuánto lamento que, pese se crea lo contrario, parece estar entre los árboles de adentro del bosque!

            Pero no obstante lo anterior, ahora mismo, cuando nuestro embajador en ese viejo antro que llaman la OEA, calificó a José Manuel Insulza, de “ariete de la ultraderecha”, descendió un poco frente a mi o la admiración que le tengo.

            La palabra ariete es demasiado para calificar a un insulso, insípido, insignificante “mujiquita”  como el chileno. Ariete es un arma descomunal, un líder de la envergadura de los gigantes, de los grandes, una fuerza ecuménica y hasta un poderoso movimiento sísmico. Pero no, él no es nada de eso. Poeta Roy Chaderton, se equivocó, Insulza no es más que una pequeña y barata celestina.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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