El debate presidencial en Estados Unidos revela la crisis del imperialismo

El debate presidencial del jueves por la noche entre un Biden con una actuación errática y claros signos de senilidad, y un Trump que viene acumulando múltiples acusaciones judiciales es un indicador del nivel la crisis que atraviesa el principal imperialismo del mundo, tanto en cuanto a su propio régimen político como en cuanto a su hegemonía global.

El debate presidencial del jueves por la noche entre un Biden con una actuación errática y claros signos de senilidad, y un Trump que viene acumulando múltiples acusaciones judiciales es un indicador del nivel la crisis que atraviesa el principal imperialismo del mundo, tanto en cuanto a su propio régimen político como en cuanto a su hegemonía global. Apenas terminado el debate la alarma sonó entre las filas demócratas. El New York Times directamente publicó un editorial pidiendo su renuncia a la carrera presidencial, como también algunas figuras reconocidas de su espacio, mientras que la revista Time lo ilustraba con una una portada con la imagen de un Biden de salida bajo el título "Panic".

Publicamos a continuación una versión reducida del artículo publicado en Left Voice, sitio en inglés que es parte de la red internacional de La Izquierda Diario.

La pésima actuación del presidente Joe Biden en el debate y la demagogia de extrema derecha de Donald Trump muestran un imperio estadounidense en declive, una crisis de representación y un insulto absoluto a los votantes que buscan respuestas a sus problemas. Se necesita una alternativa revolucionaria.
Lo único que se vió en el debate fue demagogia de derecha mal disfrazada, y las menguantes facultades mentales del actual presidente envejecido que, en muchos aspectos, refleja el crepúsculo cada vez más profundo de la autoridad hegemónica de Estados Unidos en la política mundial. El candidato del Partido Republicano, Donald Trump, y el del Partido Demócrata, Joe Biden, se pelearon por ver quién es más derechista, intentando canalizar los temores de sectores de la clase trabajadora y la clase media, que sienten los efectos de la debilitada posición de Estados Unidos a la cabeza del orden mundial neoliberal y buscan alternativas a una crisis de múltiples capas. El resultado fueron repetidos ataques a los inmigrantes, un énfasis en las políticas proteccionistas para cubrirse de los desafíos de potencias ascendentes como China, y dos vías diferentes para el aumento del militarismo.

Para muchos de los que vieron el debate, está claro que los dos candidatos quieren proteger los intereses de los capitalistas estadounidenses a expensas de los inmigrantes, los palestinos y los derechos democráticos y las condiciones de vida de millones de trabajadores y oprimidos, tanto en Estados Unidos como en todos los rincones del mundo bajo el yugo del imperialismo.

La actuación de Donald Trump, que llega al debate con múltiples acusaciones por delitos graves, pareció más disciplinada y coherente que en el pasado. Sin duda, tuvo a su favor el decadente espectáculo que dio el actual presidente Joe Biden, que permitió que Trump se mostrara seguro de sí mismo, carismático y enérgico. Muchos coinciden en que si Trump se hubiera enfrentado a un candidato más viable la hubiera pasado mal; aun así, no se puede negar que el trumpismo es una fuerza política dinámica que ha demostrado ser difícil de vencer. Busca ampliar la brecha de la desigualdad mediante una mayor desregulación del mercado, lo que incluye un ataque al nivel de vida de los trabajadores y a sus derechos frente a la patronal.

Trump fue la punta de lanza de una extrema derecha que, unida a fuerzas protofascistas, usaron un discurso populista para derechizar aún más la agenda política. Incluso lograron lanzar una fuerte ofensiva sobre los derechos democráticos de los oprimidos, que incluye el ataque directo al derecho al aborto, los derechos trans, los programas de discriminación positiva, el derecho al voto y los derechos de los inmigrantes. Durante su gobierno vimos el despliegue de la Guardia Nacional sobre el movimiento Black Lives Matters, una escena que recuerda al despliegue de la Guardia Nacional por gobernadores segregacionistas sureños durante el movimiento por los derechos civiles en la década de 1960.

Incluso antes de este debate, algunos sectores capitalistas se estaban pasando al bando trumpista, especialmente en comparación con la última elección en la que los sectores más importantes del empresariado y el capital financiero se alineó detrás de Biden. Como escribe Martin Wolf, "muchos multimillonarios y empresarios apoyan a Donald Trump. No es ninguna sorpresa. Creen que sería bueno para sus negocios. Ofrece impuestos más bajos y menos regulación. Algunos han argumentado que ciertas políticas suyas -los recortes de impuestos y la dureza con China y los aliados que van por libre, por ejemplo- no eran un error." Y además, la política exterior de Trump está ganando más partidarios, como destaca un reciente artículo de Foreign Affairs, en el que se aboga por "Un regreso a la paz por la fuerza". El resultado de este debate, en el que Trump al menos "actuó" de forma más presidencial que en el pasado, puede ser que aún más sectores capitalistas se convenzan de las soluciones que ofrece a la crisis de la hegemonía imperialistas, a saber, confiar más en el unilateralismo que en el enfoque multilateral convencional.

Un debate superficial

Desde la economía y la inflación hasta las guerras de Ucrania y el genocidio que está cometiendo Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza, ni Donald Trump ni Joe Biden fueron más allá de las respuestas superficiales.

Por primera vez Trump se mantuvo dentro de su libreto, y el mensaje fue espantoso. Estados Unidos está viviendo un "infierno" debido a la inflación, en la escena internacional es el hazmerreír del mundo y el principal problema del país son los inmigrantes indocumentados que se están llevando "los trabajos de los afroamericanos, de los latinos" y robandose los recursos y las ganancias.

Biden también funcionó bajo la premisa de que los indocumentados son un problema. A pesar de todas sus afirmaciones en las últimas elecciones sobre oponerse a la demagogia de Trump con respecto a la frontera, los demócratas continuaron el ejemplo de la derecha en este asunto y se corrieron significativamente hacia la derecha -¡desde una posición que ya era derechista! - en una competencia por ver quién puede ser más duro con los inmigrantes. De hecho, Biden fue más lejos que Trump durante su mandato y este mes cerró la frontera sur a los inmigrantes.

Donald Trump hizo todo lo posible por eludir el hecho de que su posición sobre Palestina e Israel no difiere de la de Joe Biden. El candidato Republicano señaló correctamente que es Israel quien se interpone en el camino hacia un "alto el fuego", pero luego pasó a apoyar explícitamente el genocidio de los palestinos, pidiendo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que "termine el trabajo" y demonizando a los manifestantes antibelicistas y en apoyo a los palestinos que se dieron en Estados Unidos. Joe Biden, por su parte, defendió su posición de apoyo a Israel, y redobló la necesidad de "erradicar a Hamás", que es la excusa para continuar las operaciones militares en la Franja de Gaza.

Ni Trump ni Biden articularon ninguna política económica elaborada que pudiera hacer frente a la inflación, aparte de redoblar sus políticas económicas anteriores; Trump quiere más desregulación, mientras que Biden propone cierta regulación mezclada con políticas económicas nacionalistas y populistas que aumenten los aranceles, repriman la frontera y canalicen fondos a las empresas para construir un capitalismo verde. Ambos candidatos jugaron a culparse mutuamente y a acusarse el uno al otro de ser el "peor Presidente de la historia de la nación" y a calificar sus políticas de "de las mejores de la historia de la nación."

Terrible actuación de Joe Biden y crisis abierta en el Partido Demócrata

A todas luces, la actuación del actual presidente Joe Biden fue terrible. Tanto que no para de crecer la cantidad de personalidades del Partido Demócrata que quieren reemplazarlo como candidato. En el podcast "Pod Save America", antiguos asesores del ex presidente Barack Obama se plantean si "lo mejor para Estados Unidos es que Biden se haga a un lado". Los principales medios de comunicación de todo el espectro político cuestionan la candidatura de Biden y examinan una posible vía -sin precedentes- para sustituirlo como candidato con la campaña electoral entrando en la recta final.

La dirección del partido duda desde hace tiempo de la capacidad de Joe Biden para ser un candidato viable. David Axelrod, estratega de Obama, escribió un tuit el pasado noviembre en el que se planteaba si el hecho de que Biden ganara la nominación era "en su propio interés o en el del país". Sin embargo, el hecho de que no surgiera ninguna alternativa viable es revelador de cómo el partido en su conjunto carece de una visión y un plan coherentes para hacer frente a Trump o a la creciente crisis económica y política a la que se enfrenta Estados Unidos. El Partido Demócrata es el defensor acérrimo del fracasado proyecto del neoliberalismo multilateral; y aunque intenta canalizar la energía de los movimientos sociales y del movimiento obrero en apoyo del statu quo, cada vez le resulta más difícil mantener este papel, especialmente en los años posteriores a BLM, el aplastamiento de la huelga ferroviaria y su política ante el genocidio en Palestina. El impulso que Biden construyó para su campaña tras el discurso sobre el Estado de la Unión a principios de este año desapareció, y es muy poco probable que se produzca otra remontada.

Mientras Donald Trump contaba una "gran narrativa" de un país en crisis y de las despiadadas políticas antiinmigrantes que espera promulgar, Joe Biden no fue capaz de pintar un cuadro coherente de cómo espera resolver los desafíos a los que se enfrenta la dominación imperialista estadounidense. Fue incapaz de articular propuesta económica para volver a convertir al país en el centro de la producción capitalista que supo ser. De hecho, a veces ni siquiera usaba todo el tiempo que tenía y parecía perderse en las respuestas.

Se necesita una alternativa revolucionaria

El rol político clave de la clase obrera se hizo explícito durante el debate, ya que ambas partes apelaron directamente a ella (y no sólo a la clase media). Esto debería darle confianza en su propio poder y en la posibilidad de organizarse y luchar por sus propios intereses.

La clase obrera y los oprimidos necesitamos nuestro propio partido, y de no ser por las políticas conscientes del ala izquierda del Partido Demócrata y de la burocracia sindical, ya podríamos tener uno. En vez de enfocarse en construir una verdadera representación política para la clase obrera y los oprimidos, el ala izquierda del Partido Demócrata y la burocracia sindical convencieron a la izquierda de abandonar la lucha por la independencia de clase a favor de atar nuestro destino a la candidatura de Biden en una lógica de mal menor que. Grupos como el Partido Comunista de EE. UU. (CPUSA) [que no apoya oficialmente a Biden, pero enfatiza que una victoria de Trump es algo que debe evitarse a toda costa] o Jacobin, o burócratas sindicales de izquierda como Shawn Fain dan apoyo directo o indirecto a los demócratas bajo la premisa de que "son nuestra única esperanza", incluso cuando no lo son. Lejos de defender la democracia, estos grupos contribuyen a empujar a sectores de la clase trabajadora, y a votantes afroamericanos y latinos, a los brazos del trumpismo debido a su legítima desilusión con el Partido Demócrata.

Por eso necesitamos que los sectores dirigentes del movimiento obrero, el Black Lives Matters, el movimiento contra la guerra en solidaridad con Palestina luchen por una política independiente de clase y asuman la tarea de construir un partido para la clase obrera que se enfrente al neoliberalismo y la extrema derecha. Necesitamos un partido que luche contra la policía, por los derechos de los inmigrantes, por una sanidad universal que incluya el derecho al aborto y a la atención infantil, y por salarios más altos y que haga frente al cambio climático. Este partido lucharía por el socialismo, lo que significa la expropiación de las industrias a gran escala, sacando la economía de las manos de los capitalistas (que priorizan los beneficios sobre las personas) y poniéndola en manos colectivas de la clase trabajadora que discutiría y decidiría democráticamente cómo dirigir la economía en interés de todos. La huelga de la UAW de las "Tres Grandes" automotrices demostró concretamente el poder y la posibilidad de unidad entre la clase obrera multiétnica y multigeneracional. También lo ha hecho la postura de los trabajadores en apoyo a Palestina, aunque esta postura debe reforzarse y ampliarse enormemente. Tenemos que basarnos en estas experiencias y construir políticas que ofrezcan un optimismo concreto y revolucionario para el futuro basado en el rechazo total del sistema capitalista (e imperialista). Esa es la única esperanza que tenemos de detener el avance de la extrema derecha, el fin de la guerra imperialista y la continua inestabilidad económica que experimenta la clase obrera.

 



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