Difícilmente, por estos días alguien, en este mundo de DIOS, puede tener o expresas una excusa valida, creíble sobre la no injerencia del Gobierno de los Estados Unidos de América en asuntos internos de otros Estados. Son muchas las pruebas históricas que así lo confirman.
Durante los siglos precedentes, en nuestra América, todos los pises fueron víctimas de tales intervenciones, el más relevante y patético acto intervencionista lo constituye el derrocamiento de Salvador Allende en el Chile de 1970-1973. Tiempo después, cuando el dictador impuesto por el gobierno de los Estados Unidos ya no era útil, son desclasificados los documentos. Pruebas irrefutables de cómo los Estados Unidos pueden alrededor del mundo quitar y poner gobiernos. En otros continentes de eso sobra señalamiento, por ejemplo, Irak con dos invasiones para llevar libertad y democracia. Nunca se cumplieron los preceptos ni se encontraron las armas de destrucción masiva con las que, a decir del gobierno Español, Británico y Estadounidense; en 35 minutos el mundo sería presa de la despiadada maldad de Sadam Hussein. Así, necesitaríamos de tiempo y espacio para aterrizar en nuestros días.
En estas primeras décadas del siglo vente, con la alta velocidad en comunicaciones, nada está oculto, la maldad verdadera, imperial, esa enfermedad de actuar contra y donde se les dé la gana difícilmente se puede ocultar. Ucrania, Libia, Siria nos lo muestran a diario. La libertad y democracia ofrecida eran blasfemias imperiales. Dramáticos son las intervenciones directas a las comunicaciones de jefes de estado o de gobierno incluso de países amigos. Ángela Merkel en Alemania y Dilma Rousseff en Brasil son la mejor prueba viviente del intervencionismo norteamericano.
El caso Venezuela, quien lo niegue está loco; golpe de estado en abril de 2002, a Chávez el mundo no le creía, luego cuando vuelve victorioso, se ocultaron y a pesar de la verdad nada cambio siguieron teniendo una excusa y ¡Chávez era el culpable!. A los pocos meses una nueva arremetida contra su gobierno, paro petrolero. Apoyado y dirigido por los Estados Unidos de América, ¿o no es verdad? Con Nicolás Maduro, durante dos años, la arremetida imperial es brutal, peor que cuando Chávez. ¿Quién lo puede negar? ¿Cómo lo pueden ocultar? Por ausencia de pruebas creíbles, es decir; “no se puede creen en Nicolás”, lo mismo ocurría con Chávez, sin embargo la mejor y más fabulosa de todas las pruebas de intervención e injerencia del gobierno de los Estados Unidos de América en asuntos internos de Venezuela la constituye la declaratoria de emergencia nacional del mismísimo presidente Barack Obama.
Desde su nación, imperial, quiere y ordena legislar sobre asuntos que sólo, por derecho internacional, corresponden a la legislación venezolana a nuestra SOBERANIA. El que en el mundo no entienda o no tenga una prueba para condenar la violación de nuestra soberanía, está buscando indulgencia imperial o simple y sencillamente es un COBARDE.