Ciertamente, las bombas, los drones, los misiles, las balas de alto calibre que entran en acción en las matanzas que el imperio norteamericano protagoniza en otros países, no saben de ideología, de colores políticos y Venezuela no es la excepción; aquí en un momento determinado tampoco distinguirían entre opositores y chavistas, eso lo sabemos por las sangrientas experiencias de otros pueblos que han sido víctima del fuego criminal de los yanquis, pero hay un detalle digno de analizar: en una posible intervención de los gringos, cuando las fuerzas de los EEUU lleguen al país, ¿ustedes creen que los opositores que piden que nos bombardeen van a estar esperándolos de brazos cruzados?
No creo. Estoy seguro que esos opositores que quieren que los norteamericanos nos cosan a plomo limpio, al saber que uno de esos catiritos se está poniendo el uniforme y cogiendo el fusil para venir a la patria de Bolívar, sino por el aeropuerto, se esmolleja por cualquier hueco de la frontera, pero huye valientemente por donde sea y como sea. Además, el Gobierno -ni este ni el de la IV República-, ha podio nunca evitar las evasiones o fugas por la montañosa área limítrofe.
Y no exagero. De hecho, ya muchos de esos golpistas que quieren tumbar al presidente obrero, Nicolás Maduro, no tienen a sus más cercanos familiares en el país; María Corina Machado por ejemplo, desde hace tiempo envió a sus hijos al exterior y los puso a salvo del humo, las guarimbas, guayas de la muerte, miguelitos y otros objetos y mecanismos asesinos que han utilizado en su empeño de acabar con la revolución.
El triple derrotado Capriles Radonski apoya descaradamente una invasión y lo expresa en público. No está de acuerdo con la solicitud de la Ley Habilitante que hizo el Presidente, pero no dice ni pío de la amenaza directa que efectuó Obama contra el pueblo de Venezuela. Otros opositores lo hacen igual, o peor, esos son los de doble cara o los de doble banda como los llama Maduro. Por un lado hablan de diálogo y democracia y por otro conspiran y participan en el golpe.
Lo más penoso para los opositores, me refiero a esos de a pie, no es tanto que sus líderes se la pasan gritando que nos invadan, sino que cuando piden la ocupación militar no piensan en ellos que son sus seguidores y si serán víctimas del fuego criminal. Que sí verán morir agujereados o despedazados a sus parientes, a sus madres, padres, hijos, hermanos, sin poder hacer nada ante la bestial arremetida.
Otra cosa que indigna es que en caso de que se produjera una intervención militar, esa gente implicada en el golpe continuo que quieren ver nuestros cuerpos chavistas en pedacitos metidos en cajitas de fósforos, todavía anda libre esperando que las instituciones dictatoriales y la justicia arrodillada al tirano venezolano los ponga presos.
Y los que están encarcelados se encuentran en habitaciones cinco estrellas, a veces también muy molestos porque no les llevan la leche para hacer la sopita de pan del periquito, no les sustituyen las cuerdas al cuatro, o no sé cuántas cosas más exigen, que preocupa a los eurodiputados y al presidente imperial Barack Obama.