Washington aplica sanciones contra Venezuela como represalia por supuestas violaciones a los derechos humanos cometidas a partir de la ofensiva sediciosa de Febrero del 2014 y que costó 43 vidas. Según el inspirador de la ley promulgada por Obama, el senador Bob Menéndez -un tipejo al servicio de la mafia anticastrista de Miami inmerso en una densa trama de procesos judiciales por tráfico de influencias, prostitución de menores, trata de personas, etcétera- la nueva legislación era un triunfo para el pueblo venezolano. El único problema es que parece que este no lo entiende así porque según la consultora Hinterlaces "el 64% de los venezolanos rechaza que el Gobierno de Estados Unidos imponga sanciones a funcionarios venezolanos" y en igual sentido se han expedido organismos defensores de los derechos humanos así como diverso tipo de organizaciones regionales de América Latina y el Caribe.
Aparte de ello llama la atención la INCONSISTENCIA del criterio de Obama: primero, porque la sanción ignora que la mayor parte de las víctimas de la violencia desatada (con la aprobación y el apoyo abierto de la Casa Blanca) son chavistas o funcionarios de las fuerzas de seguridad o de la justicia de la República Bolivariana y que el gobierno de Nicolás Maduro ha procesado y logrado condenar a los miembros de la policía o la guardia nacional responsables de esos actos (cosa que Estados Unidos no hizo con los policías que en los últimos tiempos asesinaron a sangre fría a afroamericanos o latinos, ninguno de los cuales está preso).
Segundo, que no utiliza la misma vara para sancionar a los funcionarios civiles y militares de Colombia responsables de la muerte no de 43 sino de casi 6000 civiles entre el 2000 y el 2010; o a los gobernantes y fuerzas de seguridad de Honduras que desde el golpe del 2009 sumieron a ese país en un interminable baño de sangre; para no hablar de los causantes de la "desaparición" de 26.000 personas en México en años recientes y el crimen perpetrado contra los 43 estudiantes en Ayotzinapa. Si el fundamento de la sanción es la violación de los derechos humanos (y supongamos que tal cosa ocurrió en Venezuela), ¿por qué se penaliza a este país mientras que se recompensa con ayuda militar y apoyo político a Colombia, Honduras y México? Obama y sus publicistas no pueden engañar a nadie. Esto nada tiene que ver con los derechos humanos, la libertad y la democracia como pregonan en Washington, cosas que al imperio le tienen absolutamente sin cuidado. ¡Es el petróleo, estúpido!